Hace dos días estuve en un taller sobre
aprender a sanar traumas a través de la energía. Son seis sesiones y apenas
vamos por la segunda. Se movieron muchas cosas y es que cuanto más me conozco
más me doy cuenta de todo lo que me falta. De este taller como de tantos otros
recibidos, no salí igual que entré, en algo me ayudó y algo sané. Pero quiero
hablar de algo concreto. Casi para terminar se nos habló de un diccionario de
enfermedades que puedes encontrar en internet. La dirección es www.biodespertaremocional. La tarea
que tenemos que hacer para la próxima sesión es hacer un listado de las
enfermedades padecidas, su sentido biológico, cuál es el conflicto o trauma que las ha causado, cuál es el
mensaje o a qué nos invita la enfermedad y dar las gracias. Me llamó la
atención cuando el formador, un jesuita guatemalteco con mucha experiencia en
todo esto, comentó que las enfermedades no son enemigos a los que atacar o
combatir sino ángeles que tratan de comunicarnos algo que hay que trabajar en
nosotros. Esto me quedó resonando.
Casualmente, por decir algo porque no
creo en las casualidades, me ha pegado conjuntivitis. Decenas de miles de
hondureños la han padecido en este último mes y es que se ha convertido en una
epidemia viral que está afectando a todo el país. De no haber sido por este
curso lo hubiera visto como: “no iba a ser yo menos” o “no me salvé” o “ni
modo, es lo que toca”… me hubiera aplicado el colirio y como vino se hubiera
ido. Pero anoche me desvelé. No aguantaba mis ojos, los tenía al rojo vivo,
medio pegados, y me ardían. Tras dos horas de desvelo me empecé a cuestionar
qué mensaje podía tener para mí esta conjuntivitis y me empecé a preguntar por
“el ver”, “el mirar”, “cómo veo”, “cómo me veo”… y algo se desbloqueó en mí.
Una de mis oraciones más repetida es que me mire, y mire a los otros con amor y
misericordia, esto conectó directamente con lo que me estaba pasando. Y ya no
me importó el malestar de los ojos. Yo no pido nunca en mis oraciones por la
salud pero ahora mucho menos. He caído en la cuenta de que es más importante
pedir otras cosas, en este caso la gracia de mirarme y mirar a los otros como
Él me mira y les mira, y descubrir la bondad de Dios en todo a pesar de que lo
que nos sucede no sea según lo previsto o a veces hasta doloroso.
Y con todo esto recordé el relato del
paralítico y su camilla. Jesús comienza perdonándole sus pecados. Claro que sí…
eso es trascender la enfermedad… caer en la cuenta de que otras cosas son
prioritarias. Si Jesús le hubiera sanado su enfermedad, tarde o temprano se
hubiera vuelto a agravar. Eso es lo que hace la medicina, ataca la enfermedad y
no descubre la causa, y al final uno vuelve a padecer lo mismo o el cuerpo
expresa de otra manera eso que tiene que trabajar. Jesús sabe qué es lo que le
está provocando su parálisis y comienza por ahí. Ni entonces entendieron ni
nosotros todavía entendemos muchas de sus enseñanzas.
Que Dios te dé, nos dé la gracia de
trascender lo que nos sucede. Y tengamos la confianza de que nuestras
peticiones serán escuchadas porque ¿acaso Dios no dará el Espíritu Santo a
quién se lo pida si nosotros somos capaces de dar cosas buenas a quienes
queremos?