domingo, 28 de febrero de 2021

“PARA TI”

 

Para ti que lloras la muerte de un familiar

Para ti que estás con la incertidumbre de haberte contagiado de COVID o ya la enfermedad llegó a tu vida

Para ti que lamentas la pérdida de casa, trabajo, salud, amigos y conocidos

Para ti que no encuentras una razón por la que vivir

Para ti que estás abatid@, desolad@, confundid@...

Para ti que has perdido la esperanza

Para ti que tienes miedo de lo que pueda suceder

Para ti que te abruman los problemas

Para ti que te prostituyes por responder a las expectativas de otros

Para ti que eres víctima de maltrato

Para ti que sientes la frustración de no ver tus sueños realizados

Para ti que sufres las limitaciones propias de la edad

Para ti que…

No encuentro palabras que puedan calmar tu dolor, alentar tu esperanza, orientarte en tu vida o aumentar tu fe. Podría sermonearte o adoctrinarte pero de nada serviría, eso no lo necesitas. Solo quiero que sepas que te acompaño desde la distancia con mi cariño y mi oración, y si ocupas algo concreto no dudes en pedírmelo.




Y por si te sirve, te indico un camino: mira la cruz, mírale en la cruz… Él es quien puede ayudarte. Él es quien tiene palabras porque es la Palabra. Él es la respuesta a todo lo que necesitas. Nadie mejor que Él comprende lo que estás pasando. Él te acompaña, aliviará tu sufrimiento y te consolará y fortalecerá en tu aflicción. Deseo de todo corazón que sientas su Presencia y su amor en tu vida.


viernes, 26 de febrero de 2021

“¿QUIÉN GANA LA BATALLA AL COVID?”

 

Se escucha decir en los medios de comunicación, y también a familiares y amigos, que una persona gana la batalla al COVID cuando sana, y la pierde cuando muere. Y lo mismo se dice de otras enfermedades como el cáncer. Definitivamente es una visión del mundo y de la sociedad de este momento según la cual ganar tiene relación con el éxito, el triunfo, el poder…

Desde la fe se mira de otra forma. Para ganar hay que perder, hay que dejar, hay que soltar. Estoy segura de que, muchos de los que ya se nos adelantaron, ganaron la batalla al COVID. Y también convencida de que muchos de los que recuperaron la salud o vivieron de cerca esta experiencia en personas queridas, la perdieron.



Ganas la batalla al COVID cuando caes en la cuenta de tu limitación, finitud, fragilidad… y te acoges y abrazas tal y como eres, tal y como estás.

Ganas la batalla al COVID cuando te reconoces dependiente de quien te ha creado y amado desde antes de que nacieras.

Ganas la batalla al COVID cuando ves y vives la enfermedad como una oportunidad de encuentro con el Padre Bueno, de reconciliación con la vida y con tu historia

Ganas la batalla al COVID cuando comienzas a valorar las pequeñas cosas y a prescindir de aquellas otras que no son necesarias.

Ganas la batalla al COVID cuando crees que la muerte no tiene la última palabra, cuando esperas y confías en las palabras de Jesús, cuando te abandonas en los brazos de Dios y aceptas su voluntad sobre tu vida.

miércoles, 24 de febrero de 2021

“ESTÁ CONTIGO”

 

“Yo estoy todos los días con vosotros hasta el fin del mundo”. Evangelio de San Mateo 28, 20

Hoy y ahora… está contigo

En todo lo que haces y vives… está contigo

En el trabajo y en el descanso… está contigo

En la salud y en la enfermedad… está contigo

En tus certezas y en tus dudas… está contigo

En tus éxitos y fracasos… está contigo

En la calma y en la tempestad… está contigo

En tus días soleados y grises… está contigo

Sientas o no su Presencia… está contigo

Salgan o no las cosas como deseas o esperas… está contigo

En tus alegrías, en tus tristezas y dolores… está contigo

Está contigo a pesar de tu historia, de tu pasado, de tus defectos, caídas, idas y venidas…

Está contigo a pesar del ruido externo o de tus ruidos internos y enredos

Está contigo aunque no te acuerdes de Él, aunque te enojes con Él

Está contigo porque conoce tus fatigas, tus luchas, tus miedos, tus penas… y te comprende

Está contigo porque sabe que eres débil, frágil, vulnerable…

Está contigo: unas veces visible y otras de manera escondida

Está contigo y sabe cómo hacerse notar, sabe cómo comunicarse contigo por medio de su Espíritu: consolando, fortaleciendo, animando, aumentando tu esperanza, tu fe y tu amor

Está contigo y se manifiesta en las personas, en los acontecimientos, en su Palabra, en los sacramentos…

Si está contigo y así será hasta el final: ¿Cuál es el miedo? ¿Qué o a quién puedes temer? ¿Cuáles son las angustias y preocupaciones? ¿Qué o quién puede perturbar tu paz?

El Señor está contigo porque eres su hij@ amad@



martes, 23 de febrero de 2021

“¿TE SIENTES BENDECID@?”

 

Hay personas a las que al preguntarles cómo están, responden: “Bendecid@”. Pero ¿es una respuesta hecha o realmente quien lo dice se siente bendecid@? ¿A qué hacen referencia cuando dicen estar bendecidos?

Me surgen estas preguntas porque hay quienes dicen estar bendecidos por el Señor cuando las cosas les van bien, cuando tienen un buen trabajo que les da una cierta estabilidad económica, cuando consiguen una buena casa, cuando les toca la lotería, cuando tienen éxito, cuando están con salud, cuando son admirados, cuando…





No digo que éstas y otras no sean bendiciones del Señor pero me surge otra pregunta: ¿Cuál de ellas perdura en el tiempo? Mañana puede ocurrir algo y perder el trabajo o la casa, o puedes enfermar o quienes te rodean, o pueden criticarte y volverte la espalda aquellos en los que tanto habías confiado… ¿Te seguirás sintiendo entonces bendecid@ por el Señor? ¿O te enojarás contra Él? ¿O te resignarás? Seamos realistas y es que nada, absolutamente nada, ni siquiera nosotros vamos a permanecer eternamente acá. Todo es pasajero, todo pasa, todo es finito. Agradezcamos lo que tenemos en cada momento pero con la libertad de soltar y desprendernos de ello cuando llegue la ocasión. Reconozcamos y aceptemos también que nada nos pertenece.

San Ignacio lo entendió muy bien cuando oraba a Dios diciéndole: “Toma Señor y recibe, toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y mi voluntad, todo mi haber y mi poseer, vos me lo diste a vos Señor lo torno, todo es vuestro, disponed a toda vuestra libertad, dame tu amor y tu gracia que ésta me basta”

¿Cambiarías la bendición de sentir y experimentar el amor y la presencia del Señor por otras bendiciones? ¿Acaso no vale más esto que todo el oro del mundo, que incluso el poder vivir un día más, que…?

domingo, 21 de febrero de 2021

“LA PANDEMIA ES HOY NUESTRO DESIERTO Y NUESTRA PRUEBA”

 

De esta manera comienza hoy el mensaje en twitter de Monseñor Ángel Garachana. Obispo de la Diócesis de San Pedro Sula en Honduras. “La pandemia es hoy nuestro desierto y nuestra prueba”.

Es nuestro desierto y nuestra prueba porque nos priva: de estar cerca de las personas a las que queremos, poder abrazarlas, darles un beso… en algunos momentos nos impide viajar, en otros ir a comprar lo que necesitamos… Nos priva de despedirnos de aquellos seres queridos que están en los hospitales, de acompañar a familiares, amigos y conocidos en sus duelos



El Espíritu empujó a Jesús al desierto y allá fue tentado. En medio de este desierto que estamos viviendo, en medio de la pandemia y de las privaciones, también somos tentados.

Jesús venció las tentaciones pero ¿y nosotros?. Puede que nos pase lo de Adán y Eva: “Basta que sepamos que algo está prohibido, aunque sepamos que ponemos en riesgo la vida de otros y la propia, para que nos sintamos atraídos y caigamos”. El Señor nos ama, nos cuida… pero si escogemos otros caminos y desobedecemos no servirán mucho ni las oraciones ni el creernos cubiertos con su sangre.

Tu responsabilidad y libertad comienzan cuando te mantienes firme en la fe y fiel en el amor. Esto supone renunciar a tu “querer”, a tus deseos, intereses, caprichos… El desierto tarde o temprano terminará pero: la impaciencia, el no saber esperar, el creer que cuentas con mucha gracia de Dios y nada te va a pasar, el dar rienda suelta a tus pasiones y antojos, la ansiedad por satisfacer necesidades superfluas… puede costarte la vida o a tus seres más queridos.

Eres libre cuando elijes el amor aunque eso implique renuncias, tener que esperar…

Eres esclav@ cuando traicionas al amor poniendo en riesgo la vida, propia o ajena, por hacer “lo que te apetece”

¿Cómo estás viviendo este desierto: desde el amor o desde “tus quereres”? ¿A dónde te lleva el amor? ¿Y “tus quereres”?. Actúa con responsabilidad: “Ama a Dios…, y al prójimo como a ti mismo”. Practícalo y vivirás.

sábado, 20 de febrero de 2021

“ME DUELE NO AMAR A DIOS”

 

El otro día escuchaba a un sacerdote compartiendo su deseo de amar a Dios pero también su dolor al comprobar que con su vida no le amaba lo suficiente. Al menos él se lo cuestiona. Algunos ni se lo plantean, otros se conforman con dar migajas, hay quienes aman pero solo cuando las cosas salen bien, otros dicen amar cuando tienen dificultades… Y tú ¿amas a Dios?



Amar a Dios implica toda la vida, supone la entrega total de la persona. Algunos lo confunden con estar todo el día comprometidos o en el templo, otros con rezar mucho o con poner velas, los hay que expresan su amor con lograr méritos o grandes sacrificios...

Amar a Dios abarca la totalidad del ser humano.

Amar a Dios no es una decisión de la mente, o una respuesta de un rato.

Amar a Dios es un deseo que se traduce en vida en la medida que amo todo lo que hago, todo lo que vivo, todo lo que me rodea, las circunstancias, las personas con las que comparto mi camino o se cruzan en él.

  • Amo a Dios en la medida que me amo, me respeto y hago respetar, me acepto, me cuido
  • Amo a Dios cuando veo en los otros a otros hijos de Dios, creados y amados como yo, dignos de amor y respeto… y los trato como tales
  • Amo a Dios en la medida que cuido, protejo y defiendo la creación
  • Amo a Dios cuando realizo el bien que está a mi alcance
  • Amo a Dios si amo desde la vocación a la que se me ha llamado

Se puede amar a Dios: en el trabajo y en el descanso, en soledad y en compañía, en una actividad vistosa y de mucho fruto o en un quehacer humilde y que nadie ve, en la iglesia y fuera de ella, en la salud y en la enfermedad, en el éxito y en el fracaso, en la alegría y en la tristeza…

Nuestra respuesta a tanto amor nunca será de la misma magnitud. Pero, ante tanto amor recibido cada día ¿qué tanto le amo?



jueves, 18 de febrero de 2021

“NUESTRO DIOS NOS COMPRENDE”

 

Asumió la condición humana en Jesús y por eso podemos sentirnos acompañados y comprendidos en nuestro camino de luces y sombras, de altos y bajos, de días soleados y grises.

Asumió la condición humana y como tal: trabajó, pensó, tuvo emociones y sentimientos, y amó. Esto hace posible que podamos vivir enteramente unidos a Él:

  • En la tristeza y la impotencia ante situaciones sobre las que no podemos hacer algo
  • En el dolor por la pérdida de seres queridos
  • En la enfermedad, en nuestras aflicciones y dificultades
  • En la frustración y la cólera ante la injusticia, y en la lucha por acabar con ella
  • En la alegría del reencuentro, de la celebración, de los dones y el tiempo compartido con otros
  • En la incomprensión
  • En el ser objeto de burlas, críticas, humillaciones…

Podemos vivirnos enteramente unidos a Él:

  • Cuando somos tentados
  • Cuando compartimos lo que somos y tenemos, y nos abrimos a lo que los otros nos quiere regalar
  • Cuando nos acogemos y aceptamos íntegramente y somos compasivos y misericordiosos con los demás
  • Cuando respetamos el ritmo de los otros, su proceso de crecimiento, su forma de ser, sus opiniones, sus creencias…
  • Cuando vemos en todo/s la bondad, el amor que todo lo envuelve y lo llena
  • Cuando experimentamos la fragilidad humana, la limitación, nuestra dependencia de Dios
  • Cuando nos sentimos en camino, peregrinos
  • Cuando nos relacionamos con el Padre por medio de la oración.


Asumió la condición humana porque quiso hacerse semejante a nosotros, quiso acercarse para que nos sintiéramos acompañados, comprendidos, consolados, fortalecidos… viviendo como uno más y experimentando la fragilidad, la impotencia y limitación

Podemos vivir enteramente unidos a Él en todo lo que realicemos, en todo lo que sintamos… en nuestras relaciones y en la soledad… en el trabajo y en el tiempo de ocio… en la alegría pero también en la tristeza.

miércoles, 17 de febrero de 2021

“¿QUÉ IMPIDE LA ACCIÓN DE SU GRACIA?”

 

Lo que impide la acción de la gracia divina no son nuestros pecados sino el no aceptar y acoger nuestra debilidad, pequeñez, limitación, dependencia… el rechazarnos y todos los sentimientos que tienen su origen en ese auto rechazo: el odio, la culpa, los juicios.

El discurso religioso, los sermones, las enseñanzas cristianas se enfocan muchas veces en el pecado y eso hace que la vida de fe se viva desde él. Esto lejos de liberar, esclaviza. Si el centro de tu ser creyente es el pecado:

-      Te esforzarás, te exigirás ser eficiente, te preocuparás: por no caer, equivocarte, perder el tiempo…

-      Te culpabilizarás cada vez que falles o no respondas como “debería ser”

-      Aparecerá agresividad en ti fruto del odio que irá anidando en tu corazón y revertirá en ti y en los que te rodean

Lo que impide la acción de la gracia divina no son tus pecados sino no aceptar tu debilidad, rechazarte. Vivida la fe desde este enfoque, la atención habría que ponerla en la aceptación y acogida de la propia debilidad, limitación, miseria… y en la compasión tierna hacia sí mismo. Solo desde ahí se puede ser tolerante, misericordioso, comprender y abrazar a los otros. Sólo desde el reconocer la pequeñez y acogerla, nos podemos abrir a la gracia y el amor que Dios quiera derramar en nuestras pobres vidas.

Lo que cambia y transforma a las personas y sus corazones no es el hacerles sentir culpables por sus faltas y pecados, no es el recordarles sus caídas, defectos y debilidades, no es señalarles o juzgarles…

Lo que verdaderamente cambia y transforma la vida es el amor. El encuentro con el amor incondicional y el acogerlo, te lleva a amarte. Y en la medida que te amas y aceptas de manera integral, te abres al amor a Dios y a quienes te rodean y permites que su gracia se derrame sobre ti.



martes, 16 de febrero de 2021

“LO QUIERO ¡YA!”


Vivimos en la cultura de la velocidad, de las prisas, de la eficiencia, de los resultados. Todo lo queremos obtener rápidamente: si es para hoy mejor que para mañana, si es para dentro de un rato mejor que para dentro de unas horas.  Ya no queremos esperar, nos impacienta la demora, nos estresan las “largas colas”… Ya no disfrutamos del ritmo lento, exigimos a los otros que se apuren…

Todo el día en una carrera desenfrenada deseando lograr resultados y frutos en el menor tiempo posible: Si nos enfermamos queremos sanar cuanto antes, si viajamos deseamos llegar pronto a nuestro destino, si salimos de compras esperamos encontrar rápido lo que buscamos, si nos toca hacer las tareas de casa nos afanamos por acabar pronto…

Con nuestra fe nos pasa lo mismo: nos desespera una Eucaristía que se alarga más de la cuenta, buscamos la iglesia que nos brinde una mejor oferta en cuanto a tiempo de preparación para los sacramentos, esperamos salir transformados y convertidos o al menos consolados del sacramento de la reconciliación, en la oración suplicamos que se satisfagan nuestras necesidades y si no obtenemos lo que queremos: abandonamos la oración o nos enojamos con Dios…

¿Cuál es la prisa? ¿Para qué tanto correr? ¿Cuál la necesidad de obtener algo? ¿Acaso no es un engaño de la sociedad moderna? Velocidad, esfuerzo, inversión de energía, cansancio, problemas de salud, ansiedad, estrés…

 

¿Qué diría Jesús ante todo esto? Alégrate de tener vida, agradece lo que eres, lo que tienes y lo que te rodea, no te impacientes porque todo llega, disfruta de cada momento porque todo lo creado tiene su tiempo, ama todo lo que haces por insignificante que parezca, ama todo lo que tocas, ve a tu ritmo, todo está envuelto y habitado por Dios, tu vida es importante y no tienes necesidad de demostrarlo, ábrete al amor que se te regala en cada momento y que pierdes por estar en otra sintonía y a otra velocidad

Esta carrera imparable por alcanzar no es otra cosa que la necesidad profunda de encontrar el amor incondicional que todo ser humano ansía y desea, el deseo de unirnos íntimamente con Dios. ¿Crees que en el ritmo vertiginoso, en el hacer, en el ruido… lo vas a hallar?. 

domingo, 14 de febrero de 2021

“SI QUIERES…”

 

Mc. 1, 40-45. Un leproso se acerca a Jesús y le dice: “Si quieres…”. Es consciente de su enfermedad y lo que le ocasiona. Se reconoce necesitado pero no impone a Jesús su sanación sino que se abandona. Se acerca con humildad y no con exigencias.

“Si quieres…” La actitud de quien reconoce su pequeñez, su limitación, su fragilidad… de quien se sabe dependiente, en manos de… de quien suplica pero abierto a lo que se le quiera dar

¡Qué diferente la actitud del leproso a la de quien se acerca a Dios por medio de la oración: exigiendo, imponiendo, acusando…! Y es que… ¿Acaso nos creemos más que Dios para juzgarle por lo que nos pasa, ordenarle qué hacer o culparle por lo que nos sucede o por no evitar desastres?


“Si quieres…”

  • La actitud de quien se sabe en manos de un Padre bueno y providente
  • La actitud de quien se sabe hij@ amad@, escuchad@, acompañad@
  • La actitud de quien se abandona y confía

Humildad (“Si quieres…”) frente a soberbia (“Lo quiero y lo quiero ¡YA!)

Dejemos a Dios ser Dios. Querer usurpar su lugar no nos soluciona los problemas, nos aleja de Él y nos daña

Dejemos a Dios ser Dios

sábado, 13 de febrero de 2021

“PARA DIOS ERES MUY IMPORTANTE”

 

“Un solo pensamiento del hombre vale más que todo el mundo; por tanto, sólo Dios es digno de él”. San Juan de la Cruz.

 

Tu Dios es cercano, compañero, camina a tu lado. Tu Dios te conoce y para Él eres importante, tan importante que ni tan solo un pensamiento, ni tan solo un buen deseo o intención, le pasan desapercibidos. Y no solo eso, por insignificante que te parezca eso que has pensado o deseado, para él vale más que todo el mundo.

Si está atento y considera valioso lo que piensas y deseas… ¡Cuánto no más valora tu vida! Permanece pendiente de tus necesidades, problemas y preocupaciones y no se desentiende de tu dolor y sufrimiento.

Hace dos mil años sintió compasión por aquella multitud que le seguía y no tenía que comer, resolvió y todos quedaron saciados. Ahora, en esta situación que nos toca vivir, siente compasión por lo que nos sucede producto de esta pandemia: enfermedad y muerte de familiares y amigos, crisis económica, pérdida de trabajo, desolación, miedo, incertidumbre, tristeza, desesperanza, confusión, angustia… Entonces como ahora quiere saciar tu hambre y tu sed



Sólo en Dios puedes encontrar el consuelo, la fortaleza, la respuesta a tus dudas, la esperanza en medio de la noche, la Palabra que aliente tu caminar. Reconoce de quien eres, a quién perteneces, de quién dependes.

Te conoce, te ama, no te deja sol@. Se humilde y déjate ayudar por quien es la Respuesta. Dios siente compasión por lo que te sucede y quiere actuar. Recuerda: “Para Dios eres muy importante”

jueves, 11 de febrero de 2021

“LA HERMANA MUERTE”

 

Una de las cosas que nos hace iguales, a todos los seres humanos del planeta y por la que todos vamos a pasar, es la muerte. Y el problema no es la muerte en sí sino la actitud que tenemos ante ella

Para quienes no tienen fe, todo acaba cuando el corazón deja de latir. Para quienes creen en la reencarnación, volverán acá a la tierra con otra apariencia. Para quienes creemos en la vida eterna y en las promesas de Dios, sabemos que estamos de paso y que tarde o temprano: veremos al Señor cara a cara y nos reencontraremos con nuestros seres queridos

San Francisco veía la muerte como hermana y compañera, y todos los santos han deseado morir para fundirse en un abrazo definitivo con el Amor, con Dios.



Si la muerte es una realidad que nos va a llegar tarde o temprano: ¿Por qué no vivir preparados? ¿Por qué nos resistimos a que se vayan familiares y amigos y hacemos grandes cadenas de oración para retenerlos un poco más en esta tierra? ¿Por qué ver a la muerte como una enemiga y no como una maestra que nos enseña a vivir con más plenitud y a darnos cuenta de nuestros apegos y cadenas? ¿Por qué no mirarla de frente y aceptarla como parte de nuestra condición humana?  ¿Por qué no hablar de ella? ¿Por qué enojarnos contra ella? ¿Por qué acusar a Dios de llevarse a quienes creemos todavía necesarios entre nosotros?

Somos seres finitos, limitados, estamos de paso… Agradezcamos al Señor el haber conocido y compartido con quienes se nos adelantaron, confiados en que un día volveremos a encontrarnos con ellos. Y sigamos viviendo, amando y sirviendo, porque no sabemos cuándo será nuestro día y nuestra hora. No dejemos proyectos para mañana, no esperemos a estar preparados para comprometernos… Hoy, aquí, ahora… 

Fuimos creados por amor y por el Amor, para vivir desde el amor, y regresaremos al Amor que nos creó. Si ésta es nuestra fe vivamos desde ella.

miércoles, 10 de febrero de 2021

“¿QUIERES UN CAMBIO EN TU VIDA?”

 

Lo que cambia y transforma, lo que convierte el corazón, no es el hablar mucho de Dios, tampoco ampliar nuestros conocimientos sobre lo que es o no Dios, ni el estar todo el día en el templo… Lo que verdaderamente produce la conversión es tener experiencia de Dios, abrirnos al don, al Amor que es, al Amor que se nos regala a través de nuestra vida y que podemos contemplar en todo lo creado

Nuestra transformación no va a ser fruto de nuestro esfuerzo, de méritos o de sacrificios. Con esto no digo que hay que quedarse de brazos cruzados. Tenemos que poner todo de nuestra parte para que se produzca ese encuentro sabiendo que el protagonista es Él y quien obra el cambio es Él. Algo así como ¡ponerse a tiro!

Podemos constatar que nuestras oraciones muchas veces no dan el fruto deseado y esperado, seguimos en lo de siempre, caemos en los mismos hoyos y tropezamos en las mismas piedras… Y todo porque no le dejamos ser y hacer en nuestra vida. Mientras no paremos, silenciemos nuestros ruidos, nos dispongamos a aceptar lo que tenga que pasar, abramos nuestro corazón… nuestra oración continuará siendo estéril y nuestra vida la misma de siempre.

No es tanto lo que haces sino que te dejes hacer

No es tanto lo que dices sino que escuches

No es tanto lo que te des sino lo que Él te quiere regalar.

No es que tú le buscas y Él se deja encontrar, sino que Él te busca y de ti depende si quieres dejarte encontrar



lunes, 8 de febrero de 2021

“¿SERÁ QUE DIOS NO ESCUCHA NUESTRAS ORACIONES?”

 

En estos momentos en los que la pandemia está en su incidencia más alta, somos muchos los que clamamos por la sanación de familiares y amigos, y otros por su propia sanación.

La realidad es que no todos son sanados. ¿Será falta de fe? ¿Será que no oramos lo suficiente? ¿O será que Dios no escucha nuestras oraciones?

La vida, la muerte y todo lo que acontece en el camino: es y seguirá siendo un misterio para el ser humano. Es inútil, desgastante y una pérdida de tiempo atormentarnos con preguntas tratando de encontrar el porqué de todo. Nos podemos encerrar en una actitud derrotista y agresiva, tenemos derecho a enojarnos con la vida y con Dios, pero seguiremos sin encontrar respuesta a nuestras preguntas.

Aceptemos que no todo lo podemos, que no todo lo sabemos, que no todo lo controlamos…

Aceptemos nuestra finitud, nuestra limitación, nuestra debilidad, fragilidad…

No se nos prometió una vida sin enfermedad, sin situaciones adversas, sin cruces que cargar… pero sí estar acompañados en todo momento. Somos de Dios, le pertenecemos, nos ama, estamos en buenas manos. "NO ESTAMOS SOLOS". Estamos en las manos de un Padre Bueno que sabe dar a sus hijos lo que más les conviene. Que sepamos acoger siempre y en todo su voluntad aunque algunas veces no coincida con nuestros deseos o quereres.



domingo, 7 de febrero de 2021

“EL ENCUENTRO ES EL ORIGEN DE TODO”

 

"Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles." Marcos 1, 31

A veces los cristianos empezamos la casa por el tejado. Nos ponemos a servir y nos comprometemos sin que se haya producido un encuentro con el Señor, sin que antes hayamos experimentado su amor incondicional

No es lo mismo saber de Dios o creer en Él que conocerle y experimentar su Presencia y amor. De la misma forma que un plato de comida no me quitará el hambre por mucho que piense en él y crea que así será, sino en la medida que me dé la oportunidad de degustarlo.

La base, el cimiento de nuestra fe es el encuentro con quien nos ha creado y nos ama. Si descuidamos ese encuentro se enfriará nuestra fe o acabaremos siendo funcionarios trabajando en las iglesias y respondiendo a un Dios que poco o nada tiene que ver con el que Jesús quiso mostrarnos con su vida y palabras

El encuentro con Jesús, experimentarse amado… es sanador y liberador. Ese encuentro puede sanar dolencias físicas pero también emocionales y espirituales. ¿Cuánto odio, rencor, deseo de venganza, sentimientos de culpa…hay en muchos corazones?

La sanación y liberación integral de la persona llena de paz y de amor. Es el encuentro, la experiencia de ser amado y la sanación posterior la que empuja a la acción, al servicio, a amar todo y a todos



Si nos seguimos enfocando en la ascética (en el hacer, en el esfuerzo que hacemos, en los sacrificios…) y no tomamos conciencia de la importancia de la mística y la integramos en nuestra vida… acabaremos cansados, frustrados, decepcionados, y seguramente tarde o temprano tiraremos la toalla

Jesús nos enseña el camino. El encuentro de Jesús con la suegra de Pedro es un claro ejemplo pero también el encuentro de Jesús con sus discípulos. Los discípulos caminaban con Jesús, colaboraban con él, comían y oraban con Él… pero el encuentro profundo e íntimo con todos ellos no se produjo hasta la resurrección. Este encuentro fue sanador porque se sintieron amados y perdonados,  y les liberó de sus miedos y temores lanzándolos a la misión

Pongamos todos los medios a nuestro alcance para encontrarnos con quien nos espera en todo momento. Busquémosle en el silencio, en su Palabra… todos los días… sin desfallecer. Es lo único que tenemos que hacer… lo que suceda en ese encuentro y posteriormente ya no lo podemos controlar. Que sea lo que Él quiera.

jueves, 4 de febrero de 2021

“SILENCIO, CÁLMATE”

 

Es lo único que dice Jesús cuando, en medio del mar y en plena tempestad, los discípulos le despiertan aterrados por el miedo

Tormenta, ruido, viento, las olas estrellándose contra la barca y el agua entrando. Hoy son los múltiples quehaceres, las falsas creencias, las ideas irracionales, las fantasías que armamos en nuestra cabeza, las preocupaciones, los ruidos internos, las dudas, las angustias, las prisas, las deudas…

Y mientras tanto, Él duerme. Duerme porque se sabe hijo amado, porque se sabe dependiente del Padre, porque vive confiado en su providencia amorosa. Sabe que estás lidiando con la tormenta  pero te deja luchar contra tu tempestad porque respeta tu libertad y no quiere entrometerse

¿No le importa que te hundas? Claro que sí pero espera que le pidas ayuda, que seas humilde y reconozcas que solo con tu esfuerzo no lograrás lo que deseas, que confíes más en lo que Él puede hacer, que seas consciente de que formáis un equipo, la misión es compartida.



Y como te quiere, y como eres importante para Él, es a ti a quien dice: “Cállate, cálmate” Solo dos palabras dichas con la autoridad que solo una fe firme puede dar.

“Cállate. Haz silencio. Al menos desea hacer silencio y pon los medios… el resto lo hago yo, lo que tenga que pasar déjalo en mis manos”

“Cálmate. Baja el ritmo. Estate presente en lo que haces, vívelo, siéntelo, agradécelo. Enfócate solo en una acción cada vez”

Hacer silencio y estar plenamente en el aquí y el ahora, todo un desafío en este siglo XXI por el exceso de ruido, actividad y prisas

Hacer silencio y estar plenamente en el aquí y el ahora son los medios a nuestro alcance para reconocer y experimentar la presencia de Dios en nuestra vida

Eres libre, tú decides a quien responder: Al ruido y a la velocidad que exige la sociedad moderna o al silencio y a la calma a la que te invita Jesús.

miércoles, 3 de febrero de 2021

“TU CAMINO ES DISTINTO AL MÍO”

 

Somos totalmente diferentes por origen familiar, cultura, formación, cualidades, creencias, experiencias vividas, edad, cuerpo físico… No hay dos seres iguales en todo el planeta. Cada uno creado único, irrepetible y especial.

Porque somos distintos, cada uno recorre su camino personal. Cometemos un error al querer andar sobre los pasos de otros, o al exigirnos realizar tramos que no nos corresponden, o al desviarnos por querer agradar, o para que hablen bien de nosotros o cumplir las expectativas de otros.

Cada uno tiene que andar su propio camino y enfocarse en él. Tal vez coincidamos en algún momento pero sin perder la singularidad y autenticidad y siendo conscientes de que podrá ser tan solo por un tiempo.



Si los otros te juzgan o critican, no te entienden o cuestionan tu camino: No te preocupes. Sé fiel a tu camino

Si hay quien te quiere convencer, con buena o con no tan buena fe, de que cambies de rumbo o de destino… Sé fiel a tu camino

En nombre de Dios muchas veces exigimos a otros responder de la misma forma o manera que nosotros, les regañamos  y echamos en cara el no llegar a actividades que programamos y que nos parecen importantes e interesantes. Ese a quien exiges, regañas, no entiendes, criticas… está realizando su propio camino. Si quieres ayudarle: respétale en su camino, acepta que tiene que seguir su proceso, acepta que no comparta “esas cosas” que para ti son importantes y fundamentales. Trátale como un fin y no como un medio, ha sido creado por amor. Mírale como te mira quien te ama y te da vida cada día

Tantos caminos como personas. Tu camino es distinto al mío. Respetemos nuestros caminos.

martes, 2 de febrero de 2021

“CAMBIA TUS CAMINOS”

 

Si hoy Jesús te dijera que cambies tus caminos ¿Cuál sería tu reacción? Tal vez tengas muy claro que es lo que hay que cambiar, o quizás te creas tan “buena persona” que consideres todo está “cheque” en tu vida, o a lo mejor tan cumplidor de las normas y preceptos que sientas que ya es suficiente, o incluso muy comprometido en lo social y que haces más que otros…

A veces no se trata de cambiar lo externo: lo que se ve, lo que los otros pueden ver, lo que da resultados o frutos. Al joven rico se le pidió un cambio interno pues estaba muy apegado.

Vamos hoy a hacer una revisión hacia adentro para ver si hay algo que podemos cambiar:

  • Cambia tu forma de hacer las cosas. ¿Te has planteado por qué haces lo que haces? ¿Por quién? ¿Para qué? ¿Estás presente y consciente a la hora de hacer? ¿Lo que haces lo disfrutas, lo vives o andas siempre a la carrera?
  • Cambia tus actitudes. ¿Hay alguna actitud por ahí que te está dañando o está perjudicando a otros?
  • Cambia tu forma de relacionarte contigo. ¿Te tratas con amor y respeto o con dureza? ¿Te aceptas integralmente o hay aspectos de tu dimensión física, de tu historia pasada, de tu forma de ser… con lo que no has hecho todavía las paces? ¿Eres capaz de poner límites? ¿Sabes equilibrar trabajo y descanso?
  • Cambia tu forma de relacionarte con los otros y las cosas, porque al igual que tú, también han sido creados por el Amor y por amor y están envueltos y habitados por ese amor


¿Cuántas veces has querido que tu hijo, tu hermana, tu amigo, tu vecina, tu jefe… cambien? El problema es cuando creemos que los otros tienen que cambiar. Vemos la mota de polvo en el ojo ajeno pero la viga de nuestro ojo no nos permite ver nuestra realidad. Cambiemos nuestra vida y sin esfuerzo y con suavidad todo se ordenará y se colocará en su lugar