jueves, 28 de febrero de 2019

"¿Y QUÉ SI...?"


¿Y qué si…
… me enfermo?
… no me siento con las mismas fuerzas que antes?
… envejezco?
… no me valoran, aceptan o aprecian?
… me rechazan?
… no me tienen en cuenta?
… no tengo éxito?
… paso desapercibid@?
… pierdo mis dones?
… no logro lo que me había propuesto?
… me equivoco?
… no me aplauden?
… me critican?
… no tengo casa propia?
… no tengo carro?
… no soy correspondid@ en el amor?
… las cosas no salen como había planeado?
… no me contratan?
… no me quieren?
… me miran mal?
… se muere mi mascota?
… me bajan de cargo en el trabajo?
… me piden que me retire de un compromiso en la iglesia?
… no me apoyan?

No tiene nada que ver con ¡paso de todo!, ¡a mi me vale…!, ¡y a mi ¿qué?!

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Si DIOS es MI ABSOLUTO, nada de lo anteriormente enunciado, me puede afectar. Si algo me afecta, soy esclav@ de ese algo. ¿Cómo nos hacemos esclavos? Convirtiendo los medios en fines. Si DIOS es MI ABSOLUTO… soy libre
Revisa qué es lo que te afecta en tu día a día y te darás cuenta de quiénes o cuáles son tus fines o tus absolutos. Nunca es tarde. Es una decisión personal. Tú eliges.

sábado, 23 de febrero de 2019

“¿DE QUÉ ME SIRVE GANAR EL MUNDO SI PIERDO MI ALMA Y MI VIDA?”


La sociedad nos invita a tener: dinero, cosas materiales, prestigio, éxito, fama, poder, salud, juventud… Nos invita a buscar el placer en sus diversas formas, a preocuparnos de nosotr@s mism@s, a ser más que… o a llegar más lejos que…Podemos dedicar tiempo y energía en todo esto pero ¿de qué nos va a servir? ¿Acaso algo de esto permanece?
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  • Cuando no lo tenemos, lo deseamos y nos volvemos así esclavos de ello. Tal vez queremos sobresalir por encima de otros o demostrar que podemos o valemos. Nos hipotecamos en una carrera interminable hasta hacer lo imposible por lograrlo
  • En la medida que alcanzamos nuestras metas, el miedo a perder todo lo conquistado se apodera de nosotros. Nosotros mismos contribuimos a nuestro encadenamiento


Revisemos cómo estamos viviendo, a qué le damos prioridad, qué nos mueve a hacer, qué deseamos, hacia dónde vamos, qué nos inquieta, qué criterios utilizamos a la hora de tomar decisiones…

¿Y si hoy fuese nuestro último día? ¿De qué habrá servido lo que hemos conquistado? ¿Nos sentiríamos satisfechos y en paz?

miércoles, 20 de febrero de 2019

"ME HONRAS CON LOS LABIOS PERO TU CORAZÓN ESTÁ LEJOS DE MÍ"


Yo me siento una de esas fariseas… ¿Qué hago por Cristo?... Cristo es hoy, es ahora… se presenta ante mí en cada persona, en cada acontecimiento…

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En esta realidad de dolor, de sufrimiento, de injusticias… no dejan de sucederse situaciones a mi alrededor que me cuestionan y sacuden. Personas y familias enteras experimentan necesidades, dificultades y problemas: Don “V” fallece en la puerta de catedral, donde siempre pedía, solo y abandonado… “C” es alcohólico, tiene una hernia y no dispone del dinero necesario para operarse… “G” no matricula a su hijo en la escuela por falta de recursos… “R” apenas tiene para lo del día, y recientemente diagnostican a su hijo con leucemia… “J” no se puede matricular en el colegio porque tiene pendientes las mensualidades del año pasado… “B” tiene que trabajar por la noche en la maquila arriesgando su vida en el desplazamiento… “L” intenta acabar con su vida porque se siente un estorbo… “C” fue abusada por su cuñado cuando tenía 9 años… a “A” le abandona su esposo después de 30 años de matrimonio…

Ante todo esto siento rabia, impotencia… pero también enojo conmigo por no hacer lo suficiente. Hay quien se preguntaría ¿dónde está Dios en medio de estas realidades?. Pero para algo nos ha creado… tiene nuestros ojos, nuestras manos, nuestros recursos, nuestras cualidades y dones para poder responder a las situaciones que se nos van presentando

Más bien, Dios está disfrazado y escondido en cada una de esas personas que se cruzan a nuestro lado. ¿Cómo respondo? Hay una canción que dice “No, no, no basta rezar, hacen falta muchas cosas para conseguir la paz”. Es necesario orar, rezar pero no descuidemos a nuestro prójimo porque de ser así escucharemos a Jesús decirnos: “Me honras con los labios pero tu corazón está lejos de mí”

¿Qué hago por Cristo? ¿Qué puedo hacer por Cristo?

lunes, 18 de febrero de 2019

"VENID CONMIGO"


“Venid conmigo a un lugar tranquilo y descansad en mi vuestro cansancio… dejad que cure las heridas… reponed con mi pan vuestras fuerzas…”

La invitación es para todos. La vida se nos va sin darnos cuenta… pasan los meses, los años… y ¿qué estamos haciendo? ¿hacia dónde vamos? ¿vivimos o sobrevivimos?
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El activismo es una de las lepras de este siglo. Todos esperan las vacaciones pero pocos dedican tiempo a estar y descansar cada día. Incluso podemos caer en la tentación, en nombre de Dios, de estar en un hacer continuo y descuidar lo más importante

¿Cómo se puede entender la vida de una persona que se dice cristiana sin oración, sin ese tiempo diario de recogimiento, silencio, escucha y meditación de la Palabra? Muchos rezan pero son pocos los que oran… porque no hay tiempo. ¡Qué fácil rezar mientras se va en el carro, en el bus o caminando… mientras se barre o se cocinan los frijoles… cuando nos levantamos o nos acostamos!

La invitación de Jesús va más allá de los rezos… nos invita a ir con Él, a descansar en Él nuestros cansancios, a estar con Él, a compartir con Él nuestras preocupaciones, a reponer en Él y con Él nuestras fuerzas… pero “no tenemos tiempo, ¡hay que hacer tantas cosas!”… como si este planeta no girase sin nosotros, como si fuésemos imprescindibles…

Podemos elegir seguir perdidos y perdiendo la vida en un hacer que solo nos lleva a agotarnos, a sentirnos vacíos, a buscarnos… o podemos optar por asumir la responsabilidad de que somos nosotros quienes organizamos nuestro tiempo y ordenamos nuestro día.

Jesús nos invita a un lugar tranquilo a descansar.. ¿Vamos a aceptar la invitación o vamos a continuar poniendo excusas?. ¿Qué tiene que sucedernos para frenar este ritmo acelerado y el afán de hacer?

Si nuestros múltiples quehaceres y compromisos no tienen su sustento y su cimiento en ese tiempo de recogimiento y oración… difícilmente daremos fruto. Nosotros decidimos

sábado, 16 de febrero de 2019

"CUANTO MÁS CERCA..."



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Cuánto más cerca quiero y creo estar… más me alejo o más lejos te siento
Cuando siento que doy un paso adelante… algo pasa y siento que retrocedo tres
¡Cuánto por cambiar, cuánto por aprender, cuánto por mejorar…!
¡Cuánto por soltar!

Sólo con Tu ayuda, con Tu gracia
Sólo teniendo los ojos fijos en Ti
Sólo dejándome hacer, llevar…

martes, 12 de febrero de 2019

"QUE NOS ENCONTREMOS CONTIGO"


En ocasiones la gente me pide oración y otras veces les escucho sus peticiones. La mayoría de las veces pedimos, no lo que necesitamos sino lo que creemos que necesitamos o lo que deseamos para nosotros y otros. En la mayoría de las oraciones nos buscamos y, no buscamos tanto la voluntad de Dios

En la enfermedad se pide salud, ante la pérdida de un trabajo se pide encontrar otro… ¿Cuántas veces pedimos encontrarnos con el Señor, que se haga su voluntad…?
“En esta situación que otros o yo vivimos, en la prueba, en este acontecimiento, en la dificultad… en medio del dolor, del sufrimiento o del caos interno… que logremos encontrarnos contigo”
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El Señor, que desea encontrarse con nosotros, no cesa en su búsqueda y se aprovecha de todo/s para hacerse el encontradizo con nosotros. Que estemos abiert@s, atent@s, despiert@s... para que ese encuentro se produzca. ¿Podemos aspirar a algo mejor que eso?¿Acaso hay algo mejor?

¿De qué sirven la salud, el dinero, las posesiones, estar rodeados de gente que nos quiere, el éxito, el poder, la fama, el prestigio, los honores… si todo eso nos mantiene a años luz de la Presencia del Señor?
¿De que sirve tenerlo “todo” si me falta “TODO”, si mi corazón está vacío, si mi vida carece de sentido, si soy esclav@ de “todo”…?

Que el Señor nos de en cada momento lo que necesitamos, que se cumple su voluntad en nosotr@s para poder encontrarnos con Él y vivir en su Presencia.

sábado, 9 de febrero de 2019

"¿ME CONTARÁ JESÚS ENTRE SUS HERMAN@S?"


Dice Jesús: “El que haga la voluntad de Dios es mi hermano, y mi hermana y mi madre”. No nos podemos quedar con el argumento de: “No hago daño a nadie, además voy a misa, rezo el rosario y tengo un trabajo en el que puedo ayudar a otros”. Preguntémonos: ¿Miramos a los otros como herman@s, con el mismo amor y misericordia con que los miraría Jesús? ¿Hacemos por ellos lo que Jesús haría? ¿Cómo nos relacionamos con los demás: de igual a igual o es una relación basada en el poder, en el control, en la manipulación, en la indiferencia…?

¿Me siento dign@ de llamarme herman@ de Jesús? ¿Me contaría Jesús entre sus herman@s? ¿Realmente hago su voluntad o la mía? ¿Hay algo que debe cambiar en mi forma de ser y relacionarme con quienes me cruzo en el camino?

Y… ¿quiénes son mis herman@s?
Orando y reflexionando sobre el pecado, a una persona le resonó en su corazón la pregunta que Dios le hace a Caín: “¿Dónde está tu hermano?”.
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¿Qué responderíamos a Dios si nos hiciera esta pregunta? Esa persona a la que miramos con desprecio, esa persona a la que criticamos, esa persona que nos hace la vida imposible o aquella que nos ofendió, esa persona a la que ignoramos o de la que pasamos… los políticos, el viejito que pasaba sentado en la puerta de catedral, el señor que barre la acera en la madrugada cuando todos duermen, las que venden su cuerpo por las noches en los alrededores del “María”, los niñ@s de la calle que tienen por techo el cielo, los presos, las muchachas que son abusadas y/o violadas, los que cobran el impuesto de guerra a buseros y taxistas, los empresarios que explotan a sus empleados, las mujeres que trabajan doce horas al día en las maquilas para poder llegar a fin de mes, los que no encuentran una razón por la que vivir e intentan acabar con su vida, los que tienen que salir del país por necesidad o por seguridad, l@s marer@s, los policías, los carreteros que venden sus frutas y verduras desde bien temprano por las calles, los que recogen basura… todos y cada uno de ellos son herman@s nuestr@s... ¿Acaso no son también ellos Hijos de Dios?

Después de una revisión como ésta a mí solo me cabe ponerme de rodillas, bajar la cabeza y con tristeza, dolor y lágrimas en los ojos, pedirle a Dios que se apiade de esta pobre pecadora.

miércoles, 6 de febrero de 2019

"EL PERDÓN DE DIOS ES INCONDICIONAL"


Oigo a muchos decir que Dios nos perdona si nos arrepentimos. Si esto fuera cierto, el perdón de Dios estaría condicionado y sería falso el decir que su amor y su perdón son incondicionales
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El perdón de Dios es incondicional… es una afirmación rotunda… ¿lo crees así?. Yo así lo creo… y lo voy a argumentar con varios ejemplos:
1.- Estaba Jesús en la cruz y dijo: “Padre perdónales porque no saben lo que hacen”. ¿Acaso se estaban aquellos arrepintiendo? Eran conscientes de lo que hacían y estaban convencidos de que hacían lo correcto pues respondían a su "dios". Jesús les perdona porque su amor y su perdón no tienen límites. Su amor y su perdón no tienen nada que ver con la lógica y la razón nuestra, sobrepasan nuestro entendimiento. Solo tenemos que acogerlo

2.- Cuando le preguntan los discípulos a Jesús cuántas veces tienen que perdonar, éste les responde “setenta veces siete”, o lo que es lo mismo: “Siempre”. ¿Cómo va a pedir Jesús que perdonemos siempre y Él andar seleccionando a quién perdona y a quién no?

3.- Unos amigos de un paralítico, llevan a éste hasta Jesús para que le sane de su parálisis. Jesús lo primero que se le ocurre es perdonarle sus pecados. ¡Pero si no iban a eso!. Él sabe lo que necesitamos y nos lo da aunque no lo pidamos.

Para no alargarme, solo un ejemplo más… el que siempre le escuché a mi madre sobre el perdón de Dios. “Si yo que soy vuestra madre os perdonaría cualquier cosa que hicierais, ¿cómo no os va a perdonar Dios?”

Dios nos regala su perdón… es cosa nuestra aceptarlo o no… encerrarnos en la culpa, distraernos con otras cosas para no pensar en ello… Judas no lo acogió y se quitó la vida… Pedro tuvo la humildad de reconocer su error, levantarse, mirar al Maestro y seguir caminando con el único deseo de seguirle… hasta el final

Ya estás perdonad@ pero espera que acojas su perdón… busca un sacerdote y celebra la fiesta del reencuentro con Aquel que te ama incondicionalmente

sábado, 2 de febrero de 2019

“DIOS SALE A NUESTRO ENCUENTRO EN CADA PERSONA Y ACONTECIMIENTO”


Dios que es Amor, trata de encontrarse con nosotros en cualquier momento del día y en cualquier circunstancia. El problema es que no siempre nos percatamos porque andamos distraídos.

Resultado de imagen para Señor donde sea que yo esté encuéntrame siempreUna enfermedad, una lesión, un accidente, una decisión errónea en nuestras vidas… suceden y escapan de nuestro control. No nos los manda Él pero los utiliza y se sirve de ellos para encontrarse con nosotros. Allá nosotros si sabemos verlo, aprovecharlo y vivirlo así.

A unos lo primero que les viene a la mente cuando ocurre algo que no estaba en sus planes es: ¿Qué habré hecho yo para merecer esto? ¡Como si fuera un castigo por los pecados! ¡Como si Dios fuera alguien que me manda cosas buenas o malas en función de cómo me porte!.

Otros no culpan a Dios o a su mala suerte, lo justifican y no lo aprovechan
Los hay que empiezan a rezar para que se solucione el inconveniente cuanto antes
Y los menos tratan de acercarse al Dios que desea encontrarse cara a cara y personalmente con cada uno

Dios lo único que desea es amarnos y que nos abramos a ese amor. ¡Y es tan grande su amor, que aprovecha todo lo que nos pasa para encontrarse con nosotros!. “DIOS SALE A NUESTRO ENCUENTRO EN CADA PERSONA Y ACONTECIMIENTO”. ¿Hasta cuándo vamos a seguir cerrándole la puerta? ¿Qué nos lo impide? ¿Cuáles son nuestros miedos? Despertemos… no somos nada, no tenemos nada, lo único real y permanente es Él, su Amor. Volvamos nuestra mirada hacia Él y no esperemos a que algo o alguien detenga el ritmo desenfrenado de nuestra vida.

Más de una vez me han pedido que rece por la salud de alguien… me quedo callada… mi oración es: “Que en su enfermedad “X” y su familia se encuentren con Dios”. A San Ignacio una bala de cañón le destrozó la pierna y cojeó toda su vida. Fue el medio que le hizo frenar, conocer a Cristo, enamorarse de Él y seguirle… hasta el final.