miércoles, 31 de agosto de 2022

“Y TÚ ¿QUÉ QUIERES?”

 

Hay momentos en la vida en los que nos encontramos en ese cruce de caminos en el que urge tomar una decisión. Siempre buscamos una palabra que oriente nuestros pasos. No hay que olvidar que, si bien Dios se comunica por medio de los otros, también el mal espíritu se sirve del mismo medio para desviarnos del propósito o fin para el que fuimos creados

Es importante discernir las voces que nos llegan del exterior. Podemos dar más valor o peso a las voces amigas, o incluso a aquellas que tienen cierta autoridad eclesial, cuando puede que nos estén queriendo conducir en función de sus intereses o desde lo que creen mejor y no tanto tratando de buscar la voluntad de Dios. En otras ocasiones podemos caer en el error de desestimar voces que son importantes y valiosas y que nos guían a buen puerto.

En uno u otro caso siempre es importante escuchar, discernir, orarlo… Preguntarse: “Y yo ¿qué quiero?”. Cuestionarse sobre las verdaderas motivaciones. Está muy bien todo lo que me digan pero no debo conceder a las otras voces más poder que el que tiene mi propia voz interior (la voz del Señor en lo más profundo de mí). Te comparto una frase que leí el otro día: “Despertar los oídos internos para escuchar la voz que habla en el corazón. Es Él quien habla contigo”

Si no tengo claro hacia dónde voy, qué es lo que quiero:

  • Seré como una cometa manipulada por los deseos de otros
  • Pasaré la vida dando tumbos en función de lo que me digan o aconsejen, sin llegar a ningún punto en concreto

Si tengo claro hacia dónde voy, qué es lo que quiero:

  • Escucharé aquellas voces que me orientan y empujan a mi destino
  • Seré capaz de soltar y renunciar a todo lo que sea un obstáculo en mi camino
  • Me determinaré a continuar a pesar de las dificultades que se puedan presentar

Las respuestas a los interrogantes más profundos están ahí, en lo más profundo. Hacer silencio… escuchar… discernir… orar… confrontar con el/la acompañante… y tomar la decisión. ¿Cuál de estos pasos no tenemos en cuenta y pasamos por alto cuando se trata de buscar la voluntad del Señor?

viernes, 26 de agosto de 2022

“LA PUERTA ESTRECHA”


Hace un par de semanas estuve en Ávila en el convento de la Encarnación. Por gracia de Dios nos tocó un guía espectacular, se llama Miguel. No puedo describir con palabras lo que para mí significó estar ahí y Miguel consiguió añadirle algo más. Es un hombre que transmite no solo datos sino vida. Nos contó un montón de anécdotas y también fuertes experiencias personales. Hubo muchas cosas que llamaron mi atención y me tocaron. Nos habló de Carlota, una muchachita del mismo Ávila que con quince años escuchó clara la voz del Señor diciéndole que la quería con Él en el convento de la Encarnación. Sus padres se acercaron un día con ella para conocer y la priora le dijo que esperara hasta que cumpliera los 18 para confirmar si ese llamado seguía resonando en su interior. “Para no hacer largo el cuento” Carlota entró el 15 de agosto de este año en el convento, exactamente el día en que cumplía su mayoría de edad. A su caso se le ha dado prioridad porque para sorpresa de todos nos dijo que estas religiosas tienen lista de espera.

Todo esto para contar otra de las cosas curiosas de ese día. Miguel, en su explicación, nos recordó el momento en el que Teresa regresa a “La Encarnación” y sus hermanas religiosas se amotinan porque no la quieren ahí. Teresa para evitar el linchamiento se cuela por “la puerta estrecha”. Y entonces Miguel nos la señaló. Realmente una puerta estrecha y bajita. Inmediatamente me conectó con aquella de la que habla Jesús en el Evangelio. Me hizo sonreír y me dio qué pensar

Esa puerta estrecha se ve o se siente muchas veces como una puerta fastidiosa pues implica renuncias, soltar, determinarse, abajarse… sin embargo a Teresa le salvó de quedar mal parada, y para nosotros también es un medio de liberación.

¿Qué tan grande es el deseo de pasar por esa puerta? ¿Qué se necesita para poder cruzarla? Me vienen tres respuestas seguramente muy influenciadas por Santa Teresita:

Ser pobre. Nada tengo, nada me pertenece, todo se me da no para apropiármelo sino para ponerlo a disposición de otros y siempre para mayor gloria de Dios

Saberme y sentirme pequeña. Abandono y confianza solo en Dios que me sostiene y me provee. Por una puerta pequeña por la que paso Teresa hay que hacerse pequeño para poder cruzarla

Reconocerme dependiente y necesitada. Nada puedo, tan solo soy un instrumento

Solo así, y casi sin darse uno cuenta, es como se deja atrás: la vanidad, la soberbia y el orgullo, la autosuficiencia, el egoísmo, la pereza, la comodidad, la vanagloria…

Enfocarse más en el ejercicio de las virtudes, como recomienda Santa Teresa, y no tanto en querer hacer frente a las debilidades y fragilidad humana porque acaba cansando, frustrando, desesperando… al convertirse en un ejercicio de puro ego y autosuficiencia donde no se le da participación al Señor

Poner de nuestra parte (tender la mano al necesitado, consolar al que está triste, acompañar a quien necesita ser escuchado, pasar desapercibidos al hacer el bien, no desear el poder para brillar, servir, anunciar con palabras y obras la Buena Noticia…) consciente de que todo eso lo hace el Señor y también que hará el resto

Quien nada tiene… todo lo espera

Quien nada puede… se reconoce instrumento

Quien nada es… depende de Su gracia

Quien nada posee… es libre frente a todo

Para quien nada sabe y nada entiende… todo es Misterio

Para quien todo es don… todo lo agradece

 

viernes, 19 de agosto de 2022

“INVITADOS AL BANQUETE”

 

Seguramente todos hemos ido a una celebración a la que nos han invitado y, hemos ido bien arregladitos, con un traje un tanto especial o al menos distinto del habitual. Tal vez la música y la comida, la ropa y el maquillaje, nos han ayudado a olvidar o al menos a enmascarar por un rato lo que había en nuestro interior



Resulta que Jesús sale a las calles para invitarnos también a un banquete, no sin antes ponernos un traje de fiesta. Y en el camino se encuentra con varios tipos de personas Mateo 22, 1-14:

  • Los que buscan justificaciones para no acudir (porque se creen autosuficientes, porque no necesitan esa clase de fiestas, porque son muy selectivos en sus relaciones, porque…
  • Los prefieren quedarse encerrados en sus culpas, en sus errores, en su miseria y no se creen dignos de amor gratuito y por eso no lo aceptan
  • Los que, siendo conscientes de su miseria, con humildad reciben el traje de fiesta y entran a participar de la fiesta

Un buen día uno no se puso el traje, logró esquivar todas las miradas y se coló pero no tardó en ser descubierto. Así sucede hoy también cuando enfocada la mirada en la miseria propia, se rechaza y no se acoge la dignidad de Hijos Amados del anfitrión de la fiesta (Vamos a la fiesta sin el traje que se nos ofrece. Nos amargamos porque no tenemos qué celebrar)

Al banquete se entra con la miseria y con el traje de fiesta, y no se pueden separar de la misma forma que la cizaña no se puede separar del trigo. Es una realidad que hay que acoger y con la que de nada sirve pelear. Y cuando la convivencia se haga insoportable, será momento de recordar el motivo de la fiesta que permite que esto pueda vivirse con paz y agradecimiento: La misericordia.

Pero no queda todo aquí. Ezequiel 37, 1-14. Sale a buscarnos, nos rescata sacándonos de nuestra miseria, nos recuerda la dignidad de Hij@s Amad@s “a pesar de” nuestro historial, y por su gran misericordia nos confía una misión. Y entonces aparecen las dudas: ¿Cómo Alguien que me conoce tanto me puede confiar una misión? ¿Acaso no hay otras personas mejores o más preparadas?... Podría continuar con las preguntas pero solo hay una respuesta a todas ellas: Únicamente Alguien que ama con locura es capaz de…

  • Perdonar hasta setenta veces siete
  • Acoger al ser humano con todo lo que es y tiene en su haber
  • Ofrecer un proyecto que tenemos libertad de acoger o rechazar

Ante un Amor así ¿Vamos a dejar de ir a la fiesta? ¿Seremos capaces de irnos al terminar la fiesta y olvidar lo que ocurrió? ¿Cómo poder responder a tanto amor?

“Demos gracias al Señor, porque es eterna su misericordia”. Salmo 106

miércoles, 17 de agosto de 2022

“CUANDO TODO CONSPIRA EN LA MISMA DIRECCIÓN”

 

¡Qué importante es el prestar atención!. En cosa de tres o cuatro días me he encontrado el mismo mensaje con distintas palabras. Como que todo ha conspirado para que “caiga en la cuenta”.

Ávila. Convento de la Encarnación. Palabras dichas por Santa Teresa a las religiosas: “No os pido más que le miréis”

Taller “Las moradas de Santa Teresa”. Cantar de los cantares 3,2. "Me levantaré, pues, y recorreré la ciudad. Por las calles y las plazas buscaré al amado de mi alma".

Clase de espiritualidad con los Carmelitas de Centroamérica. Tema: “La vocación a la vida religiosa”: “Buscar a Dios es el proyecto humano fundamental (,,,) Buscar a Dios, ver a Dios, manifestar a Dios… en todo, en todos”

Por si fuera poco también me encontré con el salmo 26 que dice: “Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro”

"Me buscaréis y me hallaréis, porque me habréis buscado de todo corazón".  Jeremías 29,13



A veces podemos perder el norte y es preciso mirar la brújula para orientar de nuevo nuestros pasos. En la rutina y los quehaceres podemos dejarnos llevar y olvidar el fin al que han de orientarse nuestras vidas. Si buscar a Dios es el proyecto común a todos habría que revisar si: “Eso” que hacemos, “eso” que tenemos, nuestros proyectos, nuestras decisiones, nuestras relaciones… se orientan a buscarle o a buscarnos

¿Por qué estamos donde estamos? ¿Hacia dónde se dirigen nuestros pasos? ¿Cuáles son nuestras motivaciones? ¿Qué es lo que realmente buscamos?

Es más fácil que te toque la lotería si compras muchos números pero no es imposible si tan solo llevas uno. Tampoco es imposible para Dios regalarnos la gracia del encuentro aunque andemos perdidos y desorientados pero no por eso vamos a descuidarnos, a  dejárselo todo a Él y a desperdiciar y malgastar nuestra vida mientras tanto. Si nuestra motivación en todo lo que hacemos y vivimos está orientada a buscarle, independientemente de las actividades que realicemos, de los lugares que frecuentemos o de las personas con las que nos relacionemos tendremos más posibilidades de que el milagro se dé.

Será preciso discernir, revisarse, tal vez sea necesario cambiar el rumbo, y una vez orientados: Determinarse y perseverar contra viento y marea. “El que busca encuentra” - dice Jesús. Y siempre, siempre, cumple sus promesas.

 

martes, 9 de agosto de 2022

“MISERICORDIA QUIERO…”

 

¿Cuál es el criterio que utilizamos en nuestro discernimiento, en nuestras decisiones? Podemos caer en la tentación de pensar que lo más difícil, lo más costoso, lo que más nos exige, lo más sacrificado… es de Dios. Habrá veces que coincida pero Jesús fue claro: “Misericordia quiero y no sacrificios”. Se pueden hacer muchas obras y hazañas, que impliquen mucho a nivel personal, que sean alabadas y valoradas por gran número de personas, pero que disten de esa misericordia que desea el Señor. Cuando en todo eso, por muy santo que sea, la persona se irrita, se agota, se asfixia, se quiebra… es momento de revisar el origen y el fin de cada acción, la motivación y el objetivo hacia el que está encaminado… Hay que cuestionarse y tener el valor de hacer cambios (en el hacer, en la forma, en la actitud…)

Si nuestro deseo es hacer la voluntad del Señor, tal vez sea más conveniente y acertado utilizar como criterio de discernimiento el del amor y la misericordia. O como también insinuaba San Juan de la Cruz: “Lo que más os despertare a amar eso haced”.

No me atrevo a dar recetas generales porque cada persona, cada caso, cada situación es única y habría que valorar un montón de factores para determinar si algo es voluntad de Dios o búsqueda de sí. Sí que creo que el amor a uno mismo es un aspecto que no debemos pasar por alto (por supuesto que sin caer en egocentrismos porque entonces ya no sería amor).

En función de esto ni el qué, ni el dónde, ni el con quién, ni… son determinantes, tan solo medios para un fin mayor: El amor, la misericordia…

 

“NO ES RECUERDO, ES PRESENCIA”


Estas fueron las palabras del sacerdote antes de la consagración en la Eucaristía de ayer. Me hizo sonreír porque ese es mi idioma, porque así lo siento y lo vivo.

¿Vamos a la Eucaristía por compromiso, por obligación, por conseguir el cielo o evitar el infierno…?. ¿O vamos porque Alguien que nos ama como nadie nos ha invitado y nos está esperando?. ¿De quién es la iniciativa?.  

El deseo del encuentro tendría que ser nuestra única intención y la más pura motivación. La realidad es que es inevitable ir con otras cosas que se “pegan” a nuestra humanidad pero aún con todo ello nos acoge, y no por ello va a medir o limitar su infinito amor.

Ese Dios en el que creemos los cristianos no es una idea, no está tan lejos como muchos creen, ni es un aguafiestas como otros piensan… Al entrar en la iglesia sonaba una canción: “Ubi caritas et amor, ubi caritas Deus ibi est”. Donde hay caridad y amor ahí ESTÁ… por lo tanto no es tan complicado encontrarse con Él: en todo, en todos, en cada momento...

Y Jesús, ese Jesús que pasó haciendo el bien no es un personaje histórico, no es alguien a quien recordamos por lo que hizo o por cómo fue. Jesús es Presencia porque está vivo, porque continúa estando. Es presente, es hoy, es ahora, es y está. Hoy como entonces acompaña nuestros pasos, nos muestra el camino, nos mira a los ojos, tiene compasión por nosotros, nos conoce, desea nuestro bien, nos interpela en lo que nos acontece, nos da libertad para tomar nuestra propias decisiones, escucha nuestras inquietudes y problemas, nos  habla… Sus palabras siguen siendo actuales, son insinuaciones e invitaciones a una vida plena y feliz… siempre dichas y escuchadas en el momento oportuno a través de alguien, de algo que nos ocurre, en medio de la naturaleza, leyendo un libro… e incluso en el silencio.

Terminaba el sacerdote la Eucaristía enviándonos a la misión y recalcando el vivir con la certeza de que no vamos solos, de que camina con nosotros. “Hasta entre los pucheros anda el Señor” como bien decía Santa Teresa de Jesús.


lunes, 1 de agosto de 2022

“UNA MÁS ENTRE LA MULTITUD”

 

Hoy igual que ayer el ser humano sigue teniendo necesidades, anhelos… Hace dos mil años muchos que oyeron hablar de Jesús o le conocieron: Le buscaban, le seguían a donde iba. La mayoría por intereses personales, porque habían oído hablar de Él y de “sus milagros”, por curiosidad...

No hemos evolucionado mucho a pesar de ser testigos de tantos avances a todos los niveles. El ser humano sigue siendo el mismo ser frágil, limitado, dependiente, insatisfecho, preocupado, inquieto…

Se desea desesperadamente el bienestar personal, la paz interior, la felicidad… y muchas veces se recurre a alcanzar todo eso en espiritualidades que nos vienen de otros rincones del planeta, en propuestas seductoras que nos presenta la sociedad. ¿Qué le ha pasado a ese Jesús que ya no atrae con la misma fuerza que entonces?. ¿Por qué preferimos “lo otro” a la Buena Noticia del Evangelio?. ¿Realmente Jesús continúa siendo una respuesta, el camino, la verdad y la vida para los hombres y mujeres del siglo XXI?

Los que hemos oído hablar de Él muchas veces nos encontramos como uno de tantos, uno más entre la multitud, siguiéndole por puro y propio interés, queriendo que nos solucione los problemas, que nos de aquello que más estamos necesitando, que nos sane de alguna terrible enfermedad, que… Pues ni tan mal. ¡Bendito sea Dios!. Tal vez no sea el motivo más justo o santo pero al menos no dejan de faltarnos razones para seguir buscándole y acercándonos a Él. Y ahí llegamos con nuestras pobrezas, miserias, dolencias, incapacidades, frustraciones, anhelos y esperanzas. Y ahí nos presentamos con todo lo que somos y tenemos en nuestro haber. ¡Cuánto desearía acercarme a Él tan solo por estar, tan solo por amor! pero no lo consigo. Sigo siendo pobre, necesitada, frágil, dependiente… y esto veo que no va a cambiar.

Que siempre tengamos la humildad suficiente de buscarle, de acercarnos, de presentarnos tal y como somos aunque la motivación o la intención no sea la más recta y pura. Nos conoce, sabe mejor que nosotros lo que necesitamos, y no dejará de darnos lo que más nos conviene.