sábado, 24 de septiembre de 2022

“LA MUERTE NO TIENE PODER SOBRE EL AMOR”

 

Todo lo que está relacionado con pecado, enfermedad, tinieblas, sufrimiento, dolor, culpa, rechazo… nos evoca a muerte


El amor incondicional y fiel de Dios, que nos ha creado y nos sostiene, está por encima, es más grande y más fuerte que cualquier realidad de muerte que pueda afectar al ser humano. Nada de todo eso es obstáculo para que nos regale su amor.

Por nuestra parte podemos trascender cualquier circunstancia, situación, angustiosa, deprimente, frustrante, triste, esclavizante, embarazosa… que estemos viviendo. “Eso” que suena, huele o nos habla de muerte no es un fin en sí mismo. Cuando enfocamos la atención en ello, dejamos de ver una realidad mayor, más grande, mejor. Y lo hacemos cada vez que nos enredamos en esas realidades de muerte tratando de buscar explicación o culpables, cuando nos condenamos o justificamos, cuando… Y ante esto, San Juan de la Cruz nos advierte: “Cuando reparas en algo dejas de arrojarte al todo”

Todo lo que de muerte nos atrapa es como una densa nube que cubre el cielo impidiendo ver el sol. Sabemos que el sol está detrás queriendo darnos luz, calentarnos, darnos vida, pero nos empeñamos en continuar mirando la nube: Quejándonos, maldiciendo, angustiándonos, “y si hubiera…”,… o buscando distractores, o dejándonos seducir por luces brillantes que nos hacen creer que esa es la solución de nuestros males.

Así como el sol siempre está, el amor de Dios ha estado, está y permanecerá incluso después de que este cuerpo que habitamos deje de respirar y latir

El Dios en el que creemos, su amor, es capaz de atravesar cualquier realidad de muerte por enquistada que esté en nuestra vida, en nuestro corazón, en nuestro cuerpo o en nuestra alma. Pero también es cierto que nos ha creado con capacidad para dar ese paso y poder trascender

No lo olvidemos: “La muerte no tiene poder sobre el amor de Dios”

viernes, 16 de septiembre de 2022

“ENTREGARME AL AMOR SIN RESERVAS”

 

Hace ya días que resuena en mí una frase: “Entregarme al Amor sin reservas”. Literalmente impone y no a pocos puede asustar. He escuchado muchas veces, a cristianos comprometidos, confesar su miedo a una oración contemplativa en la que no medien palabras, anticipándose a lo que el Señor les puede pedir. Es por esto por lo que tantos prefieren rellenar su oración con palabras, canciones, meditaciones, poesías, rezos. De esta forma se cumple y la conciencia queda tranquila

Pero vuelvo a la frase porque cuestiona pero ¿miedo?. Nos ayuda a caer en la cuenta y tomar conciencia de lo que realmente somos, de lo que se nos quiere regalar.

Te comparto mi interpretación pero puede quedarse muy corta. Ante frases así mi entendimiento es muy limitado para abarcar todo lo que puede encerrar. Para mí esa entrega sin reservas al Amor se traduce en:

  • Reconocer ese Amor que está, que se me da incondicionalmente, y agradecerlo
  • Dejarme envolver y empapar por ese Amor con lo que soy y tengo. No lo merezco, no soy digna, pero sí que lo necesito y lo deseo.


La entrega a ese Amor se traduce en permitirle amarme independientemente de dónde esté, de qué haga… de mis cualidades o defectos… de mis errores o aciertos

Este Amor, que me sobrepasa, que no comprendo, y que es incondicional, se me entrega, y lo único que tengo que hacer es entregarme a Él. ¡Qué desigualdad!. Nunca se podrán equiparar los dos amores. Su Amor siempre será mayor. Mi amor raquítico, limitado, interesado, condicionado… Lo sabe y por eso solo eso pide. Que sea humilde para reconocer mi pequeñez y Su grandeza, para dejarme abrazar y traspasar por su amor, y para ofrecerle ese poco de amor con el que cuento en mi haber, aunque tenga taras y carencias.

La ofrenda a ese Amor solo puede ser la propia vida. Nunca podremos corresponder a un Amor que siempre será mayor: ni todos los sacrificios, ni todas las obras, ni todas las renuncias… serán suficientes. Nada de lo que hagamos nos hará merecedores de un Amor así porque es gratis, incondicional. Ese Amor ya está al alcance de todos. El problema surge cuando por orgullo nos cerramos al Amor: Unas veces creyéndonos dignos por lo buenas personas que somos o por las maravillosas obras en las que nos implicamos, y otras enredándonos en nuestra miseria, pequeñez, fragilidad, pecado…

Hay quien ayuda a mucha gente, quien tiene puestos de poder o cargos a través de los cuales hace mucho bien… y quizás no se ha entregado al Amor, viviendo todo su hacer como exigencia, cumplimiento, compromiso… o como respuesta a un “dios” que lleva cuentas, que pide, que juzga, que premia o castiga…  con la consiguiente frustración, culpabilidad, irritabilidad o cansancio, cuando los resultados no son los esperados

Y también hay vidas entregadas al Amor que no hacen ruido, ni cosas espectaculares… que pasan desapercibidas entre la masa

Obras, renuncias, sacrificios, éxitos, rezos… Nunca van a ser suficientes para igualarse al Amor que se nos da. Nada de eso le interesa si con todo ello nos buscamos y somos el centro. “Solo quiere nuestro amor”. Y es la humildad la que hace posible la entrega sin reservas a un Amor que siempre será mayor.

lunes, 12 de septiembre de 2022

“LAS CATACUMBAS”

 

El otro día el sacerdote se puso a hablar de las catacumbas y me hizo sonreír. Sólo pensé: “¿Con qué va a salir ahora?”. Y como siempre me encantó su meditación. En ese momento se escuchaba una música muy fuerte fuera de la iglesia, parecía como que estaban ensayando para algún concierto.


Prosigo con la historia. Nos contó como los cristianos, en sus inicios, se reunían en las catacumbas para encontrarse con el Señor, compartir la Palabra. Así estábamos nosotros en ese momento, en la catacumba, reunidos por invitación del Señor. Y me encantó cuando dijo: “Yo no me quejo por el circo de ahí afuera, ni voy a ir a hablar con alguien para que lo quiten. Estoy en la catacumba celebrando la Presencia del Señor, que está, que camina conmigo, que no me deja solo, pero también soy consciente de que no me puedo quedar acá eternamente. Mi misión está también ahí afuera y allá tengo que ser testigo de lo que aquí celebro. Tal vez sin palabras. Quizás solo con mi forma de ser, de estar, de relacionarme con los otros… pero testigo de una realidad mayor, de un Amor sin límites, de unos valores que distan de congeniar con los de este mundo.”

A pesar del ruido, de las ofertas, de que nos quieran llevar a favor de la corriente… saber de dónde venimos, dónde estamos, a dónde vamos… ser conscientes de quiénes somos, a quién pertenecemos… Y ser testigos del Amor en un mundo en el que, pareciendo que lo tenemos todo, falta lo más importante.

viernes, 9 de septiembre de 2022

“QUEMAD@S”

 

En unas horas he escuchado a dos personas, una Psicóloga y una Gerocultora, trabajadoras ambas en Residencias de Personas Mayores. Coinciden en estar “quemadas” por múltiples razones: El exceso de trabajo, el cansancio físico y mental, lo poco valorado que es el servicio que realizan, la falta de agradecimiento por parte de los superiores inmediatos, y el que se les señale lo que no hacen tan bien como se espera de ellas. Es una triste realidad que afecta no solo a los trabajadores relacionados con el ámbito de lo social. Lamentablemente en otros sectores y a todos los niveles escuchamos a personas con los mismos lamentos, y no sin razón.



Esto sucede todos los días y a todas las horas. Somos más conscientes cuando nos toca de manera directa pero ¿no haremos también lo mismo en nuestras relaciones? ¿Nos fijamos en las virtudes y cualidades de los otros? ¿Las alabamos y fortalecemos? ¿O somos de los que nos enfocamos y señalamos el fallo o el defecto del otro, criticando, aplastando o minando su autoestima?

Con todo esto me surgen varios tips:

* El trabajo hay que hacerlo bien. Cada uno es como es, no fijarme tanto en lo negativo o en lo que me señalan como defecto o fallo, sino tratar de darlo todo y no perder de vista por quién lo hago.

* Si me siento valorad@ y sobre todo amad@ incondicionalmente, me enfocaré en mi trabajo sin esperar aplausos o agradecimiento de los otros

* Si tomo conciencia de lo que hay en mi haber, y reconozco que no soy perfect@, me ayudará a ser más tolerante y empátic@ con los otros

Que al menos los que nos llamamos cristianos seamos más humanos, más misericordiosos, más compasivos… Que nos preocupemos más por el ser que por el hacer. ¿De qué nos sirve decir que amamos a Dios si no amamos a nuestro prójimo?. ¿Acaso Él no nos quiere a cada uno tal y como somos?

miércoles, 7 de septiembre de 2022

“VIVIR COMO SI…”

 

Esta mañana me decía una amiga: “Me alegro por ti, veo que tienes todo controlado”. A lo que contesté: “¿Controlado? Nunca antes había tenido, como ahora, la sensación de no controlar nada de nada”. Y realmente es cierto, me siento en el aire. Lo peor es que no llevo paracaídas. Lo mejor es que al menos me queda un poco de fe para esperar que no me voy a hacer añicos.


Y me conectó todo esto con la lectura de hoy de San Pablo cuando nos invita a “vivir como si no tuviésemos…”. Cada uno que escriba en los puntos suspensivos, ¡pueden ser tantas cosas...!. ¡Qué razón tenía!. ¡Qué razón sigue teniendo! Sus palabras son actuales dos mil años después. Aquello que creemos tener, mañana puede no estar (casa, amigos, trabajo, estabilidad económica, salud, pareja…). Si nos aferramos, y todo eso se convierte en nuestro centro, pobres de nosotros cuando nos falte. ¿A dónde nos agarraremos?. Si pensamos que en todo ello encontraremos la felicidad, ¿qué sucederá cuando lo perdamos?. Si creemos que controlamos la existencia y la permanencia de algo de eso, tarde o temprano, nos daremos cuenta de lo equivocados que estábamos.

Todos son medios que no impiden sino que posibilitan el amar y servir a Dios. El problema es cuando los convertimos en fines y nuestra vida se enfoca en conquistarlos o defenderlos

No perdamos de vista nuestro centro, nuestro Absoluto, Aquel que no cambia, Aquel que no pasa, Aquel que permanece en el tiempo y no se cansa de irradiar su amor. Y si no vemos o no sentimos, porque los nubarrones tratan de impedirlo, no perdamos la esperanza y la confianza y mantengamos la mirada fija en Él… cuando menos lo esperemos se abrirá paso entre todos los obstáculos que se cruzaron, se producirá el tan añorado encuentro, renacerá la alegría y nuestra vida será diferente.

Vivir como si nada nos perteneciera porque en definitiva: “Nada nos pertenece”

martes, 6 de septiembre de 2022

“TODOS TENEMOS SED”

 

El pasado sábado, al iniciar la eucaristía, el sacerdote nos compartió que San Gregorio Magno fue un hombre que buscaba el rostro de Dios. Esa misma sed la seguimos teniendo todos en la actualidad. Tal vez sabemos lo que buscamos, o quizás no, pero todos los caminos, consciente o inconscientemente quieren alcanzar el mismo objetivo. Habría que cuestionarse si me sirvo de los medios adecuados para llegar a Él o por el contrario escojo otros que “aparentemente son buenos, inofensivos, me dan mucha paz” pero tristemente me alejan cada vez más de la fuente a la que deseo ir.

Comparto que me da tristeza cuando me encuentro a personas errantes porque han perdido la esperanza, porque no han encontrado un sentido por el que vivir, porque alguna situación por la que están pasando les abruma hasta sentirse en un pozo en el que no ven el más mínimo rayo de luz… Me da tristeza cuando siento que tratan de agarrarse a algo para levantarse y, aunque encuentran muchos asideros, nada les sostiene y permanecen caídos.

Pienso en la Iglesia, en la riqueza espiritual que hay en ella, en el encuentro con el Señor, en la casa cimentada sobre roca, en el tesoro escondido… Y pienso en la Samaritana que, en el pozo y buscando agua, encontró el agua que colmaría su sed de amor. Y pienso en Zaqueo que por su corta estatura se sirvió de un árbol para ver a Jesús y cómo cambió su vida desde ese momento. Y pienso en tantos otros relatos del Evangelio, y pienso en la vida de tantos santos y gente sencilla, y como su vida se transformó cuando se encontraron con el Señor

¿Qué estoy viviendo? ¿Qué busco? ¿Dónde busco? ¿Creo en un Dios en quien puedo confiar, en quien me puedo abandonar? ¿Creo en un Dios que puede hacer posible lo que para mí en estos momentos considero difícil o prácticamente imposible? ¿Creo que Dios puede sostenerme y que en el me puedo apoyar?

sábado, 3 de septiembre de 2022

“CADA UNO TIENE SU PROPIO RITMO”

 

Todos pasamos en algún momento por situaciones difíciles, cada uno tenemos un ritmo para asimilar y digerir los acontecimientos, pero en lo que seguramente coincidimos es en que nos gusta que no nos “metan prisa”, deseamos que respeten nuestro proceso. Nos molesta o ponemos distancia con quienes nos imponen sus propios tiempos, con quienes nos presionan para que tomemos una decisión, con quienes tienen recetas para todo lo que nos sucede o con quienes nos dicen, lo que nos conviene o no, según sus propios criterios y sin conocer todas las cartas con las que estamos jugando la partida.


Cada persona es como es. Precipitarnos nos podría llevar a equivocarnos pero, dar largas por mucho tiempo a algo que se nos requiere tampoco nos ayuda.

A veces surgen conductas que nos perjudican porque impiden tomar una decisión:

  • Evitar pensar y huir buscando distracciones o actividades
  • Enredarnos en el victimismo buscando culpables a lo que nos sucede. Evadimos así también la responsabilidad de hacernos cargo de nuestra vida y buscar soluciones o caminos para seguir avanzando
  • Culpabilizarnos al considerar que vamos demasiado lentos al compararnos con otros que han vivido o viven situaciones semejantes

Podría ayudarnos el detenernos y revisar nuestro interior. Ante esta situación que estoy viviendo:

·      ¿Qué me digo?

·     ¿Soy consciente de todas las emociones que se despiertan en mí? ¿Las acepto y acojo? ¿Me resisto incluso a verlas? ¿Las bloqueo? ¿Las evito?

· ¿Cómo es la mirada que me dirijo?: ¿Exigente?, ¿Compasiva?, ¿Cruel?, ¿Amorosa?, ¿Frustrada?

·     ¿Me condiciona la opinión de los otros o me siento libre frente a ella?

El reconocer todas las dinámicas internas que se despiertan en estos procesos así como el trabajo realizado y el tiempo invertido, nos permitirá ser tolerantes y respetuosos con los ritmos y pausas de los otros. Y es que… cada uno tiene su propio ritmo