¿Cuántas veces has visto o vivido las circunstancias adversas como una
fatalidad, un castigo, un problema?.
Decía el otro día un carmelita: “La
noche oscura es el camino estrecho del Evangelio por el que nos invita Jesús a
caminar”.
Hay infinidad de situaciones que podemos vivir como noche oscura pero voy
a referirme a ésas que no provocamos sino que nos vienen dadas sin buscarlas.
En esas noches pueden surgir el rechazo, la culpa, la impotencia, la
frustración… tocamos de cerca nuestra pequeñez, nuestra limitación, nuestra
dependencia, nuestras heridas… Podemos llegar a angustiarnos y desear salir
cuanto antes porque lo vivimos como algo negativo, algo que hay que superar,
algo que rompe nuestros esquemas o proyectos, algo que nos hace perder el
control… En realidad nos pone frente a nuestra verdad.
Esa noche, desde la fe, es una bendición. El Señor se vale de ella para
encontrarse con nosotros, para que le abramos nuestro corazón y le permitamos
llenarnos con su amor.
Esa noche, desde la fe, es la puerta pero nosotros tenemos la llave. Una
carmelita me enseñó hace unos días una puerta y me dijo: “Fíjate en esta puerta, solo desde dentro puede abrirse". Nuestro
corazón también tiene una puerta que solo desde dentro se abre. Si no le
abrimos al Señor, con independencia de lo que estemos viviendo, seguiremos
girando en torno a nosotros y nuestras circunstancias o “desgracias”.
Esa noche, desde la fe, es una oportunidad de crecimiento, de unirnos al
Señor, de poner nuestra mirada y todo nuestro corazón sólo en Él.
Resistirnos, negar, rechazar, luchar… es ponernos en el centro. Así no
hay manera de salir.
Agradecer, reconocer y aceptar nuestra pequeñez, nuestra limitación,
nuestra miseria, y abrir la puerta al Amor es la única manera de que se
produzca el encuentro, la unión, y podamos vivirlo todo en plenitud.
Él quiere iluminar esas zonas de sombra, sanar nuestras heridas, cubrir nuestras carencias.
El Amor no se cansa de buscarnos porque quiere llenarnos, aprovechemos
todas las situaciones que se nos presenten para dejarle ser y hacer en
nosotros.