domingo, 14 de diciembre de 2025

“A PREPARARSE…”

 

El año pasado en la novena del Niño Dios en la parroquia se nos preguntaba: “¿Qué le quieres pedir al Niño Dios?”. Me costó encontrar la respuesta, llegó una mañana según desperté al cuestionarme qué le podría pedir yo a quien todo me lo da. Así que mi petición particular desde entonces es: “Que acoja todo Tu Amor".

En aquellos días, llegó a la librería un nacimiento con dos Niños Jesús en su cunita y yo me llevé uno para casa. Desde entonces permanece en mi mesilla-oratorio y me recuerda mi petición y para qué ha venido a mi.

Va a llegar otra vez Navidad. Al principio del Adviento se nos invitó en la parroquia a poner en casa la cuna vacía. Mi primera reacción fue: “No entiendo”. “Mi cuna no está vacía, Él vive en mí”. Esa noche me quedé mirando a mi Niño y me dio risa porque pensé y le dije a Jesús: “Si es que aunque quiera no te puedo despegar de la cuna” (cuna y Niño son una sola pieza). Así que… mi cuna-vida ni está, ni quiero que esté vacía porque ya hay un “personajito” que la ha ocupado y así deseo que siga siendo.

Para mi este tiempo sí que es una preparación-invitación a estar más atenta porque ese Dios que vive fuera y dentro de mi, no se cansa de hablarme con y sin palabras, con hechos y con gestos.

Es una preparación-invitación no solo a estar más presente, sino a descubrir su Presencia en cada momento y a vivir consciente de esa Presencia.

Es una preparación-invitación a acoger su amor. Que no encuentre mi corazón cerrado, bloqueado, ocupado o distraído en otras cosas.

sábado, 6 de diciembre de 2025

“¿BAJO QUE MIRADA VIVES?”

 

Se puede vivir bajo la mirada de uno mismo. Depende de lo exigente que uno sea, esa mirada será más o menos dura. Cuando te culpas, te frustras o te enojas por algo, cuando te flagelas por un error cometido… vives bajo el peso de tu mirada. La casa la tienes cimentada sobre arena.

Cuando vives bajo la mirada de los otros, te vuelves dependiente y esclavo de ellos. Haces o dejas de hacer, dices o callas, buscando la aprobación, valoración o afecto de los demás. Eres una marioneta en sus manos y tu vida pareciera estar en una montaña rusa en la que asciendes o bajas en función de los comentarios o reacciones de los otros. Vivir bajo la mirada del público es muy cansado, se consume mucha energía y nunca das gusto a todos. También esto es construir la casa sobre arena. Puedes levantar un gran rascacielos pero no tardarás en que se hunda en tu propio terreno.

Hay otra opción: Vivir sólo bajo la mirada del Dios de Jesús. Tristemente se tienen otras ideas o imágenes deformadas del verdadero Dios que no nos ayudan.

Contémplate en todo lo que haces y vives bajo la mirada del Dios de Jesús que te ama incondicionalmente y cuya misericordia es infinita.

Contémplate bajo su mirada de ternura y bondad que te acoge, te abraza y te regala una sonrisa allá donde estás, así como estás.

¿Quieres construir tu casa sobre roca?. Contémplate bajo esa mirada, es la que te va a sanar y liberar. Déjate atrapar por esa mirada y sigue caminando volviendo una y otra vez, cuando te despistes, a poner tus ojos y tu corazón en esos ojos que solo hablan de amor, que no llevan cuenta de tus errores, fracasos y caídas, que te dan siempre otra oportunidad, que te aceptan tal y como eres, que te quieren feliz…

miércoles, 3 de diciembre de 2025

“LA VIDA ES UN REGALO”

 

Nuestra vida es un gran regalo. El problema es cuando ponemos toda nuestra atención en el envoltorio y en el lazo, olvidando quién es el dador y lo que hay en su interior.

Preocupados por el lucir ante los demás y las opiniones de los otros, descuidamos lo más importante. Empleamos esfuerzo, tiempo, dinero… en parecer buenos, perfectos, trabajadores, serviciales, sin defectos… y eso nos cansa, nos estresa, nos frustra, nos genera ansiedad. Vivir hacia afuera, vivir desde la superficie y pendientes de gustar, caer bien, ser reconocidos o queridos, nos va minando hasta destruirnos.

Lo más importante y valioso no es el papel, ni el lazo, ni el tamaño del regalo, sino el regalo en sí mismo, lo que hay dentro. Este mundo sería distinto si viviéramos desde el interior, conectados con lo que hay dentro, y no desde la fachada o la máscara fabricada.

Si fuésemos conscientes de que no hay nada que buscar afuera que no tengamos ya, no viviríamos obsesionados por un constante hacer.

Si fuésemos conscientes de que la verdadera riqueza y fuerza está en nuestro interior… no buscaríamos tener más cosas, poder, cargos, compromisos… no pelearíamos puestos, no nos apegaríamos a nada ni a nadie.

Si fuésemos conscientes de que estamos habitados por una Presencia que quiere dar sentido a todo, no viviríamos queriendo conquistar a los otros o al mismo Dios.

Si fuésemos conscientes de que el AMOR que buscamos afuera ya lo tenemos, seríamos libres y la paz reinaría en nuestro corazón.

Cuando algo te duele, te enoja, te molesta… Cuando te descubres culpando a los otros de tus propias emociones o desgracias… Cuando peleas territorio, atención, afecto… Es porque vives desde el envoltorio o mirando el lazo de tu regalo.

Vuelve tus ojos al regalo, a tu interior, ahí está tu riqueza.

viernes, 28 de noviembre de 2025

“¿QUIÉN BUSCA A QUIÉN?”

 

Nos creemos los protagonistas de la historia cuando el protagonista es Él. Él nos busca sin descanso, está interesadísimo en que se de el encuentro. Nos busca ahí donde estamos, así como estamos. Y nos habla lo mismo en la soledad que en medio de la multitud, lo mismo en el descanso que en la actividad, lo mismo en la rutina que en la novedad. Y así en medio de todo, si se lo permitimos, se va apropiando de nuestra alma y corazón a la vez que va obrando en favor nuestro una transformación interior que en la mayoría de los casos es lenta pero realizada sin ruído, con mucho respeto, delicadeza y amor.

No es tanto el buscarle sino el disponerse a dejarse encontrar… Él es el quien sale a nuestro encuentro y en nosotros pone el deseo de ir a Él. El problema es que en ese ir a Él elegimos los medios que creemos que son los más adecuados y pueden ser muy santos pero si se convierten en el fin nos perdemos el encuentro (los libros, el conocimiento, los títulos, el trabajo, un grupo o movimiento, un compromiso en la iglesia, unos rezos…).


El cuarto rey mago anheló toda su vida encontrarse con el Mesías y lo buscó sin cesar. Aquel no se cansó de salir a su encuentro pero el bueno del rey mago no se enteraba porque tenía su propia idea de lo que tenía que ver, dónde y cómo tenía que ser ese momento. Fue al final de la vida de Jesús cuando se dio el acontecimiento tan esperado.

Unas veces no se da el encuentro porque andamos despistados, otras porque nuestras ideas sobre Él nos impiden descubrirlo, y en ocasiones porque nos enfocamos en lo que depende de nosotros.

El Dios de Jesús sale a nuestro encuentro en todo momento. Quizás es más fácil descubrirlo en lo que no estaba programado, en las sorpresas del día, en las situaciones adversas, cuando no pensamos, cuando no controlamos… Como no se cansa de buscarnos no se cansa de cruzarse en nuestra vida.

En el silencio está, en el descanso y en la actividad está, en la casa, en la calle y en el trabajo está. En esas personas agradables y amorosas, y también en las amargaditas, molestas y quejosas está.

Se vale de cualquier medio así que… no te agobies si no puedes hacer aquello que crees que es más de Dios o te puede acercar más a Él, por no poder colaborar en ese servicio, o realizar esa actividad, que piensas que te acerca más a Dios.

En la realidad que ahora toca te vivir está, en esa realidad te busca y quiere encontrarse contigo.

Salir a su encuentro es:

·        Estar dispuesto a encontrarse con Él.

·        Abrirse a la sorpresa, a lo nuevo de cada día, a lo inesperado.

·        No forzar, vivir con intensidad cada momento en Su Presencia.

·        Estar atentos a lo que acontece en el exterior pero también en nuestra realidad interior.

·        Acoger y abrazar lo que llega como don suyo colmado de amor

·        Dejarse abrazar por lo que se nos regala y agradecerlo.

domingo, 23 de noviembre de 2025

“¿ME GUSTA O NO ME GUSTA?”


De pequeños nos movemos mucho en función del “¿Me gusta o no me gusta?” y más cuando vemos que funciona y los demás consienten todos nuestros caprichos. Lo triste es llegar a adultos y seguir viviendo dependiendo de nuestros gustos y quereres.

“Esto me gusta y por tanto lo acojo. Esto no me gusta así que lo rechazo”.

“Se que eso es lo mejor para mí pero prefiero esto otro porque ya me he acostumbrado, porque siempre lo he hecho así…”

Cuando giramos en torno nuestro, todas nuestras decisiones se orientan a darnos gusto en todo lo que vivimos y a responder a nuestros quereres. Buscamos el sentirnos bien, lo que creemos que es mejor y nos va a hacer más felices. Esto nos lleva a una existencia muy superficial recorriendo un camino llano y cómodo por el que nos vamos entreteniendo y parando a recoger aquellas florecillas que más se ajustan a nuestros intereses.

Hoy celebramos la fiesta de Cristo Rey. Una invitación a cuestionarnos sobre quién es el verdadero rey de nuestra vida y de nuestro corazón. Se cae muy bien en la cuenta cuando te encuentras en la encrucijada del camino y tienes que tomar una decisión. ¿Escojo el camino de la derecha, el de la izquierda o sigo recto?. Todo no puedo. Hay que seguir caminando pero se me pide elegir. ¿Qué es lo que me mueve?. ¿Cuáles son mis prioridades?. ¿Cuál es mi criterio de discernimiento?. ¿Busco los gustos de Dios o a Dios?.

Si la meta soy yo: “Iré al sol que más calienta, o a lo que más me convenga según el día y las circunstancias, o todo dependerá de cómo me haya levantado ese día de la cama. Puedo incluso elegir caminos muy santos y muy comprometidos que, lejos de acercarme a Cristo, me conducen a crecerme más y más en lo que hago o por donde camino.

Si soy cristiano, si quiero seguir a Cristo, a veces el camino a elegir no será el más gustoso, otras implicará renunciar a mis quereres o a lo que creo que es bueno para mí, ceder, abajarme, callar… no repetir lo de siempre, salir de la rutina, romper con la zona de confort que me da seguridad… pero si mi centro y mi rey es Cristo, todo lo puedo en Él y con Él.

Que Cristo sea el Rey de mi alma y de mi corazón supone entrar por la puerta estrecha, seguir sus huellas, acoger la cruz, abrazarla, cargarla y dar la vida y morir para que otros puedan vivir.

Que Cristo sea el Rey de mi alma y de mi corazón implica que todas mis acciones y mis decisiones tengan como fin dar gloria a Dios y  no buscar mi propia gloria por medio de todo lo que se ha regalado.

Que Cristo sea el Rey de mi alma y de mi corazón supone responder a su querer, a su deseo aunque no coincida con mi querer y mi deseo.

Que Cristo sea el Rey de mi alma y de mi corazón conlleva el buscar siempre y en todo su voluntad sobre mi vida y esto siempre redunda en el bien de los otros.

 


jueves, 20 de noviembre de 2025

“HAY ESPACIO PARA TODOS”

El otro día, al salir de la eucaristía y de camino al trabajo, vi a unos niños en la marquesina del bus. Cuatro estaban cómodamente sentados y llegó otro más. Como si se hubieran puesto de acuerdo no le dejaban sentarse. Ni por un lado, ni por el otro. El quinto niño, por último, intentó hacerse un hueco en medio de ellos pero los dos de la derecha empujaban con toda su fuerza para el centro y los de la izquierda igual. Me hizo sonreir la escena. Cuando un poquito más adelante me giré para ver cómo seguía la situación, los vi a los cinco sentados y para mi asombro todavía quedaba sitio. Algún otro día los he vuelto a ver y me encanta verlos a todos tranquilamente sentaditos esperando el  bus para ir al colegio.

Tan real como la vida misma. Esto nos lo encontramos en cualquier realidad. Ocupamos nuestro espacio pero que no venga alguien más, y si viene… hagamos lo posible para que no entre, para no darle cabida. Para esto es necesario forzar y así ocupando más espacio, impedimos que otros entren. ¿Qué necesidad de desgastarnos innecesariamente, de meter más presión a nuestras vidas o de abarcar más espacio que el que nos toca?. ¿Acaso eso nos da paz, nos satisface más?. ¿Qué conseguimos con todo esto?.

¡Qué bonitos se miraban los cinco sentados en la banca!. ¡Qué bonitos nos miraríamos si diéramos cabida a otros en nuestra vida y en nuestro corazón, si ofreciéramos oportunidades de crecimiento y realización humana y espiritual, si nos apartáramos un poco para dejar espacio a otros, si aprendiéramos que sólo tenemos que preocuparnos de sentarnos en nuestro lugar y dejar a los otros ser, hacer, estar…!.

Hay espacio para todos en la misma banca. Aportemos cada uno desde nuestro lugar lo que sabemos y tenemos y podremos enriquecernos mutuamente.


lunes, 17 de noviembre de 2025

“ALGO SOBRE AMAR A LOS OTROS”

 


Es cierto que Jesús nos dijo que amemos a los otros. No nos nos pide nada que no nos haya regalado. El amor es un don que libremente escogemos recibir o rechazar. Una vez aceptado, no podemos compartirlo con los otros de igual forma porque cada uno tiene su historia, sus heridas, sus resistencias, sus miedos...

En la vida te encuentras con osos polares a los que da gusto abrazar porque das y a la vez recibes, sintiéndote chiquita y protegida. Hay también ositos panda que te dejan y se dejan abrazar, son muy achuchables. ¡Me encantan los ositos panda!. En el camino también hay erizos, a estos mejor ni me acerco porque siempre hacen daño. No faltan: Los pececitos siempre escurridizos… Los gatos que te maúllan amigablemente y cuando te acercas, como la gata de mi hermana, o te bufan o te dan un zarpazo… Los animalitos heridos en la cuneta pidiéndote atención y afecto… Los pajaritos que revolotean de un lado a otro y lo mismo les da que les da lo mismo, van a su aire y con sus piruetas y su ir y venir van sobrados de afecto de otros. Y también están los camaleones que cambian en función de sus emociones y nunca sabes a qué atenerte, lo mismo te dan un coletazo que te buscan reclamando tu cariño… Y así podríamos seguir.

Cuando Jesús nos invita a amar no quiere decir que con todos manifestemos el amor de la misma manera. A unos podremos acercarnos, a otros tratarlos a distancia y expresarles el afecto de otra forma, con otros no nos quedará otra alternativa que orar por ellos y bendecirlos. Con cada uno hasta donde nos permita llegar porque no todos están preparados, o no quieren, o no entienden, o desconfían, o no saben abrirse y acoger el amor que se les regala.

Si no puedes expresar tu cariño siempre te queda el orar por aquellos que se cierran al amor que Dios les quiere regalar por medio tuyo. Orar por otros y bendecirles, también es amar.

 

domingo, 9 de noviembre de 2025

“HÁBLAME DE…”

 

Es más o menos sencillo hablar de cosas conocidas, si son tangibles, si podemos percibirlas con nuestros sentidos. También es cierto que hay quien tiene mucha capacidad y te puede estar hablando horas de cualquier tema que le propongas.

En medio de todo, ¿Te imaginas que un día alguien se acerca y te pide que le hables de Dios?. ¿Qué le dirías?. Quizás puedas ofrecerle una explicación de conceptos e ideas aprendidas, o utilizar metáforas “es algo así como…”, o repetir lo que otros han dicho…

Ante una pregunta así, yo lo primero me quedo descolocada. Lo segundo es optar por el silencio porque cualquier palabra se quedaría corta o sería insuficiente para poder hablar de algo tan grande. La verdad es que no sé qué decir y me callo porque la realidad es que no sé nada.

En esos primeros meses de la pandemia, en los que compartí tanto tiempo con el Señor, me lancé a recopilar algunos de los escritos en dos volúmenes. El título fue: “Todo nos habla”.

Confieso que no sé qué decir de Dios pero sí puedo decir que todo me habla de Dios, de su presencia y de su amor, también las situaciones adversas porque en ellas también descubro que me busca para darme a conocer algo, para abrazarme y unirse más a mí...

¿Te has planteado al final del día hacer una revisión y cuestionarte en qué momentos has sentido la presencia de Dios, de qué maneras te ha expresado su amor, o tratar de entender qué te ha querido comunicar en lo que ha acontecido?. Inténtalo, seguro que te sorprendes.

No puedo hablar de Dios pero sí de todo lo que me habla de Él y me confirma que está, que me ama, que me sostiene, que me lleva, que me espera, que me sonríe, que me abraza… Conozco a muchas personas que con su forma de ser, de estar, de mirar, de relacionarse con los otros o con las cosas, de enfrentar las situaciones adversas, de hacer con mucho amor las cosas más sencillas, de optar por lo que otros no quieren o por lo menos llamativo, de renunciar a lo que prefieren, de dar oportunidades a otros, de callar para evitar conflictos, de entregar su vida… me hablan de Dios.

No puedo hablar de Dios pero doy gracias a Dios por todo lo que acontece en mi vida y me habla de Él y por todas esas personas que me confirman que vive y sigue amando, alentando en mi la fe y la esperanza e invitándome a seguir caminando.

jueves, 30 de octubre de 2025

“AHHHHHHH…”

 

Vas caminando por la vida y de pronto te encuentras al borde de un acantilado. Todo está bien, el día es soleado, contemplas la inmensidad del mar, das gracias a Dios por todo lo que ha hecho por y para ti…

Te sientas, disfrutas del paisaje. En un momento alguien se acerca y te empuja. Caes al vacío. “Ahhhhhhhhhh….”. Tratas de agarrarte en vano a algo o a alguien. Conoces a muchos que ya han pasado por esto pero ¿dónde están?. Cuentas con enseñanzas aprendidas que te han aportado pistas sobre qué hacer en momentos así pero ¿por qué ahora no funcionan?. Mientras caes se van apoderando de ti el miedo, la angustia, las dudas… Abres bien los ojos, tratas de encontrar apoyos, pero te descubres solo. Y aunque hay manos que se ofrecen para que no caigas al vacío, te das cuenta de que no pueden hacer nada por ti, es una experiencia personal que otros no pueden vivir por ti.

Sigues bajando a gran velocidad dando vueltas y vueltas, el desastre es inminente. Sólo queda rendirse, abandonarse. Y es entonces cuando, en lo más profundo de tu ser, oyes una voz que se repite en tu interior como una serena canción: “Te basta mi gracia”. De pronto sientes que te encuentras sostenido. Aparece el apoyo que buscabas justo cuando ya parecía que no había nada que hacer. Has tenido que experimentar tu nada, tu vacío, tu soledad, tu pequeñez para reconocer con humildad quien es el único que te puede salvar.

Todo era necesario: "El empujón, la caída, la falta de apoyos humanos y materiales, las sensaciones experimentadas". Como no puede ser de otra forma, terminas dando gracias también por esta etapa del camino.

Después de todo lo vivido, quizás te preguntes: “Y ahora ¿qué será lo siguiente?”. Aunque no lo sientas o no lo veas, te queda la certeza de que Alguien va contigo, ya no tienes qué temer, estás sostenido y cuentas con su gracia. ¿Puedes anhelar algo mayor o mejor?.


jueves, 23 de octubre de 2025

“TODO LO VE, TODO LO SABE”

 

El domingo pasado me subí a San Bartolomé antes de ir a la eucaristía de la parroquia. Llegué a las 10h y me fui a ubicar delante del Cristo de la sonrisa, es raro porque suelo colocarme en la segunda o tercera banca delante del altar. Quizás la luz, que iluminaba a Jesús, me atrajo hasta allí.

Fui con la idea de estar un buen rato de plática con Emeterio. Todas las mañanas está a la disposición de quien se acerca y cuando entras en la sacristía es como si se parara el tiempo, te conviertes en la persona más importante para él, no se preocupa ni del reloj ni de si hay alguien esperando.

Más que hablar creo que buscaba una palabra. No hay vez que no pronuncie una de esas frases que se te quedan grabadas en el corazón porque es lo que más necesitas en ese momento. El caso es que no se dio la oportunidad. Una señora se me adelantó.

Había mucha distancia desde donde estaba hasta la sacristía. Me podía haber sentado junto a la sacristía esperando mi turno y así también evitaba que otro se me adelantara pero no lo pensé y me quedé con Jesús.

Como a las 10.40h se abrió la puerta y escuché la voz del que está encargado ahora de la iglesia. Pasados unos cinco minutos decidí acercarme y vi que estaba preparando todo para la eucaristía pero ni rastro de Emeterio.

Al día siguiente Emeterio llegó a la librería y tras darme los buenos días me dijo: “Así que ayer te encontraste con la puerta cerrada”. No daba crédito. ¿Cómo sabía que yo había estado ahí si a veces hasta que no estoy a medio metro no me reconoce?. No le encuentro explicación. Yo no lo vi esa mañana, y de haberme visto no me hubiera reconocido por la gran distancia que me separaba de la sacristía.

Ya con esto era suficiente pero no quedó todo ahí. El martes volvió a llegar a la librería y me preguntó: “¿Ya tienes más paz?”. Ah, no… ¿pero es que también sabía que quería estar con él y que algo perturbaba mi corazón?. Hizo la pregunta pero conocía mi respuesta. Esa mañana sí que vi las estrellas al salir de casa. Aún así me regaló la bendición de San Francisco antes de marchar: “Que le Señor te bendiga y te guarde, te muestre su rostro… que el Señor te conceda su paz”. La pronunció mirándome a los ojos, de forma pausada y con tanto cariño que mis ojos se iban aguando cada vez más.

Una anécdota para recordar que Dios todo lo ve y todo lo sabe. Conoce nuestra intención, lo que ronda nuestro corazón, lo que necesitamos, lo que deseamos, lo que buscamos… conoce nuestros miedos, nuestras batallas, nuestra historia, lo que nos preocupa… Se vale de los otros, de los acontecimientos… para recordarnos que nos quiere, que nos acompaña, que nos sostiene, que no estamos solos.

No pude compartir con Emeterio el domingo, al final no fue necesario. El Señor sabe qué es lo que más nos conviene y eso es lo que nos ofrece. Esperar que se nos dé de una determinada manera nos puede cegar al regalo que nos tiene preparado. No hay nada como acoger y abrazar las contrariedades como vienen porque definitivamente ahí también está el AMOR.

Todo lo ve, todo lo sabe y porque nos conoce nos da en cada momento lo que necesitamos para unirnos más a Él.

lunes, 20 de octubre de 2025

“BUSCANDO UNA LUZ”

 

Esta mañana al salir a la calle, como tantos otros días, miré al cielo. Quería ver las estrellas pero no fue posible. Las calles estaban alumbradas todavía por las farolas pero allá arriba se veía todo muy cubierto. Al salir de la eucaristía he visto que se había echado una gran niebla. ¿Cómo iba a ver las estrellas?.

Así nos pasa muchas veces en la vida. Queremos ver al menos un rayito de luz en medio de tanta oscuridad y nos quedamos solo con el deseo.

Todos vamos en camino. Unas veces lo sentimos más llano e iluminado, otras con más pendiente y más oscuro. En ocasiones nos sentimos y vamos muy acompañados, en otros momentos nos encontramos solos o con muy poquitos apoyos humanos.

Pienso en el momento de la muerte, ese tránsito que, por mucha gente que haya alrededor, hay que realizarlo solo. Pero pienso también en otras etapas del camino.

Por supuesto que son importantes las personas, te podrán apoyar, animar, consolar… pero nadie va a hacer el camino por ti y tú eres quien debe dar los pasos. Un buen día te ves sumido en una oscuridad tremenda, se te desarman tus seguridades, te fallan los otros. ¿En quién te apoyas entonces?. Hoy el sacerdote en la eucaristía decía: “Están bien las realidades humanas y materiales pero siempre y cuando no vivamos apegados a ellas, nuestra confianza tiene que estar puesta únicamente en la providencia de Dios”. Es en estos momentos en los que parece que todo se vuelve oscuro cuando sientes la invitación a poner los ojos y el corazón sólo en Jesús y seguir únicamente su voz y sus pasos.

No sé tu pero yo esos momentos de oscuridad, soledad, dudas, confusión… prefiero verlos como una etapa de purificación en la que el Señor lo que quiere es atraernos con su amor, y lo hace por amor y porque sabe qué es lo que más nos conviene. Y aunque sea doloroso, también es necesario para desapegarnos de tantas realidades terrenas y poder vivir en libertad.

Seguir a Jesús es compartir y vivir con Él los momentos de gozo desbordante en su entrada a Jerusalén pero también los de rechazo, incomprensión, juicios, golpes, soledad… No es fácil, no es un camino romántico y con flores de todos los colores. Es un camino en el que el eje transversal es el amor pero en el que si deseamos identificarnos con Cristo vamos a vivir de todo pero con la confianza de saber que NO ESTAMOS SOLOS. Otros muchos han recorrido este camino, cada uno de una manera particular y distinta. Si han podido llegar a la meta ha sido porque tenían claro a dónde iban, quién les guiaba, quién les acompañaba y sostenía.

Que en los momentos de consolación no bajemos la guardia, alegrémonos, gocémonos, demos gracias pero seamos conscientes de que algo no muy grato puede estar por llegar y ahí hay que mantenerse.

Y en los momentos de desolación no perdamos la esperanza. Perseveremos y sigamos confiando porque de eso, más que seguro, saldremos fortalecidos. Puede parecer un tiempo de estancamiento pero nada de eso, quien lo supera da un paso de gigante en su crecimiento.

Que siempre y en todo momento sigamos buscando y siguiendo la LUZ.

jueves, 16 de octubre de 2025

“TE BUSCO A TI”

 

Hace un par de días llegó una persona a la librería. Le miré y le pregunté: “¿Qué buscas hoy?”. Sin pensarlo contestó: “Te busco a ti”. Buf… me entró la risa y rapidito respondí: “Que nooooooo, que a quien buscas es al Señor”. A lo que él dijo: “Sí, busco al Señor pero lo busco en las personas”. No estaba siendo una buena mañana para él. La voz quebrada y sus ojos aguaditos lo delataban. En momentos así todos dejamos aflorar nuestra fragilidad, nuestra limitación, nuestra dependencia. Y hasta los más grandes, los que parecen más fuertes, se desarman y caen rendidos ante su propia verdad.

Todavía sigue resonando en mi interior ese encuentro, esa conversación. Creo que todos, consciente o inconscientemente, buscamos al Señor. Nuestra alma anhela al Señor, fue creada por Él y tiende a Él. Pero no se por qué extraña razón, cuando la búsqueda es consciente, se tiende a ir hacia fuera, como si se tratara de  una realidad ajena a nuestra vida que hay que alcanzar, conquistar, y a la que se accede haciendo grandes esfuerzos, recorriendo kilómetros, cumpliendo ciertas exigencias.

Unos lo buscan en la naturaleza, otros en el templo, otros en los libros, otros en las personas… pero no siempre lo encontramos, peor aún cuando lo andamos buscando en los otros (en quien veíamos reflejado el rostro y corazón de Cristo, un día puede hacer o decir algo y cáersenos todos los esquemas). Todo es bueno que pase porque así vamos purificando nuestra idea de Dios.

Esta mañana después de la eucaristía me encontré con una religiosa. Me contó que venía mirando al cielo y, viendo la luna y un lucero, se preguntó:  “¿Cómo un Dios tan grande se ha abajado hasta nosotros?”. A lo que le contesté: “No solo eso, además te ha llamado, te ha elegido… ¡Cómo te ama el Señor!”. “Ay sí, como me ama” fue su respuesta.

Hasta lo más hondo se ha abajado, hasta lo más profundo de nuestro ser, ahí está, no hay que ir más lejos, no hay que hacer más cosas para encontrarlo. La luna, el sol, las personas, las celebraciones… todo eso está muy bien pero hay una realidad accesible y común a todos y es el propio corazón. Allá está y ahí podemos encontrarnos con Él.

 

martes, 23 de septiembre de 2025

“LAS CARTAS PRIVADAS DE…”

 

En el mes de junio hice un curso con los carmelitas de Centroamérica que llevaba por título: “La noche oscura vivida y enseñada por San Juan de la Cruz”. El carmelita en una sesión mencionó la noche oscura que vivió por treinta años la madre Teresa de Calcuta y nos remitió al libro: “Sé mi luz”. Providencialmente, un par de semanas después, una clienta lo solicitó en la librería y como no lo teníamos hubo que pedirlo. El libro sólo pasó por mis manos y no hice el menor intento de pedir otro para mí.

Cuando en septiembre regresé de vacaciones, me encontré el libro sobre la mesa de las novedades y ahí me dije: “Entendido, te llevo para casa”. ¡Qué curioso!, comencé a leerlo y a los días estábamos cantando en la adoración “Se mi luz, enciende mi noche”.

El subtítulo del libro es: “Las cartas privadas de la santa de Calcuta”. Y ahora viene otra anécdota. Ayer en la mañana estuve en la habitación de una religiosa a la que quiero mucho. No sabiendo qué ofrecerme me dio todo lo que tenía: Su corazón. Me mostró un montón de fotos y… me leyó cartas que ella había escrito en distintos momentos de su vida, todas encabezadas con: “El Señor es mi pastor nada me falta”. Me emocionaba solo el pensar que en casa estos días estoy leyendo las cartas privadas de la madre Teresa y ayer, en vivo y en directo, escuchaba a una religiosa leerme sus propias cartas en su cuarto. ¡Qué regalazo!.

También ayer el evangelio nos hablaba de la lámpara que no puede estar escondida. Pienso en esta religiosa de más de ochenta años, en tanta gente mayor, o enferma… Mientras hay vida hay luz porque la Luz está donde hay vida. Cada uno tiene su propia luz, su propia llama… unos más que otros. No se trata de compararse, de envidiar al que da más luz ni de forzar lo que no se es porque en vez de lucir podemos quemarnos con nuestra propia luz. Cada uno tiene que estar en su lugar, en el que corresponde, en el que el Señor desea y dejar que Su Luz sea. Si estamos unidos a la Luz, la Luz brillará. Si no estamos unidos a la Luz, da igual dónde estemos o lo que hagamos, porque no iluminaremos a otros por muy santo que sea el lugar o las obras que realicemos.

Tenemos un Dios que nos habla de muchas maneras y lo mejor es que no se cansa de buscarnos y manifiestarnos su amor en todas esas “coincidencias” o “casualidades” que vivimos.

Gracias Nati por dejar que su Luz brille a través tuyo y por hacerme sentir el amor del Señor abriéndome y regalándome tu corazón.

domingo, 14 de septiembre de 2025

“LOS RAYITOS DE LUZ TAMBIÉN HABLAN”

Ayer se dio por inaugurado el nuevo curso diocesano en el monasterio de Valvanera. Subí sin expectativa alguna así que regresé más que rebosante por la experiencia vivida. Fue un día bello, totalmente dirigido por el Señor, no imaginé todo lo que podía pasar.

Entre la multitud de anécdotas hoy quiero resaltar una porque me conectó con algo en lo que llevaba dos días meditando. Después de la bendición final, todos agarraron buses y coches para regresar, nosotros optamos por quedarnos y bajar al río para pasear un rato. Una bendición ir compartiendo entre el canto de los pájaros y el sonido del agua que descendía a nuestro paso. En un momento hice parar a los que iban delante para que admiraran lo que acontecía frente a ellos. Los rayos de sol se abrían paso entre las ramas para alcanzar el camino. Espectacular el paisaje que teníamos delante de nuestros ojos. Fue cuestión de segundos pero un regalo, un guiño del Señor, a mí al menos me hizo sonreír, admirar y agradecer lo que se nos ofrecía.

Ahí afuera percibimos muchos atisbos de su amor, de su Presencia, pero corremos el riesgo de quedarnos en lo externo, en lo que nuestros sentidos pueden percibir. Nos quedamos con “los caramelos” que el Señor nos ofrece, saboreándolos y recordándolos cuando ya no están, y no son otra cosa que obstáculos para encontrarnos con Él.

Por mirar los rayos dejamos de ver el sol. Y habrá quien diga: “Es que si miro el sol me voy a quedar ciego”. Precisamente la ceguera de todo lo que nos rodea y de lo que nuestros sentidos perciben es la que nos va a permitir el encuentro con solo Dios. Bendita ceguera que nos impide ver las realidades inmediatas para poder encontrarnos cara a cara con el Creador.

Por supuesto que hay que agradecer los pequeños regalos pero también hay que dejarlos ir porque hay un camino que espera ser recorrido. Esos regalos manifestados en afecto o reconocimiento de las criaturas, acontecimientos, expresiones de la naturaleza, frutos cosechados con nuestro trabajo… nos hablan de Dios pero no son Dios. Y sí: “¡Cómo se agradece todo eso!”. Pero dejan de ser reales en cuestión de tiempo al igual que desaparecieron ayer los rayos de sol en cuestión de segundos.

Esos rayitos se presentan sin esperarlos pero en ocasiones los buscamos en la compañía, en las palabras o en el cariño de una persona, en el bienestar que sentimos en una celebración o en una reunión, en la paz que nos reporta… Queriendo tenerlo todo pretendemos atrapar o poseer esos rayos fugaces que se van igual que llegaron.

Que Su Luz se intensifique y nos atraiga cada vez con más fuerza de manera que los rayos de luz que nos ofrece no nos deslumbren hasta el punto de quedar anclados en ellos.

Que tengamos el valor de renunciar, de dejar ir, todos esos pequeños regalos que nos hablan de su amor pero que no son Él. Nos llenan de gozo, alegran nuestra alma, pero en el fondo pueden distraernos y enredarnos alejándonos de Él. Que caigamos en la cuenta de que nos gustan y a veces podemos incluso desearlos pero la realidad es que no los necesitamos para llegar a Él, para encontrarnos con Él.

Y que no temamos la ceguera fruto de tener el valor de poner nuestra mirada y nuestro corazón solo en Él.

sábado, 6 de septiembre de 2025

"QUERER SER IGNORADOS Y TENIDOS EN NADA"

Esto es algo propio de Santa Teresita. El otro día estuve meditando sobre ello.

La verdad es que cuando no se tienen dones y talentos es fácil ser ignorado y que a uno no le tengan en cuenta. Puede vivirse con sufrimiento el no tener cualidades, el verse menos al compararse con otros pero también puede ser aprovechado y vivirse como un medio de identificación con Jesús que sufrió el rechazo, la exclusión, la injusticia… Si la meta es la identificación con Jesús, es una bendición pero para verlo así hay que tener los ojos muy abiertos, el entendimiento muy despierto, conocer a Jesús y desear amarlo más y más.

Pero… ¿Qué pasa cuándo el Señor en vez de cero talentos te ha dado 10, 20 o incluso 100 talentos?. ¿Cómo poder ser ignorado o ser tenido en nada por otros cuando ha puesto en ti una luz que difícilmente se puede ocultar o apagar?.

Si te ha dado 10, 20… o 100, hay que ponerlo a producir. Sería negligencia y omisión esconderse y no entregar eso que gratis has recibido. Y entonces te preguntas: ¿Cómo ser ignorado y tenido en nada?. No te preocupes, ya vendrán los momentos y las personas que, desempeñando su rol, te ayudarán para que te sientas juzgado, ignorado, ninguneado, solo…

Bendice y da gracias a Dios por lo que te ha dado, ponlo al servicio del prójimo sólo por amor a Él. Lo demás vendrá sin buscarlo, cuando no lo esperes y cuando humanamente menos lo desees.

 

Llegado el momento en el que, las circunstancias o los otros, rechacen tu luz: “Entrégale todo a Jesús, abrázate a Él en la cruz, sonríe y sigue dando gracias porque es entonces cuando te rodea con sus brazos para fundirse contigo. Todo es bendición para aquellos que aman a Dios.


domingo, 31 de agosto de 2025

"PONER CADA COSA EN SU LUGAR"


Es importante, para la buena convivencia, poner cada cosa en su lugar pero también por uno mismo porque el orden externo nos ayuda a vivir en equilibrio y con armonía.

Cada uno también tenemos un lugar que ocupar. A veces asumimos compromisos o responsabilidades que no nos tocan porque no tenemos las competencias para realizarlos o porque ya se cumplió el tiempo y es momento de asumir otros proyectos y ocupar otro espacio.

Si cada uno se responsabilizase de ocupar su lugar, no habría espacio para la competencia, la rivalidad...

Si cada uno se centrase en ser la pieza del puzzle que Dios ha pensado para él o élla, no habría motivos para la ira, la envidia, el enfrentamiento, el rencor...

Ni ocupar el espacio que no me toca ni dejar de hacer lo que me corresponde.

El corazón, como la vida, también anda muchas veces en otros lugares, distraido con otras cosas, anhelando otros tesoros. La única manera de que ocupe su lugar es tenerlo presente en lo que está aconteciendo. Lamentar lo que ya pasó, lo que no se tiene en ese momento o desear lo que está lejos, lo que ya no es posible, lo que no toca, es vivir con el corazón desconectado de la realidad presente.

Que en cada momento y situación nuestro corazón esté presente, abierto a acoger lo que venga, dispuesto a dejarse sorprender y a darse. No hay otra forma de llegar a la santidad que vivir presente en el presente y colmarlo todo de amor.


miércoles, 27 de agosto de 2025

“UN ÁNGEL DE NOMBRE MARINA”

 

Se hizo la hora de decir adiós para regresar a España. Me sentía con fuerza, feliz, y con el corazón más grande de tanto amor recibido. Me extrañaba no estar en llanto tras la despedida, y mientras llegaba el momento de subir al avión.

Una vez sentados todos, el avión comenzó a deslizarse sobre la pista para ocupar su lugar. Estaba sentada en la tercera fila detrás de la salida de emergencia. Veía a la azafata desde mi asiento. La miré seria, con los ojos fijos en el aeropuerto y pensativa. En mi oración pedí por toda la tripulación pero especialmente por ella, así lo sentí. (Necesito hacer este paréntesis. En este momento que estoy escribiendo  llevamos ya siete horas de vuelo, siento una mano que me toca, es élla, la azafata, no me lo puedo creer. Agachada junto a mí me sonríe y pregunta si estoy bien. Asiento con mi cabeza. Le cuento que tengo un blog y que justo en este momento estoy escribiendo sobre ella. Se sonríe de nuevo. El angelito sigue pendiente de mí. Me pregunta si quiero tomar algo y le pido un vaso de agua. Le pregunto su nombre: “Marina”. Regresa tres minutos después y en lugar de un vasito con agua me trae un bric de agua, je, je, seguro que es de los que dan en primera clase pero el Señor también me quiere “chinear” a mí en este viaje).

Sigo con la historia. Cuando el avión comienza a tomar velocidad empiezo a llorar sin poder parar. En ese momento también pienso en todos mis compañeros de viaje, casi el cien por cien hondureños, ellos dejan papás, hijos… Yo al fin y al cabo voy al reencuentro con mi familia, amigos… pero también tengo en Honduras una gran familia y tengo derecho a llorar y me doy el permiso.

En medio de mis pensamientos y lágrimas volteo a ver de nuevo a la azafata, tiene ahora sus ojos fijos en mí, y en su mirada y en su sonrirsa percibo una gran ternura.

Mi compañera de asiento también se percata de mi tristeza. Cuando giro la cabeza la miro también con los ojos aguados y una lágrima comienza a rodar por su mejilla. Le agarro fuerte su mano y no se la suelto hasta que ya el avión ha agarrado altura. Pasados unos diez minutos y ya un poco más calmada, la azafata se agacha junto a mí y me agarra el brazo. La abrazo, le doy un beso y las gracias. Se ofrece a ayudarme en lo que necesite. Le vuelvo a agradecer y al ratito viene con un vaso de agua.

Dos horas después llega la comida y con élla mi angelito que vuelve a preguntarme como sigo.

Termina el viaje. Abren la puerta delantera y la de atrás para poder salir. Avanzo más rápido si salgo por atrás pero quiero despedirme de Marina. Me acerco hasta ella y con mi abrazo y mi agradecimiento le entrego una tarjetita que le he escrito.

Marina, si lees estas líneas, espero que sea un bonito homenaje a tu entrega silenciosa y dulce. Gracias a ti y a todas las personas que como tú humanizáis el trabajo que realizáis.

Y gracias a Dios por las veces que se sirve de ángeles disfrazados de niños, jóvenes, adultos o ancianos, para mostrarnos su amor y experimentarlo, para recordarnos que está ahí, que nos acompaña y nos sostiene.

jueves, 21 de agosto de 2025

"¿POR QUÉ VAS A HONDURAS?"


Dos días antes de venir escuché esta pregunta. No recuerdo que respuestas di, todas válidas por supuesto pero no me quedé conforme con lo que dije. Al día siguiente la pregunta seguía resonando en mi interior. Sabía que tenía que llegar a algo que todavía desconocía. Y caí en la cuenta.

Volvemos a aquellos lugares que hemos sentido como nuestro hogar y en los que nos hemos encontrado como en casa Es bonito escuchar que te digan: "Ésta es su casa", o encontrarte en un lugar y sentirte como en casa porque todo sigue igual, porque pareciera que no ha pasado el tiempo, que ese es tu día a día, y que todo lo vivido con anterioridad, pareciera formar parte de un sueño.


Podemos extrapolar esta experiencia a cualquier realidad, incluso a nuestras parroquias. Todos aquellos que un día estuvieron y ya no llegan, volverán si en sus comunidades se sintieron un día como en casa, lo que no quiere decir que nos quedemos de brazos cruzados esperando a que ese momento llegue.

Tenemos el compromiso, los que estamos dentro, de contribuir en la acogida de los que regresan y más aún, de crear espacios que sean verdaderos "hogares". Hogares donde la persona se sienta querida, acompañada, tenida en cuenta... ¿Puede haber algo más atractivo que un grupo de personas que sean testimonio vivo de fraternidad, solidaridad, compasión, alegría...?.

Vayamos más allá. En esta vida somos peregrinos. Cualquier hogar en esta tierra es temporal. Salimos un día de casa para habitar en este planeta y a casa regresaremos. ¿Por qué habría que tener miedo de ir a la morada definitiva cuando allá vamos a encontrarnos con todo lo que nuestra alma anhela?.

Mientras tanto disfrutemos y agradezcamos a Dios por todos esos brazos que se abren para acogernos y recibirnos en sus casas, por todos esos hogares que ha dispuesto para hacernos más fácil el camino, por todas las "Betanias" en las que uno puede descansar, reponerse del "viaje" y ser como es.

Y que nosotros también dispongamos nuestro ser y nuestro corazón para hacer de nuestras vidas hogares de acogida para otros.

miércoles, 30 de julio de 2025

“¿QUÉ PERLA PREFIERES?”

 

En nuestra vida podemos ir atesorando pequeñas perlas finas. Te invito a que pongas nombre a esas perlas, te ayudo con algunos ejemplos: “Alabanzas, afectos de las criaturas, títulos, salud, cosas materiales, aplausos, trabajo, éxito, cualidades…”.

Si tuvieras que elegir entre un montón de perlas pequeñas, finas y preciosas o una de gran valor ¿con cuál te quedarías?.

Como somos humanos podemos desear y apegarnos a aquello que es más perceptible a nuestros sentidos. Hacemos acopio de perlas finas creyendo que tenemos algo cuando en realidad, es una falsa ilusión, bien sabemos que hoy están y mañana no.

Si esas perlas finas pierden su brillo, tememos perderlas o desaparecen de nuestras vidas, surgen la tristeza, el enojo, la frustración, la impotencia, la incomprensión. Poner en ellas la confianza, la seguridad, la esperanza o la felicidad, es una pérdida de tiempo, es necedad.

Pudiendo tener la “PERLA” nos contentamos con un montón de perlas brillantes pero muy chiquititas. La suma de todas las perlas finas que podemos acumular no se iguala con el valor de la gran “PERLA”. Es más, la “PERLA” no hay peligro de perderla, permanece.

¿Queremos seguir atesorando perlitas?. Elegir la “PERLA” supone renunciar a ese montón de perlitas, las que están y las que deseamos. Hay que optar. ¿Somos capaces de entregarlas todas para quedarnos con la “PERLA”?.

Cada vez que sufres, plantéate si no es porque has perdido una perlita o temes perderla. Tu atención y tu corazón andan centrados en ella y no ves más allá.  

Cuando las situaciones adversas aparezcan, recuerda que tienes una PERLA preciosa de valor incalculable, y dirige tu mirada y tu corazón hacia ella. Deja ir esas perlitas, ponlas en Sus Manos. Preséntate ante Él con las manos vacías, porque la realidad es que es una falsa ilusión creer que posees algo. La realidad es que nada tienes, nada te pertenece, ni siquiera tu vida. Extiende tus manos, una PERLA de gran valor se ofrece y desea ser recibida.

jueves, 17 de julio de 2025

“NO ENTIENDO NADA”

 

El otro día entró un señor en la librería diciendo una y otra vez: “No entiendo nada”. Estaba abrumado por una situación que estaba viviendo en su parroquia. Fue a buscar consuelo en un religioso y para colmo ya se había ido de la ciudad para no volver. A su “no entender” se sumó otro “no entender”.

He escuchado a otros desde ese día con la misma canción: “No entiendo nada”. Y la mayoría lo viven con sufrimiento. Queremos tener todo bajo control y todo se nos escapa. Nuestro entendimiento es incapaz de abarcarlo todo.

Ante las circunstancias inesperadas que sobrevienen no hay muchas opciones, de nosotros depende cuál escoger. De la elección dependerá el seguirnos enredándonos, hundirnos o volar.

Hay quien opta por enojarse con Dios, con todos y consigo mismo.

Otros prefieren negar lo que sucede, no querer verlo, pensar en otras cosas o huir buscando alternativas que satisfagan los propios deseos o colmen su vacío.

Si se nos ha regalado el don de la fe, contamos con la opción de trascender “eso” que decimos no entender. La unión con Dios no la lograremos por el entendimiento, ni por los sentimientos, ni por los gustos. Hay que dar un paso adelante. Abandonarnos. Rendirnos. Acoger y abrazar “eso”. Dios sabe lo que hace y todo lo hace bien. No se trata de entender sino de confiar en que todo forma parte de un plan de amor y “eso” es necesario.

¿Qué más da si entiendo o no?. ¿Es cuestión de razonamiento o de confianza?. ¿Es cuestión de control, o de abandono y aceptación de la voluntad de Dios?. ¿Es cuestión de cabeza o de corazón?.

El sábado no tuve otra opción que participar en una eucaristía de principio a fin en eusekera. Se lo estaba contando la otra mañana a un sacerdote y su pregunta fue: “¿Y ya te enteraste de algo?”. Respondí: “De lo principal, que Jesús estaba ahí”. Tras eso, se hizo el silencio.

El don de la fe te permite dar el salto. Quizás no haya que entender todo, a lo mejor no es necesario ni siquiera entender un poquito. Te abandonas y, cuando te das cuenta, ya estás volando.

domingo, 13 de julio de 2025

“¿QUÉ MÁS DA EL LUGAR?”

 

El lugar en el que estás es el que el Señor quiere para ti en este momento. El lugar tan solo es un medio, un medio para amarle, servirle y acoger su amor. Visto así… ¿Qué mas da el lugar?. ¿Acaso no está ahí?.

Hacer su voluntad pasa también por acoger ese lugar que Dios ha dispuesto para ti: Una habitación de hospital, una residencia de mayores, un trabajo, una parroquia, la celda de una prisión o de un convento, la casa y a las personas con las que convives…

En ese lugar en el que estás, también está Él.

A veces pensamos o anhelamos otros lugares, los consideramos incluso más perfectos y no terminamos de aceptar aquel que el Señor ha dispuesto para nosotros. Renegamos, nos quejamos y a veces huimos buscando otros escenarios en los que poder satisfacer nuestras necesidades o llenar nuestros vacíos.

El lugar es el que es, éste es el que nos toca en este momento.

El lugar es relativo, es transitorio, como todo lo demás. Todos somos peregrinos en esta tierra y tarde o temprano ya no estaremos donde ahora permanecemos.

En esos espacios concretos, en los que nos movemos en el día a día, somos invitados a realizar nuestra misión, a encaminarnos a Él, a “pegarnos” más a Él, a perseverar aunque aparezcan dificultades, a esperar y darlo todo mientras no disponga otra cosa.

Ese lugar en el que estamos es el que Él ha pensado para nosotros en este momento, es el ideal para que su voluntad sea por medio nuestro. Abrazarlo y acogerlo es abrazar y acoger a Jesús y la voluntad del Padre, es abandonarnos, dejarnos amar por Él.

Amar ese lugar, y ofrecer nuestra alma, nuestra vida y nuestro corazón en él, es amar a Dios.