¿Alguna vez te has presentado
ante el Señor con las manos abiertas? Una oración en completo silencio pero con
un gesto que lo expresa todo:
- Manos abiertas para recibir lo que Él te quiera dar
- Manos abiertas para entregar al Señor lo que Él te quiera pedir
¿Para qué más palabras? A
veces llenamos nuestras oraciones de rezos, peticiones, acciones de gracias…
Llenamos nuestro rato de oración de ruido y para colmo sentimos el dolor de no
sentirnos escuchados o atendidos en nuestras súplicas.
“Pedid y se os dará” dice
el Señor pero ¿acaso no sabe Él que es lo que más nos conviene? ¿Por qué no nos
limitamos a presentar nuestras manos vacías para que Él nos regale aquello que
nos va a ayudar a crecer interiormente y a vivir cada día más desde nuestra
verdadera esencia?
Pero ¿y si me presento
ante el Señor con las manos vacías y no recibo nada? “Que quiera Señor lo que
Tú quieras, y si hoy no me das nada… gracias… y si se me regalas algo… gracias
también”. “Que quiera Señor lo que Tu quieras”
Dudamos y desconfiamos en
que lo que nos va a dar sea bueno pero creo que más complicado es darle lo que
nos pueda pedir porque estamos demasiado apegados o enganchados a cosas,
actitudes, cargos, actividades, personas…
Acá comienza nuestra
libertad… en nuestra capacidad de tener las manos abiertas para recibir y a la
vez para dejar ir. “Dame lo que Tú quieras y ten lo que Tú desees”. El culmen
de la libertad interior. ¿Te atreves a presentarte así delante del Señor?
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