viernes, 30 de mayo de 2025

“NO SUFRAS… ES LA PUERTA”

 

¿Cuántas veces has visto o vivido las circunstancias adversas como una fatalidad, un castigo, un problema?.

Decía el otro día un carmelita: “La noche oscura es el camino estrecho del Evangelio por el que nos invita Jesús a caminar”.

Hay infinidad de situaciones que podemos vivir como noche oscura pero voy a referirme a ésas que no provocamos sino que nos vienen dadas sin buscarlas.

En esas noches pueden surgir el rechazo, la culpa, la impotencia, la frustración… tocamos de cerca nuestra pequeñez, nuestra limitación, nuestra dependencia, nuestras heridas… Podemos llegar a angustiarnos y desear salir cuanto antes porque lo vivimos como algo negativo, algo que hay que superar, algo que rompe nuestros esquemas o proyectos, algo que nos hace perder el control… En realidad nos pone frente a nuestra verdad.

Esa noche, desde la fe, es una bendición. El Señor se vale de ella para encontrarse con nosotros, para que le abramos nuestro corazón y le permitamos llenarnos con su amor.

Esa noche, desde la fe, es la puerta pero nosotros tenemos la llave. Una carmelita me enseñó hace unos días una puerta y me dijo: “Fíjate en esta puerta, solo desde dentro puede abrirse". Nuestro corazón también tiene una puerta que solo desde dentro se abre. Si no le abrimos al Señor, con independencia de lo que estemos viviendo, seguiremos girando en torno a nosotros y nuestras circunstancias o “desgracias”. 

Esa noche, desde la fe, es una oportunidad de crecimiento, de unirnos al Señor, de poner nuestra mirada y todo nuestro corazón sólo en Él. 

Resistirnos, negar, rechazar, luchar… es ponernos en el centro. Así no hay manera de salir.

Agradecer, reconocer y aceptar nuestra pequeñez, nuestra limitación, nuestra miseria, y abrir la puerta al Amor es la única manera de que se produzca el encuentro, la unión, y podamos vivirlo todo en plenitud.

Él quiere iluminar esas zonas de sombra, sanar nuestras heridas, cubrir nuestras carencias.

El Amor no se cansa de buscarnos porque quiere llenarnos, aprovechemos todas las situaciones que se nos presenten para dejarle ser y hacer en nosotros.

domingo, 25 de mayo de 2025

“SE LO MERECE”

 

Al terminar ayer la eucaristía alguien se acercó a preguntarme: “¿Has dado un abrazo a Sonia?. Se lo merece”. Respondí: “A Sonia siempre la abrazo”. Y Sonia, que alcanzó a escuchar, dijo riéndose: “Hoy ya tres veces”. No se me ocurre pensar: “Hoy la abrazo porque se lo merece pero mañana si no se lo merece no”. Abrazo a Sonia porque es mi amiga, mi hermana, y la quiero mucho. Mi abrazo lo tiene asegurado triunfe o fracase, haga o no haga… le fastidie o no, porque la verdad es que dice no ser muy de abrazos pero sé que muy en el fondo le encantan.

Me levanté pensando en esto. ¿Tengo que abrazar a las personas sólo cuando se lo merecen, cuando hacen o dicen algo según mis criterios y mis expectativas?. Confieso que no a todas las personas a las que saludo con abrazo son de mi agrado y otras sé que no soy de su agrado. No lo hago por hipocresía ni por ganarme su afecto sino porque creo en el amor de Jesús, ese que me tiene loca y que me mueve a ello. Hace años otra amiga y hermana me enseñó algo que me repitió una y otra vez hasta que lo llegué a hacer vida: “Al que no te quiere dale amor”. No hay día que no me acuerde de esto y tenga que aplicarme el cuento.

Volviendo a lo de antes. Me da mucha tristeza cuando pienso en nuestras relaciones en términos de utilidad. Te quiero, te abrazo, te agradezco… pero mientras me aportas algo.

Te admiro, me gustaría contar contigo, tienes muchos dones, encajas perfectamente en mi proyecto pero no tengo en cuenta la persona que eres, tus necesidades, tu realidad, tus inquietudes o problemas… solo mis intereses particulares.

Y si le das la vuelta, crees que los otros te quieren porque te alaban, han pensado en ti, te aplauden y a lo mejor solo están cerca porque respondes a lo que esperan de ti. Y un día puedes perder todos los puntos y tu torre de cristal hacerse añicos. Y los mismos que te aclamaban con palmas, como a Jesús, te crucifican con miradas y comentarios poco gratos, o simplemente dejan de contar contigo porque apareció alguien de quien pueden sacar mayor y mejor partido.

Bendito sea Dios que no nos ama en función de nuestros méritos.

Bendito sea el Dios de Jesús que está siempre dispuesto a colmarnos de su amor con independencia de que respondamos o no a su voluntad.

Bendito sea Dios que nos ama tal como somos y estamos.

Pidamos al Espíritu Santo que penetre su amor en nuestros corazones para que nos relacionemos como hermanos y no en función de nuestros intereses particulares.

Y busquemos solo amar a Dios, en todo lo que hacemos y en todas las personas que se cruzan en nuestro camino.

sábado, 17 de mayo de 2025

“¿QUÉ HAY AL OTRO LADO?”

 

Voy a contar esta historia con el permiso de la protagonista. Es de nacionalidad rumana y de religión ortodoxa. Nos hemos encontrado por la calle últimamente más porque lleva varios meses de baja en su trabajo. Un día la invité a la adoración de los miércoles en la parroquia y, desde entonces, sólo falta por razón de fuerza mayor.

El miércoles al terminar, se acercó para decirme que al día siguiente la operaban. Ayer, después del retiro, me fui hasta el hospital. No podía imaginar el regalo que me tenía el Señor preparado, te lo comparto.

La encontré cenando. Su cara radiante, sus ojos brillaban. “Ay Gloria, te tengo que contar” – decía una y otra vez. Quiso dejar la cena y yo le insistí una y otra vez en que terminara.  Viendo su emoción me anticipé a lo que iba a ocurrir: “Creo que me vas a hacer llorar”.

Llegó el momento, la escuchaba atenta sentada junto a su cama. Comenzó contándome de su operación, de que la confundieron con otra paciente del mismo nombre y la bajaron para operarle de otra cosa después de que ya le habían puesto la anestesia. Gracias a Dios ella les advirtió de que se estaban equivocando y pudieron rectificar a tiempo aunque ya llevaba una dosis de medicación en su cuerpo que no le correspondía.

La operación que tenía que durar dos horas se complicó y duró más de cuatro. Reacción alérgica y casi se les va. De esto se dio cuenta después cuando se quejó de que le costaba tragar y le contaron que la habían tenido que entubar,

Y ya me preguntó: “Gloria, esa estrella que hay los miércoles entre José y María ¿qué es?”. ¡Qué ternura!. Me sonreí de la inocencia, de la sencillez, de la humildad. “Si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos”. Le expliqué lo que era, no sé si me entendió ni si hace falta que lo entienda. Ella vivió su propia experiencia con “la estrella” y “la luz” que hay en el centro.

En lo que estaba sedada ella pasó por “la estrella”, atravesó  “la luz”. Al principio pensaba “Soy muy grande y el hueco es muy pequeñito”. Evangelio puro: “La puerta estrecha”. El caso es que cruzó al otro lado y allá todo era paz, armonía, luz, felicidad… “¡Qué bien se estaba allí!”. La escuchas contándolo y te habla de todo verde, los pájaros cantando, las flores… pero lo mejor es verle la cara, los ojos, la alegría que transmite... te metes en la escena sin esfuerzo alguno.

Por la luz llegó a la luz y a este otro lado veía montón de caras, unas conocidas y otras no tanto, y de pronto la reanimaron: “¡Despierta, despierta..!”. Los médicos estaban preocupados y ni imaginaban que ella se encontraba en el paraíso.

Después del paseo que me dio con la imaginación me despedí de ella. Anochecía cuando regresaba a casa y volvía con el corazón contento y agradecido. Como Jesús daba gracias al Padre por haber ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, por revelárselas a la gente sencilla y por hacerme testigo de ello.

domingo, 4 de mayo de 2025

“¿ME AMAS?”

 

Hasta tres veces hace Jesús la misma pregunta. ¡Cómo si uno estuviera sordo o no entendiese!. La realidad es que estamos lejos de comprender cómo quiere que le amemos.

Haciendo los primeros “pinitos” en eso de amarle, comenzamos a hacer muchas cosas. A más obras interpretamos que más le amamos: Rezos, compromisos en la iglesia, voluntariado... El/la protagonista de la historia soy yo, y el fin son las obras. Para iniciarse no está mal, para caminar primero hay que aprender a gatear. Pero también en el amor hay que crecer.

Con la madurez y la gracia de Dios, llega un momento en el que caemos en la cuenta de que el fin no pueden ser las obras sino el amarle a Él. Mira que hemos oído veces lo de: “Amarás al Señor con todo tu corazón, con…”. Siendo así: En el hacer o en el descanso, en cualquier relación, en las tareas más vistosas o en las más escondidas a los ojos de otros, en cualquier acontecimiento… puedo amarle. El fin pasa a ser amar a Dios y el hacer o no hacer se ha convertido en un medio. Sin embargo aún estoy a medio camino porque el/la protagonista sigo siendo yo.

Si la estrella sigo siendo yo, y todo depende de mi intención y esfuerzo, no me puedo quedar ahí. Es posible dar un paso más. Amar todo desde Él: Lo que sucede, a la persona que está delante de mí, lo que me toca hacer… Dejarle ser y hacer en mí, ceder el control de la barca. En resumen: “Que sea Él quien ame en mí”. Llegar a esto es lo más. En este caso ya podemos decir, cantar o gritar como San Pablo: “Ya no soy yo, es Cristo quien vive en mí”.

Si Jesús insiste en preguntar una y otra vez si le amo es porque quiere que descubra por mi mism@ cómo puedo amarle. Nos lo podía poner más fácil y decir cosas así:

-      “Mientras tú seas el/la protagonista de tu vida, yo no podré amar en ti y no me amarás”

-      “No quiero tus obras, quiero tu corazón”

-      “Cuando te pido tu corazón, lo que deseo es que me dejes ser en ti, hacer por medio de ti”.

 

Pero como buen Maestro no nos da la solución, quiere que la hallemos y cada uno deberá hacer el proceso, recorrer el camino. Ante todo y sobre todo, no nos quedemos en pañales y avancemos para poder amarle como realmente quiere ser amado.

sábado, 3 de mayo de 2025

“NO DEJES QUE SE INTERPONGA ENTRE ÉL Y TÚ”

Una persona me compartía esta mañana, antes de entrar en la iglesia, sobre la importancia no solo de ser constante sino de tener un horizonte claro. Me quedó resonando. Es cierto… si no se tiene un horizonte en la vida, o te estancas o avanzas al sol que más calienta dejándote llevar por gustos, apetencias o quereres.

Entré en la iglesia, me arrodillé y, con los ojos puestos en el sagrario, le compartí al Señor mis deseos más profundos. En eso estaba cuando entró una mujer con una diadema con cuernos rojos de diablo y se sentó entre Él y yo. ¡Con lo grande que es la iglesia!.

Volví a mis deseos y me sonreí al caer en la cuenta de las astucias del mal espíritu. Así trabaja, así funciona, no descansa. Quieres entablar una relación de amor con tu Dios y crecer en ella, y se interpone entre Él y tú. Con cada uno lo hace de una manera porque bien conoce de qué pie cojeamos o cuál es nuestro punto débil. Su objetivo: Distraernos, que pongamos la mirada y el corazón en él, quitarnos la paz…

Retomando lo de antes, es importante tener claro el horizonte, conocer los deseos más profundos del alma y poner los medios para que se hagan realidad. No podemos dejar todo al azar o a la providencia de un Dios que resuelve mientras yo me quedo de brazos cruzados esperando que obre el milagro.

Y en ese poner de nuestra parte, no olvidemos que alguien busca la manera de interponerse porque está interesado en frenar nuestro avance y desviarnos de nuestro camino.

Horizonte y deseos sí pero recordando la invitación a ser perseverantes, a poner los medios.

Y por otra parte: Confianza en el Señor. Los deseos que despierta en el corazón pueden llegar a realizarse.

Confiar siempre y sobre todo en Él para quien todo es posible.

Confiar en quien venció a la muerte, vive, está con nosotros acompañando nuestros pasos y desea ser en nosotros.