Hace unos días resonó
esta voz en mi interior “todo está bien”
Deseamos que los
otros piensen, sientan y/o actuén igual que nosotros pero eso no es posible.
Intentamos y tratamos
de cambiar a los otros porque creemos que “a nuestra manera” es mejor o que
estamos en lo correcto pero ¿es eso cierto?
Nos quejamos y
lamentamos porque los otros no responden como esperamos pero ¿por qué habrían
de hacerlo?
Podemos poner los
medios para cambiar a los otros pero lo cierto es que somos nosotros los que
tenemos que cambiar nuestra forma de mirar a los otros y de interpretar lo que
sucede
No es una tarea fácil
porque toda la vida hemos funcionado de otra manera. Se trata de cambiar de
perspectiva. Cuestionarnos respecto a aquello que nos enoja, nos molesta, nos
inquieta… de otros. ¿Qué tenemos que trabajar en nosotros para que eso ya no
nos enoje, no nos moleste, no nos inquiete…?
El solo hecho de caer
en la cuenta y de modificar el enfoque puede ser muy iluminador porque nos da
pistas de lo que podemos mejorar en nosotros para que “eso” deje de afectarnos
Cada uno es como es,
lo sabemos, pero ¡cómo nos cuesta aceptarlo!. Sería más fácil que todos
“funcionáramos” igual pero la realidad es bien distinta.
Es muy complicado
conseguir que el otro cambie, es un derroche de energía demasiado grande y el
éxito no está asegurado. Lo más provechoso y lo único seguro es hacer cambios en
nuestra forma de pensar, de estar, de interpretar lo que nos sucede.
“Todo está bien”… No
se trata de que te esfuerces por convencerte de ello, sino de cambiar tu
actitud ante lo que piensan, dicen, hacen o no hacen los otros, poniendo los
medios para cambiar en lugar de perder el tiempo deseando que los otros
cambien.
“Todo está bien” si
así lo decides ahora, si así lo decides en cada momento o circunstancia
“Todo está bien”…
“Todo está bien”… Haz silencio y escucha en lo más profundo de ti… “TODO ESTÁ
BIEN”
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