Cuando te juzgas,
cuando te culpas, cuando te exiges… ¿qué amor te tienes? ¿cuánto te valoras?
¿qué tanto te aceptas?
¿Quién marca tus
metas? ¿Quién determina tus expectativas?
¿Qué quieres
demostrar? ¿A quién?
¿Qué sucede si no
logras aquello que te propusiste? ¿Y si otros critican tu forma de ser, estar,
pensar o actuar?
¿Qué ocurre cuando
no eres fiel a tus principios y valores? ¿Cómo te sientes? ¿Qué te dices?
Cuando te juzgas,
cuando te culpas, cuando te exiges… ¿te estás amando incondicionalmente? ¿qué
te impide amarte incondicionalmente?
Las autocríticas
te dañan emocional y físicamente, te destruyen.
Si así te tratas…
así tratas a los demás… juez implacable que no permite el mínimo error, que no
tolera que otros piensen distinto o que hagan las cosas de otra manera, que no
soporta la forma de ser de quienes le rodean o las decisiones que toman….
Ábrete al amor
incondicional… el único que puede proporcionarte paz profunda, el único que te
permitirá vivir en armonía contigo y con todo/s, el único que podrá sanarte de
manera integral
Y es que abrirte
al amor incondicional hacia ti, es abrirte al Amor incondicional que Dios te
tiene… ese Amor que te quiere tal y como eres, que no te exige, que no lleva
cuentas, que te acepta con tus defectos, fracasos y caídas, que te conoce y por
eso te mira siempre con misericordia…
Ábrete al amor
incondicional de quien te creó, te sigue dando la vida y te quiere feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario