¡Qué importante la
oración como medio para abrirnos al amor incondicional! Y es que solo desde esa
apertura y desde mi estar llen@ de ese amor puedo sanar a otros. Solo si me
lleno, puedo dar
La sola presencia
de Jesús era sanadora (“Toda la gente intentaba tocarlo porque salía de él una
fuerza que sanaba a todos”) porque dedicaba tiempo a llenarse de ese amor y paz
(“… había pasado la noche orando”)
No se trata de
darme o de dar porque “tengo que”… se trata de “ser” porque “Soy” y para eso
tengo que conectarme con mi ser y ser consciente de lo que “Soy”
¡Qué importante el
autocuidado espiritual!
¡Qué importante mi
relación con Dios! pero con el Dios de Jesús porque crecemos con unas imágenes
de Dios que nada tienen que ver con el Dios de Jesús y más que liberarnos nos
esclavizan, nos amargan la existencia y nos generan culpas y autocríticas que
vamos cargando como pesadas losas.
Necesitamos vivir
desde el amor incondicional porque esa es nuestra esencia.
Desgraciadamente lo apagamos con
nuestras múltiples ocupaciones que responden a una mente ávida de satisfacción
personal, lo apagamos con nuestros pensamientos negativos y críticos hacia los
otros o nosotros mismos, lo apagamos con nuestras actitudes egoístas,
pesimistas, derrotistas..
La verdadera
plenitud la da el abrirnos al amor incondicional, a Dios… y dejarle ser pero
para llenarse hay que tomarse el tiempo. Haz silencio, acalla tu mente y
permite que Él te llene con su amor… Después… déjate sorprender por lo que te quiera
presentar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario