sábado, 6 de abril de 2024

“SÉ TU MISMO”

 

Mirarnos en relación a los otros nos puede acomplejar o, por el contrario, engrandecer. No se trata de hacer o no hacer, de hablar o callar, queriendo imitar a nuestras “estrellas” o queriendo sobresalir por encima de los otros para demostrar lo que ni siquiera nos creemos.

Cada uno hemos nacido con unos dones. Es tiempo perdido, y energía derrochada, el vivir en función de las expectativas o la mirada de los otros.

Compararnos con aquellos a quienes consideramos “más perfectos”, aumenta nuestra frustración, nuestra impotencia, nuestra amargura. Quizás nunca lleguemos a ser como ellos y habremos perdido mucho tiempo en aquello que no nos correspondía.

Compararnos con aquellos a quienes consideramos menos aptos o agraciados, hace crecer nuestra soberbia a la vez que se intensifica el miedo a perder la imagen proyectada.

Cada uno tenemos nuestro camino, nuestra misión, nuestra vocación. Ese camino es único e irrepetible, y lo debemos recorrer con los ojos puestos en Jesús para desplegar así todas las potencialidades que nos ha regalado para gloria suya.

En ese “ser uno mismo” no faltará quien nos critique y nos alabe. “¿Y a ti qué?”. Así fue como le dijo Jesús a Pedro cuando se interesó por el destino de Juan. “De todas formas, hagas lo que hagas o digas lo que digas, nunca van a hablar todos bien de ti hasta el día de tu funeral” – comentaba el otro día un sacerdote.

Ser uno mismo supone vencer el obstáculo del miedo al qué dirán, al fracaso, al rechazo, al abandono, a la humillación… 

Hagamos o no, hablemos o callemos, siempre buscando la mayor gloria de Dios, y sin poner los ojos en otro que no sea Nuestro Señor que nos ha creado para ser suyos.

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