domingo, 5 de abril de 2015

"MORIR PARA PODER RESUCITAR"

¿Cuántas veces te has sentido tan pecador/a que no te crees merecedor/a del amor y de la misericordia de Dios? ¿Cuántas veces sientes que le haces la cruz más pesada a Jesús o que colaboras en clavarle en la cruz?. Y sin embargo Él siempre está, observando en silencio: tus idas y venidas, tus triunfos y derrotas, tus alegrías y tus desolaciones… Y siempre te da otra oportunidad, y no se cansa de esperar, su paciencia es infinita, conoce tu debilidad… Para Él no son tan importantes tus caídas y tropiezos sino tu voluntad de seguir, tu deseo de amarle cada vez más, tu ilusión por seguirle a pesar de las dificultades que puedan aparecer en el camino, tu disponibilidad para hacer su voluntad. Su amor y su misericordia son mayores que nuestras faltas, nuestra ceguera, nuestra vulnerabilidad.
“¿Señor, lavarme los pies tu a mí?”. Pedro no se sentía digno de que Jesús le lavara los pies. ¿Le faltaba humildad? ¿Le costaba dejarse amar? ¿Era consciente de su pequeñez? … Sea cual fuera la razón Jesús le conoce, nos conoce… sabe lo pequeñit@s que somos, lo poco que podemos por nosotr@s mism@s y es por eso que nos ama y nos lo quiere demostrar. Nuestra tarea es simple pero a la vez podemos sentirla complicada:

-       Con humildad abrirnos a ese amor que se nos regala de manera generosa, desinteresada e incondicional.
-       Dejarnos tocar y acariciar por Jesús que se acerca con suavidad y respeto.
-       Dejarnos mirar por Él hasta que su mirada penetre en nuestro corazón
Y poco después Pedro niega a Jesús tres veces… “¿No eres tú también de sus discípulos? Él lo negó diciendo: “No lo soy”. ¿Cuántas veces le negamos?.
¿Cuántas veces anteponemos “nuestras cosas”, “nuestros intereses”, “nuestros caprichos”, “nuestras apetencias”… al Amor, a lo que da vida, a Dios?
¿Cuántas veces hacemos nuestra voluntad y le damos la espalda?
¿Cuántas veces nos desviamos del camino por pereza, comodidad, cansancio, por ser tibios, por dejadez…?


Pedro lloró su error. Sí… lloró y lamentó su error.  Lágrimas que expresaban su impotencia, su dolor, su no entender… lágrimas que le hacían consciente de sus limitaciones, de sus miedos, de su fragilidad…
Pero Pedro se dejó mirar por Jesús, se dejó alcanzar por esa mirada de amor y misericordia. Una mirada que lo decía todo sin mediar palabras. Esa mirada le penetró hasta el fondo de su ser. Esa mirada se le quedó siempre presente. Que seamos capaces de encontrarnos con la mirada de Jesús y de abrirnos al amor que desprenden sus ojos. Y que tengamos la humildad de Pedro de reconocer los errores y nuestra fragilidad, y deseemos continuar.
Jesús está solo, todos le abandonan, es insultado, golpeado… y va camino a la muerte. La cruz fue consecuencia de una forma de ser y de vivir, de la fidelidad al amor, a la voluntad de su Padre. Nosotr@s también nos encontramos en el camino con cruces que hay que cargar y muertes que no deseamos. Pero ¡ay, pobres de nosotr@s que escogemos tantas veces caminos que nos llevan a la perdición y a la muerte pudiendo escoger los que nos conducen a la vida!
¡Escoge la vida y vivirás! Y escoger la vida supone renunciar a  cosas, situaciones, relaciones… que nos esclavizan y no nos dejan ser, que nos dañan o dañan a otros, que nos alejan del Amor…
En la vida continuamente  es preciso optar para seguir avanzando. El camino de Jesús es el que me conduce a la vida y a la felicidad. Que sepamos reconocer lo que nos ata, lo que nos atrae y seduce, lo que nos distrae, lo que nos entretiene, lo que nos acomoda en la espiral de la muerte, lo que nos hace girar en torno a nosotros mismos, lo que nos resta vida… Que sepamos reconocer todo ello para liberarnos y optar por lo que genera vida.
Todas nuestras decisiones tienen repercusiones para nosotro@s y los otr@s. Escucha a tu corazón porque es ahí donde Dios nos habla. Dios quiere la vida. Lo que da vida te genera una paz profunda. ¡Escoge la vida y vivirás!.
Morir para resucitar a la vida, a lo que me da vida… porque solo teniendo vida podré dar vida a los demás.
Nadie dijo que el camino fuera fácil pero la cruz es más llevadera si Cristo está en ella.
Pedro estaba cerca de Jesús y tardó en comenzar a entender algo. También a nosotros muchas veces nos cuesta comprender. En esos momentos no nos queda otra cosa que abandonarnos en sus brazos y confiar porque algo es claro y es que nos quiere felices. Todo es para bien. Aunque no veamos, aunque nos sintamos hundidos o vacíos u olvidados… confiemos y continuemos. El Amor, que venció a la muerte, todo lo puede.
Y después Jesús le preguntará a Pedro: “¿Me amas?”… y hoy también nos pregunta: “…. ¿me amas?”. ¿Cuál es nuestra respuesta?. Tal vez “si”, tal vez “no”, tal vez “me queda mucho”, tal vez “a veces me despisto”, “no lo suficiente”…

Al menos si no le amamos con todo nuestro ser, ojalá tengamos el deseo de:
-       Amarle cada vez más y seguirle
-       Renunciar a nuestro “yo” para dejarle ser a “Él”, a nuestros intereses, a nuestros…
-       Ser coherentes
-       Ser fieles a nuestra conciencia, a su voluntad

Que muramos a todo aquello que nos aleja del Amor… y que resucitemos porque Él ya resucitó, que nos abramos a su Amor, a la vida y a lo que da vida, a lo que está por venir… “para que tod@s los que nos rodean tengan vida y vida en abundancia”

FELICES PASCUAS

 

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