Hace unos días un
compañero, con el que con frecuencia hablamos sobre casos que nos llegan, me
preguntaba qué hacer cuando una mujer que es maltratada tiene una lucha interna
entre querer abandonar a su pareja y su creencia religiosa que le obliga a
permanecer y someterse a su esposo tal y como dice la Biblia. ¿Huir o quedarse?
Hoy meditaba en mi
oración “la huida de Egipto”. ¡Qué curioso! María y José huyeron porque la vida
de Jesús estaba en peligro. Pero por otra parte, Jesús no huyó de la inminente
muerte en una cruz, y eso que pudo haberlo evitado. ¿Cuál es la diferencia entre
estos dos casos? ¿Qué hacer cuando sintamos el miedo y dudemos entre huir o
quedarnos? ¿Cuál es la decisión correcta? ¿Qué es lo más acertado?
Yo creo, puedo estar
equivocada pero así lo veo, que en el caso de José y María, y en el caso de
Jesús hay algo en común. José y María huyeron en respuesta al Amor. Jesús se
quedó y no huyó para responder al Amor.
En conclusión, la
decisión más acertada será siempre la que más nos acerque al Amor: Al amor a
Dios, a los hermanos y a nosotros mismos.
A veces necesitamos huir
o evitar a personas o situaciones que pueden desviarnos y alejarnos del Amor.
Según esto no es inmaduro huir y tampoco cabe el sentimiento de culpa.
Si tu vida o dignidad
están en peligro… si tu vocación o compromiso cristiano están en peligro… lo
sano es huir, lo perjudicial es quedarse.
Recuerda: La clave es el
Amor. Huir de aquello que nos aleja del Amor o quedarnos para ser fieles al
Amor.
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