sábado, 21 de julio de 2018

"LA PROVIDENCIA EN LA CONFESIÓN"


Quiero compartirte algo que me ha pasado últimamente. He tenido experiencias diversas en relación a la penitencia en la confesión y siempre me han parecido muy sencillitas: rezar algo, ir un rato al santísimo…y en alguna ocasión nada. Me cuestiona porque la verdad que con estas penitencias difícilmente voy a cambiar, me parecen como muy simples y sencillas. Pero también confío en que la gracia haga su obra y agradezco el amor infinito de Dios y su misericordia sin límites por tantos errores cometidos en mi vida.

Resultado de imagen de ser fiel a Dios
Sin embargo algo ha pasado últimamente. En ejercicios espirituales me confesé y el sacerdote me puso una penitencia que no se si llegaré a cumplir algún día. ¿Qué sentí? Tristeza y dolor en mi corazón porque me creo incapaz, porque me parece muy complicado, porque no me siento con la fuerza para ello, porque no sé ni por donde comenzar…

Pasaron días, semanas… y pensé en más de una ocasión en volver a confesarme para que me pusieran otra penitencia más sencilla pero yo misma me reía de mi misma y me decía “eso es hacer trampa”, “tienes que hacer lo que te dijeron”… La verdad que cada vez que me acuerdo de esa penitencia confieso que siento dolor en mi corazón pero en lo más profundo siento algo bien bonito, como una paz profunda y una fortaleza que me empuja

El caso es que hace poco me confesé con monseñor y cuál fue mi sorpresa que me puso la mismita penitencia. ¡Noooooooooo!… no lo podía creer. No pude contener las lágrimas. En mi interior algo quería decir: “no es justo”… “otra cosa por favor”... Solo pude decir: “No puede ser, no puedo, ¿cómo es posible que me pongas la misma penitencia que la que me puso el sacerdote en ejercicios?, ¡todavía no he podido cumplirla!”. Solo se sonrió y asintió con la cabeza. Nunca me había pasado algo así. Viven en dos departamentos distintos, no hablan pero aunque así fuera no sería yo el centro de su conversación. ¿Casualidad o providencia? Yo creo en la providencia así que no me queda otra que pensar que me quiere jugar otra de esas pasadas que me deja “noqueada”. Y ahora ¿qué me queda?. Cumplir esa penitencia… bueno, intentarlo… necesito toda la vida… Pero en el fondo reconozco que lo agradezco porque por lo menos me obliga a estar despierta y a cambiar.

Dios ya nos ha perdonado antes de llegar a confesarnos pero algo tendremos que poner de nuestra parte para ser cada vez más fieles. El camino no es fácil y muchas veces lo sentimos cuesta arriba y lleno de obstáculos pero no vamos solos. Confiemos en que Él hará su obra pero dejémosle actuar y ser en nuestras vidas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario