“Levántense y oren para
que puedan enfrentar la prueba”, así se dirige Jesús a sus discípulos en el
monte de los Olivos. Y ellos… se quedaron dormidos
Dios es presente, Dios es
ahora… la historia se repite. En este momento Jesús nos vuelve a decir:
“Levántense y oren para que puedan enfrentar la prueba” y quizás nosotros, como
los discípulos, estamos dormidos
Permanecemos dormidos cuando…
- creemos que solos podemos, confiamos solo en nuestras propias fuerzas
- nos desanimamos y tiramos la toalla
- vivimos como si Dios no existiera
- contamos con Él solo cuando tenemos problemas o dificultades para que acabe con ellos
- nos quedamos de brazos cruzados esperando que haga el milagro
- alguien sufre y no aliviamos su dolor
- contribuimos a crucificar a Cristo con nuestras palabras o actos
- no somos capaces de descubrir su presencia en todo lo creado
- nos quedamos en la ley, en la forma, en lo establecido y nos olvidamos del amor
- vemos las pruebas como contratiempos y no como oportunidades de crecimiento y maduración
Permanecer dormido es lo
mismo que no entender nada. Permanecer dormido es tener a Dios a tu lado y no
percatarte de su presencia. Permanecer dormido es tener una imagen de Dios que
nada tiene que ver con el Dios con el que se relacionaba Jesús
“Levántense y oren para
que puedan enfrentar la prueba”. No se trata de echarle a Dios nuestros problemas
para que Él los resuelva. Se trata de encontrar en la oración la paz, la
fortaleza, la esperanza, la luz… que necesitamos para nosotros mismos
solucionarlos. A mayor prueba o entrega, más tiempo de oración. Oren, oren… en
los días de sol y en los días grises… oren… entren en comunión con quien les
creó con la certeza y la seguridad de que les escucha, de que les comprende, de
que está ahí
Humanamente es complicado
hacer frente a determinadas pruebas, solos no podemos pero solos no estamos
¿por qué no descansamos en Él nuestras pobres vidas? ¿cómo podemos decir que
queremos seguir a Jesús o que somos cristianos si no tenemos una vida de oración?
Jesús nos enseñó con su ejemplo la importancia de la oración en la vida.
Despertemos ya de este letargo y vivamos esa comunión con Él en lo profundo de
nuestro ser para poderlo encontrar en los otros y en todo lo creado.
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