viernes, 10 de agosto de 2018

"MIRA CUÁNTO HE HECHO POR TI. !NO ME OFENDAS!


“A los 19 años, Esperanza, experimenta un cambio significativo, debido a las cartas de amor de un joven desconocido a las que ella corresponde. Esta correspondencia, que mantiene durante dos años, enfrió su relación con Dios y su entrega a Él. De pronto, un buen día mientras rezaba, vio a Jesús crucificado que le volvió a decir: “Mira cuánto he hecho por ti. ¡No me ofendas!”



¿Quién es esta mujer del siglo XIX? Esperanza, la fundadora de las Misioneras Esclavas del Inmaculado Corazón de María. Ni la conozco, ni tampoco a la congregación. Providencialmente cayó en mis manos un tríptico sobre ella. Y todo por ayudar a una de sus hermanitas, a encontrar el avión que la llevaría hasta Paraguay.

Resultado de imagen de que he hecho por cristoMe cuestionó lo que leí… la historia continúa… me quedé pensando en lo que supone para nosotros muchas veces ciertas renuncias. En algunas de ellas parece que dejamos la vida, o que lo perdemos todo, o… y tratamos de aferrarnos como si no pudiéramos vivir sin ello pero en realidad sabemos que no es así. Vamos diciendo adiós a lugares, situaciones, trabajos, compromisos, personas… pero a la vez vamos abriendo nuestros brazos y corazón a otras experiencias, a lo que está por llegar, a lo nuevo… y eso es lo que nos permite crecer, madurar, avanzar en el camino

¡Cómo nos cuesta dejar ir! ¡Cómo nos cuesta decir adiós! Y nos supone más sufrimiento cuanto más apegados estamos. Pero volvamos al principio. Él lo ha hecho todo por nosotros, lo ha dado todo por nosotros, toda una vida entregada por amor, toda una vida de renuncias… y el culmen: la cruz. ¿Cómo respondemos al amor? ¿Qué tanto nuestras deciciones le bajan o le clavan en la cruz? ¿Hay entrega más costosa y dolorosa que una muerte en cruz? ¿Por qué nos cuesta decir adiós? Tal vez deberíamos mirar más a Jesús crucificado. No hay resurrección sin muerte. No hay vida sin renuncias. “El que se aferra a la vida la pierde, el que desprecia la vida en este mundo la conserva para una vida eterna”

“Mira cuánto he hecho por ti”. Y curiosamente San Ignacio en sus Ejercicios Espirituales recomienda que el ejercitante, delante de Jesús crucificado, se pregunte: ¿Qué he hecho por Cristo?, ¿qué hago por Cristo?, ¿qué puedo hacer por Cristo?.
Atrevámonos con sinceridad y humildad a responder a estas preguntas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario