jueves, 16 de abril de 2020

“BUSCADOS, LLAMADOS, ENVIADOS”


María estaba triste, llorando… y en medio de su desolación el Señor sale a su encuentro. Y es que el Señor no se cansa de buscarnos y de desear ese encuentro más que nosotros mismos
Las preocupaciones, los problemas… nos nublan la vista y nos impiden ver al Señor. María recupera la visión cuando escucha su nombre, siente una gran consolación, experimenta la presencia de Jesús
¡Qué importante nuestro nombre! ¡Qué sanador escuchar nuestro nombre cuando lo pronuncia alguien que nos quiere!... suena a música celestial, es inevitable sentirse consolad@.
Al escuchar su nombre, María experimentó amor, ternura, dulzura, cercanía… y eso llenó su corazón de un gozo indescriptible. Hoy el Señor también pronuncia nuestro nombre con la misma delicadeza y suavidad de siempre, con el mismo AMOR
Amor incondicional de quien conoce nuestra historia con sus aciertos y fallos, logros y fracasos, idas y venidas…
Amor incondicional de quien conoce nuestro presente: lo que nos angustia, asusta, enoja, inquieta… debilidades, fortalezas… deseos, sueños…
Amor incondicional de quien confía y cree en nosotros “a pesar de…”
Amor incondicional de quien, conociéndonos mejor que nosotros mismos,  nos envía a una misión acompañados, asegurando su Presencia, su Espíritu

No hay comentarios:

Publicar un comentario