lunes, 6 de abril de 2020

“NUNCA PIDIÓ NADA PARA SÍ”


El Papa Francisco, en la homilía del viernes pasado, reflexionaba sobre la actitud y los dolores de María. Y subrayó una cualidad: “Nunca pidió nada para sí”. En este tiempo en el que nuestros rezos se llenan de peticiones por nosotros y nuestras familias… en el que tanta gente recurre y se refugia en el rosario… sería bueno que miráramos a María y aprendiéramos de ella.
Aceptar y acoger la voluntad de Dios fue la clave en toda su vida. Y eso no la alejó del dolor y del sufrimiento. Ni siquiera por ser la Madre tuvo privilegios o estuvo exenta de la tristeza, de las preocupaciones y del desgarro que le supondría el ver a su hijo asesinado. Sin embargo no dejó de confiar, de abandonarse… No dejó de ser fiel, de esperar… No dejó de amar

El Papa recordaba los siete grandes dolores de María:
1.- El dolor sentido al escuchar las palabras de Simeón “una espada atravesará tu corazón”
2.- El dolor vivido al tener que huir de Egipto para salvar a su hijo
3.- La angustia sentida cuando, siendo niño, Jesús se perdió
4.- El dolor experimentado al encontrarse con su hijo camino del Calvario
5.- El dolor ante la inminente muerte de Jesús en la cruz
6.- El dolor al tomar a su hijo en sus brazos cuando lo bajan de la cruz
7.- El dolor al sepultar a Jesús
Y ante tanto dolor y situaciones complicadas que vivió… “Nunca pidió nada para sí”. Nunca dijo: “Yo soy la mamá, mírenme”. Se limitó a abrazar, acoger, aceptar… todo lo que se iba presentando con una confianza infinita, con una esperanza sin límites… porque sabía en manos de quien estaba
Después de esto… ¿Qué vamos a pedir en nuestros rezos? 

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