lunes, 22 de junio de 2020

“¿CÓMO PURIFICAR MI CAMINAR?”


Esta pregunta no es mía, es de una joven que ayer me compartía esta inquietud. Me admira su profundidad y su madurez.  Me alegra que haya quienes se cuestionan algo tan importante y a la vez tan necesario para poder ser verdadera y plenamente felices. Me da esperanza. Y me lleva a preguntarme cómo estoy caminando y qué tan pura es mi intención.
¿Cómo purificar mi caminar? La teoría creo tenerla clara, otra cosa es que siempre la haga vida.
Purifico mi caminar en la medida que lo que pienso, digo y hago tiene su origen en Dios y me lleva a Él. Todo lo que no tiene su origen o su fin en Él, es puro ego, es búsqueda de sí. De ahí la importancia de revisarse continuamente y de que San Ignacio fuera tan insistente en los exámenes de oración, del día…
Y es que hasta las acciones aparentemente más santas pueden estar contaminadas de necesidades insatisfechas, heridas no sanadas y deseos de reconocimiento, éxito, valoración…
Lo que pienso, digo, hago…
¿Dónde tiene su origen: en la mente o en el corazón? ¿Brota del “debería”, del “tengo que”, o del “es que si no lo hago yo…”?… ¿o surge como respuesta agradecida al amor experimentado?
Lo que pienso, digo, hago…
¿Responde al deseo del Dios de Jesús o a un “dios” que me exije, que me pide compromiso, que me va a premiar, a quien tengo que agradar porque si no…? ¿O a mis propias necesidades, miedos, deseos…?

Lo que pienso, digo, hago… ¿A dónde me lleva?. Estará purificada mi intención si…
  • Es un medio para construir el Reino
  • Me lleva a tener misericordia, paciencia, tolerancia… con los otros
  • Me acerca a los más desfavorecidos y a los excluidos
  • No descuido mis necesidades fundamentales.


¿Quieres purificar tu caminar? Examínate todos los días y siempre que tengas oportunidad. Trata de descubrir qué te mueve, cuál es tu intención, a dónde te lleva. Si quieres seguir a Jesús: No tengas miedo a la verdad, sincérate y mírate. Después estarás en disposición de abrir tu corazón, dejarte llenar y permitirle que sea Él quien haga la obra.

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