domingo, 2 de mayo de 2021

“TENEMOS QUE DAR FRUTO”

 

Esta sentencia o imposición, atribuida al mismo Jesús, supone una gran carga. Creer en un “dios” que me exige: me aleja del Dios de Jesús e impide que tenga una vida dichosa y plena.

Si todavía crees en un “dios” que te pide cuentas, que espera resultados, tal vez te pase las de Felipe, que un día te encuentres cara a cara con el Señor y te diga: “¡Hace tanto tiempo que estoy contigo!, ¿y no me conoces?”. Puede que lleves toda la vida con Él y Él contigo, y es cierto, pero no le conoces. Le has buscado incesantemente y no le has encontrado: demasiadas distracciones afuera, demasiado ruido dentro. Te has limitado a aferrarte a unas creencias, has tratado de responder a ellas, te has implicado en obras de carácter social o en compromisos de iglesia pero puede que sientas que no has avanzado mucho, eres consciente de ese vacío interior a pesar de… y te preguntas ¿qué fruto he dado?



Jesús es el camino, nos muestra el camino de una vida en plenitud: “Permanece en mí”. Permanece en mí, Yo en ti, tú Conmigo. Ese permanecer implica encuentro, invita a una relación de amor: sostenida, mantenida, perseverante, alimentada diariamente. Ese estar, ese permanecer, esa relación, esa unión… es lo que va a originar tu conversión, lo que va a transformar tu corazón, lo que va a permitir que te apropies de las actitudes y sentimientos de Cristo… lo que en definitiva va a dar fruto abundante.

No es el esfuerzo, no es la voluntad por sí sola, no es el empeño que pongas, no es solo el deseo… lo que va a producir fruto. El fruto es la consecuencia de la conversión del corazón y ésta solo es posible cuando se da el encuentro con el Señor en lo más profundo del ser. El fruto será una nueva manera de ser, de estar, de relacionarte con los demás, de hacer… buscando siempre y en todo la gloria de Dios

La invitación es a buscarle en lo más íntimo de tu ser, a permanecer unido a Él… y lo demás se dará por añadidura.


https://youtu.be/Ef7jfonqunc


3 comentarios: