lunes, 15 de noviembre de 2021

“CREO EN UN DIOS DÉBIL”

 

Creo en un Dios todopoderoso en un amor y en una misericordia que exceden la razón y la lógica humana pero creo también que este Dios es tan débil y frágil que se encarna en Jesús, un ser: necesitado, dependiente, pequeño, pobre y sufre la humillación, el desprecio, los golpes, las injurias, el maltrato, la traición, el abandono…


La debilidad y fragilidad, de los otros y también la propia, es otro de los lugares de encuentro con Dios. La realidad es que surgen las resistencias ante el ver, oír o tocar todo lo que tenga que ver con la pequeñez… aparecen los miedos y después la lucha… Y como consecuencia: el pasar de largo, las distracciones para no pensar en ello, la búsqueda desesperada por paliarla…

¿Cuántas veces, ante la debilidad propia o ajena, se eleva una plegaria al cielo para que Dios la elimine? ¿Por qué mejor no pedir que en la experiencia del encuentro con la debilidad podamos descubrirle, conocerle más, sentir su Presencia, experimentar su amor…?

Hay quienes no reconocieron a Jesús teniéndole delante. Sus ideas, sus esperanzas, sus creencias sobre las características del Mesías, el cumplimiento de las leyes y las normas, las tradiciones… les cerraban y cegaban a poderlo descubrir. Tristemente después de más de dos mil años seguimos con esquemas cuadriculados, ideas preconcebidas, formación obsoleta… sobre Jesús, su buena noticia, dónde encontrarlo… Y es que ¡cómo cuesta creer en un Dios pequeño, débil, frágil! Es más cómodo buscarle en lo establecido, en lo conocido, en lo que da seguridad… Es más fácil creer en un Dios al que hay que cumplir, al que puedo pedir… un Dios que me va a solucionar los problemas o que me va a compensar mis esfuerzos y sacrificios

Simeón y Ana se encontraron con Dios en la debilidad al reconocerlo en un bebé en brazos de sus padres, María y Juan acompañaron a Dios en la debilidad (sin fuerzas, herido, cansado… crucificado)

Mi debilidad, la debilidad de los otros, es oportunidad, medio de encuentro con el Dios de Jesús.

Acoger, abrazar mi debilidad. ¿Por qué no abrirme desde ella a la sorpresa, al encuentro? Dejarme tocar por la debilidad. Acompañar a Dios débil encarnado en quienes sufren. ¿Por qué rehuirla, por qué luchar contra ella, por qué tener miedo…?

5 comentarios:

  1. La debilidad nos lleva a ese encuentro con Jesucristo. Que desaparezca el miedo, y confiar plenamente en Dios.

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  2. Gracias por hacerme consiente y feliz con mi debilidad.

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  3. Muchas gracias Hermana Gloria, gracias por hacerme tomar conciencia de mi debilidad

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  4. Gracias Gloria por recordarnos que en la debilidad es una oportunidad para conocer el amor de Dios.

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