domingo, 7 de noviembre de 2021

“¡CUIDADO CON NUESTRAS BUENAS OBRAS!”

Seguramente hacemos buenas y muy santas obras pero en ellas hay un grave peligro o tentación: “Que por medio de ellas hagamos mucho ruido para que nos vean y aplaudan”

Los ricos echaron muchas monedas… la viuda tan solo dos moneditas… Jesús se fijó en este detalle. No nos vamos a centrar hoy en quién dio más pues todos conocemos la historia y la enseñanza. Vamos a poner la atención en la intención o actitud de cada uno para cuestionarnos sobre nuestra forma de dar, hacer, servir…

Los ricos querían que se viera lo que hacían, y que se valorara, y que se admirara, y que se aplaudiera… La pobre viuda dio y se dio sin reparar en las miradas o en las habladurías de los otros, tenía bien claro su centro, su fin.

¿Nos gusta que todo el mundo se entere de lo que hacemos? ¿Nos vanagloriamos y nos crecemos con nuestras “buenas obras”? ¿Nos llevan nuestras acciones a convertirnos en jueces de quienes no responden o no se comprometen como nosotros? ¿Justificamos nuestro valor con nuestro hacer? ¿Nos buscamos en el servicio? ¿Esperamos recompensa de los otros o de Dios?

¿O por el contrario somos, como la pobre viuda, de los que en silencio y de manera escondida apoyamos, acompañamos, escuchamos, ayudamos, trabajamos…?

¿Cuál es el origen de ese darnos? ¿De dónde brotan nuestras acciones: cumplimiento, obligación, miedo, exigencia… o amor?

¿Cuál es el fin de nuestras obras: que nos vean, que nos valoren, que nos aplaudan, que nos quieran… o el mismo Dios? ¿Quién es nuestro público? ¿Para quién vivimos y hacemos lo que hacemos?

Dichos@ tú si tus obras, actos, gestos, palabras… tienen como origen y destino al Amor

De Él y para Él… sin esperar… tan solo movidos por el amor y buscando amar.


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