jueves, 6 de diciembre de 2018

"¿SIGUES A JESÚS?"


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Seguir a Jesús no es ser cumplidor de la ley y de la norma, ir todos los días a la Eucaristía, rezar rosarios, asistir a horas santas y ser tenido por “buena onda”… Jesús mismo criticaba estas prácticas piadosas de los fariseos porque eran vacías y huecas ya que sus vidas distaban mucho del proyecto de Dios para la humanidad

Qué fácil es decir: “Quiero seguir a Jesús” y a la vez qué complicado. Porque seguir a Jesús no es tanto preocuparnos por lo exterior sino tener sus mismos sentimientos y actitudes. 

¡Cuántas veces se ora al Sagrado Corazón de Jesús!. Mejor dicho: ¡cuántas veces se reza al Sagrado Corazón de Jesús pidiendo… Puestos a pedir ¿por qué no pedimos un corazón como el suyo, un corazón que tenga sus mismos sentimientos y nos mueva a tener actitudes de amor, respeto y misericordia con nuestro prójimo?

Decimos creer en Dios pero ¿seguimos a Jesús?
Discípulo es el que “deja todo”… no tanto el que “hace”… tampoco el que “cumple”… Dice Jesús “Si alguno quiere venir detrás de mí y no se desprende de su padre y madre, de su mujer e hijos, de sus hermanos y hermanas e incluso de su propia persona, no puede ser discípulo mío”

Dejar… desprenderse… es la primera condición para ser discípulo… Al rico le invita a dejar todo… a Pedro y a Andrés las redes… Juan y Santiago dejan la barca y a su padre, el ciego deja el manto y el bastón… Seguir a Jesús es dejar todo aquello que nos esclaviza, que se ha convertido en nuestro Absoluto, todo eso sin lo cual creemos que no vamos a ser felices… que todo ello pase a segundo plano… que todo ello sea relativo… y también dejar aquellas actitudes que distan de las de Jesús

“Primero Dios” se dice muchas veces pero, no es cierto, en la realidad Dios ocupa el quinto, el noveno o un puesto más atrás en nuestra lista porque primero es nuestro trabajo, nuestra familia, nuestros quehaceres, nuestros caprichos, nuestras obligaciones, nuestras deudas, nuestras cosas, nuestr@s...

Revisemos nuestras vidas y veamos qué tanto Dios es primero, qué tanto Dios es nuestro Absoluto y qué tanto seguimos a su Hijo Jesús. ¿Qué es aquello que todavía no hemos dejado, a qué estamos todavía apegados, cuáles son nuestros absolutos o tesoros? Pongamos los medios y Él con su gracia pondrá todo lo demás si así lo deseamos. Abandónate y confía.

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