Esta semana terminaba
el tema con los alumnos de quinto con un cuento titulado “Te hice a ti”. Habla
de cómo un zorro mutilado se alimentaba todos los días de las sobras de las
presas de un tigre. Un hombre alababa así la providencia de Dios y decidió
imitar al zorro. A las semanas, al borde de la muerte, se quejó a Dios. Dios le
contestó animándole a imitar al tigre en vez de al zorro. A los días el hombre
vio a una niña helada de frío y con mucha hambre y de nuevo volvió a quejarse a
Dios porque no hacía nada por ella. A esto Dios respondió: “Definitivamente que
hice algo, te hice a ti”
Esta semana
despidieron a una amiga del trabajo. Ayer por la tarde, mientras tomábamos un
café, me expresó su tristeza, su enojo y su preocupación ante un futuro inmediato
incierto. A su vez me compartió cómo le molesta que le digan: “Tranquila,
confía en Dios”. A lo que ella me decía: “Qué cólera me da oír esto porque vos
sabes lo que yo he confiado siempre en Dios”
Mi reacción fue:
“Tienes razón. Te ofrezco techo y comida, y en cuanto puedas ya me estás dando
unos Curriculum Vitae (hojas de vida) para ayudarte a buscar trabajo”
El Dios de Jesús no
es un dios mago que nos va a resolver los problemas sentándonos a orar. El Dios
de Jesús es el Dios del Amor y de la Vida, que nos ha creado a ti y a mí para
que obremos los milagros
Como les decía a los
niños esta semana: Jesús ya no tiene brazos, tiene nuestros brazos. No tiene
ojos, tiene nuestros ojos. No tiene vida, tiene nuestra vida para que demos
vida.
El
milagro somos tú y yo cuando le dejamos ser y hacer a través nuestro