domingo, 30 de agosto de 2020

“SU AMOR NO HACE DISTINCIÓN”

 


Dios nos regala su amor y no hace distinción en función de nuestras creencias, méritos, sacrificios o penitencias realizados, del tiempo que llevemos colaborando en la Iglesia, de los cargos o títulos que tengamos…

Ya lo dijo Jesús cuando narró la parábola de los trabajadores en la viña. A todos, desde los que habían trabajado todo el día hasta los que llegaron a última hora, les pagó lo mismo. Y es que Dios solo tiene una manera de dar y darse y es el AMOR y para Él todos somos iguales.

Algunos interpretan el amor que Dios les tiene en función de cómo les va o de lo que tienen (casa, hijos, carro, trabajo, salud, buen salario, amigos…). Conclusión: A quienes no les va “tan bien” es porque no cuentan con mucha gracia de Dios o se ha olvidado de ellos.

Según esta manera de pensar: Dios ama muy poco al que se enferma de COVID y además muere, o a quien es asesinado, o a quien es abusado, o a quien vive en condiciones de pobreza o miseria, o a quien ha perdido a una hija, o a quien fue abandonado de pequeño, o a quien enviudó joven, o a quien padece de Alzheimer, o a la anciana abandonada, o a quien está preso, o a las prostitutas, o… ¡Qué gran error!. Y es que no podemos cuantificar el amor del Padre en función de “cómo nos va en la vida” porque estamos tomando como referencia “las medidas” o criterios del mundo.

Creer que: “Me quiere más a mí que a “X””, o que “No quiere a “Y” porque…”, o que “Se ha olvidado de mi porque…” es desconocimiento del amor del Padre

El amor del Padre es generoso e indiscriminado. ¿Acaso no sale el sol para buenos y malos? ¿Acaso no cae la lluvia sobre justos e injustos?

Ese amor es regalo “para todos”… La clave está en abrirnos y acoger ese amor que se nos regala a manos llenas y gratuitamente, sin condiciones, sin que hayamos hecho algo por ganarlo o merecerlo.

Se nos da a todos “en la misma medida”. ¿Qué tan disponibles estamos para dejarnos abrazar por ese amor?

jueves, 27 de agosto de 2020

“¿QUÉ TIENES EN TU CORAZÓN?”

 

¿Qué tienes en tu corazón? Aquello que habita en tu corazón es lo que dirige tu vida y lo que determina tus elecciones llevándote a aceptar o a rechazar a Dios. Para elegir lo de Dios, solo Él puede estar en tu corazón

Inevitablemente con los años vamos apegándonos a “cosas” terrenales, pasajeras… que desordenan nuestra vida (imagen, personas, cualidades, cargos, dinero…) Jesús dijo al joven rico: “Solo una cosa te falta”. Algo había en su corazón que no le dejaba libre para seguir al Señor. ¿Eres totalmente libre para seguir a Jesús?

Si en tu corazón estás “tú” entonces tu vida y tus decisiones estarán motivadas por lo que te apetece, lo que quieres, lo que te interesa, lo que te conviene… Querrás imponer tu opinión y/o caprichos a toda costa aun sabiendo que es una actitud egoísta. No eres libre. Esta cadena te impide ser. Tus elecciones estarán condicionadas por “tus antojos” y querrás que todos bailen alrededor tuyo

Si en tu corazón está tu imagen… pasarás los días tratando de agradar a los demás… buscando admiración o “likes” en tus redes… invirtiendo tiempo en lucir bien… exhibiéndote a través de fotos… Te vuelves así dependiente de las opiniones de los demás y eso te lleva a cambiar de estado anímico a cada rato, sin contar la inversión que haces de tiempo, dinero y energía. Otra cadena que coarta tu libertad, que te impide seguirlo. Tus decisiones estarán condicionadas por lo que afecten o no a tu imagen.

Si en tu corazón están las cosas o el dinero… te costará compartir y desprenderte cuando se te presente la ocasión… te supondrá un esfuerzo ser honest@ y no dejarte llevar por la corrupción… te mantendrás en tu trabajo aunque eso suponga que abusen de ti o tengas que explotar a otros, aunque lo que ofrezcas al mercado sea algo que daña la salud de la gente, aunque sepas que estás engañando o aprovechándote de los clientes, te callarás si ves injusticias o actos de corrupción… Otra cadena más

Si en tu corazón está tu pareja, o tus hijos, o tus padres… o los amigos… los antepondrás aunque sea a costa de defender lo que es justo, la verdad y la vida. Te conviertes así en esclav@ de ellos. También son una cadena cuando, por no perder su aprobación, valoración y cariño, cedes a sus caprichos o intereses

Si en tu corazón está…

No se trata de olvidarse de todo y de todos, de renunciar a todo y a todos… sino de ser libre. Que esos amores no se conviertan en tu centro pasando a ser afectos desordenados, cadenas de las que dependes y te esclavizan.

¿Qué tienes en tu corazón? Una sola “cosa”, tan solo una “cosa” y no estar en disposición de dejarla, y nos sucederá lo que al joven rico: daremos la vuelta y nos iremos tristes.

¿Qué tienes en tu corazón? ¿Qué quieres tener? ¿De quién depende? Tú decides



miércoles, 26 de agosto de 2020

“TODO TIENE SU TIEMPO”

 

Todo tiene su tiempo… de nada sirve correr, forzar, exigirse, afanarse…

Todo tiene su tiempo. Ya nada es igual que hace cinco meses cuando empezó el confinamiento. No insistamos en volver a la anterior normalidad porque ya es pasado. Nunca volveremos a lo de antes porque hemos cambiado, porque las necesidades son otras, porque las prioridades no son las mismas… porque todo ha cambiado.

No podemos proseguir como si nada hubiera sucedido y tratar de negar lo vivido en estos meses pasados.

Estos más de cinco meses no están dentro de un paréntesis y por lo tanto no podemos poner un punto y seguido y continuar sin dar la importancia debida a lo que aconteció en este tiempo

Ya nada es igual aunque nos empeñemos en querer que así sea. No podemos repetir los mismos esquemas de conducta y de acción… Debemos revisar nuestras vidas, priorizar qué es lo realmente importante… no podemos seguir enfrascados en los mismos compromisos cuando han aparecido otras necesidades que urgen de una pronta respuesta

No caigamos otra vez en la tentación del ruido, del activismo, de las prisas… Todo tiene su tiempo. Éste es otro tiempo.

 


sábado, 22 de agosto de 2020

“DÉJATE ENCONTRAR”

 

Buscando encontrarnos con Dios: Corremos, hacemos, vamos de un lugar a otro, trabajamos… Esa búsqueda la hacemos depender de nuestro esfuerzo, de nuestro empeño… Y en ese “no parar”, en esa agitación constante… descubrimos que no se satisfacen nuestras expectativas. Llega así la frustración de quien anhela y no alcanza, aparece el desaliento, el desánimo, la desesperanza…

Nos empeñamos en buscarle en el hacer, en el estudio, en los compromisos, en el servicio, en la Iglesia… pero seguimos con esa sensación de vacío interior.

Tal vez estemos construyendo la casa por el tejado. ¿Por qué no comenzamos por dejarnos encontrar para luego poder encontrarlo en todo y en todos?


Para dejarse encontrar es necesario:

  • Desearlo
  • Disminuir el ritmo y el exceso de actividad, reorganizar horarios, ordenar la vida
  • Prestar atención a lo que pasa, a lo que se vive, a lo que se hace
  • Menos ruido y más silencio, menos hablar y más escuchar
  • Favorecer esos espacios a solas con quien deseamos encontrarnos

La experiencia del encuentro es personal. ¿Dónde, cómo, cuándo…? Sobre eso no hay nada escrito. Es un Misterio y como tal no dejará de sorprender. Donde menos esperes, como nunca hubieras imaginado, cuando ni siquiera estés pensando en ello.

¿Quieres encontrarle? Déjate encontrar

“SIN MI NO PODÉIS HACER NADA”

 

Todos necesitamos de Él: quienes tienen y quienes carecen de recursos, quienes logran éxitos y quienes van de fracaso en fracaso, quienes ostentan puestos de poder y quienes realizan los trabajos menos valorados y deseados, quienes…

Todos necesitamos de Él lo que pasa es que esta necesidad se hace más patente cuando aparecen las dificultades, los problemas, las preocupaciones… cuando nos acecha la enfermedad o incluso la muerte

Nada nos hace tomar más conciencia de nuestra dependencia de Dios como la adversidad y las contrariedades de la vida pero lo cierto es que todos y en todo momento necesitamos de Él.


Con Él todo lo podemos, y sin Él no podemos nada. La fe y la esperanza hacen que lo que humanamente parece imposible sea posible. Y si no que le pregunten a aquella mujer cananea que a fuerza de insistir (Señor, Hijo de David, ten compasión de mi), confiar y gracias a su fe… anheló lo que deseaba.

Fe… Esperanza de que de Él obtenemos tanto como esperamos (San Juan de la Cruz)… Confianza en que nos da lo que más nos conviene en cada momento… Y la humildad de quien se siente pequeño y necesitado

Benditas adversidades si nos hacen volver los ojos a Él y depositar nuestra confianza solo en Él

Que nunca tengamos “tanto” como para creernos auto suficientes y olvidarnos de quien nos creó y nos sostiene, “ni tan poco” como para enojarnos y maldecir a ese Padre Bueno que nos da la vida y provee porque sin Él… no podemos hacer nada

jueves, 20 de agosto de 2020

“EL DIOS EN EL QUE CREO…”

 

Este Dios en el que creo…

  • Se presenta pobre… Nace pobre y nada tiene en su vida
  • No busca el éxito, el triunfo… más bien trata de pasar desapercibido
  • Es insultado, objeto de burlas, rechazado
  • No deja de amar y todo lo perdona
  • Desea la felicidad de todos, que tengamos vida en abundancia
  • Es abandonado por los más queridos
  • No tiene más poder que el amor
  • Está herido por nuestra ignorancia unas veces, por nuestra insensatez otras, por nuestra incomprensión, por nuestra maldad, por nuestro pecado
  • No promete los espejismos que ofrece el mundo
  • No nos va a evitar la enfermedad ni la muerte física
  • Está, permanece, es fiel, provee
  • Consuela, fortalece, mantiene viva la esperanza
  • Nos regala su Espíritu
  • No se compra. Se dona a quien quiera recibirlo
  • Siente nuestro dolor, no es ajeno a nuestras necesidades y sufrimientos
  • No pide, no lleva cuentas
  • No deja de mirar con compasión y ternura
  • Muere en una cruz
  • Vive en todo y en todos

martes, 18 de agosto de 2020

“SUCESOS INESPERADOS”

 

Creemos tener nuestra vida bajo control y cuando menos lo esperamos sucede algo que nos hace cambiar el rumbo o al menos nos trastoca el día. ¿Cuál es nuestra reacción?

Pasamos la vida buscando y queriendo hacer la voluntad de Dios pero raramente la encontramos en esos acontecimientos que no estaban en nuestros planes. ¡Cómo nos cuesta descubrir a Dios en lo que se escapa de nuestras manos y no podemos manejar!

Hacer la voluntad de Dios es:

Abrirnos al amor en todo lo que vivimos (actividades ordinarias o cotidianas, encuentros, sucesos inesperados…). Porque Él nos habla y manifiesta su amor a través de todo y de todos aunque consideremos negativo aquello que nos ocurre

Amar lo que vivimos porque todo está habitado y envuelto por su Presencia

Está en todo y en todos pero los afanes de la vida, el vivir en el pasado o el futuro, el ruido, las prisas… nos ciegan y nos impiden descubrirlo en el día a día, en cada tarea, en cada relación.

Está en todo y en todos pero por empeñarnos en tener todo bajo control no nos abrimos a su amor, a la sorpresa, al Misterio escondido en todos los sucesos inesperados.

Ábrete al Amor en todo lo que te toca vivir, ama lo que vives y CONFÍA. Él todo lo hace bien.


domingo, 16 de agosto de 2020

“PARA QUIENES ESTÁN VIVIENDO UN INVIERNO INTERIOR”

 

No sé cuál es tu situación pero si estás viviendo un invierno interior espero que estas líneas te sirvan de consuelo y te fortalezcan.

Hay inviernos más fríos que otros, más largos que otros… pero el invierno es invierno y no a todos nos gusta. El paisaje es desolador… aparentemente todo parece muerto y sin vida pero sin embargo todo permanece sostenido de forma callada por nuestro Creador. Así es en nuestras vidas… puede parecerte que has tocado fondo, que caminas sin rumbo claro, que tu vida ya no tiene sentido… puedes sentir que nada ves o tal vez las dudas y la angustia te atormentan, o puedes creer que ya no tienes fuerzas, que nada sabes, o incluso sentir la debilidad y el cansancio de la vida. Te tengo una buena noticia: “No estás sol@. Ese Padre Bueno que sostiene la creación, también te sostiene y te sigue dando vida aunque no lo percibas”

Así como pasa el invierno para dar lugar a la primavera y con ella vuelven las flores, los frutos, las plantas y el canto de los pájaros… saldrás de tu invierno fortalecid@ en el Señor y purificad@ de tanta miseria y pobreza encontrada.

Así como pasa el invierno para dar lugar a la primavera, renacerás a una vida diferente en libertad y podrás proclamar las maravillas que el Señor, a pesar de tu debilidad, errores y pequeñez, ha obrado en ti


Todavía es invierno en tu vida, lo sé… y tal vez sea un frío y largo invierno como nunca antes lo habías pasado pero recuerda que la primavera tarde o temprano siempre llega. Pídele su amor y su gracia porque solo con Él podrás mantenerte fiel y conservar tu esperanza

Aprovecha este invierno para rendirte enteramente a Él. Cuando te sientes desarmad@, confundid@, cieg@, herid@, rot@... sólo queda Él, sólo Él puede sostenerte, sólo en Él puedes poner tu confianza

Di como Jesús en la cruz: “Padre en tus manos encomiendo mi vida”… y que Él se encargue del resto.

sábado, 15 de agosto de 2020

“SÍ”

 

La vida de Jesús fue un constante “Sí”… y hasta el final. Sí al amor, a la vida, a la misericordia, al servicio, a la compasión, a la entrega, a salir de Él… Sí a la voluntad del Padre

Un “Sí” a pesar de las críticas, de no ser entendido, del peligro, del rechazo, del abandono, de la injusticia, de las burlas…

Un “Sí” fiel porque tenía los ojos puestos en el Padre y eso le permitía tener claro su centro, su origen y su fin

Un “Sí” apoyado unas veces en la Presencia amorosa y otras en el Silencio

“Sí”… siempre “Sí” a lo que tuviera que ver con la Buena Noticia, con el proyecto del Padre, con el amor

Seguir a Jesús no es decir un día “Sí” sino decir “Sí” cada día:

  • -      A pesar de lo que digan o piensen otros
  • -      A pesar de las renuncias, dificultades o consecuencias
  • -      A pesar de la historia, del pecado, de la fragilidad, de la limitación…

Es un “Sí”…

  • -      Que se expone, que se arriesga
  • -      Que no se sabe a dónde puede llevar
  • -      A ciegas, confiado
  • -      Que no mide, generoso
  • -      Que se mantiene y es fiel en las pruebas
  • -      Incondicional
  • -      Sostenido por el amor y la misericordia de un Padre Bueno

Renovemos nuestro “Sí” cada día para que al final de nuestra vida podamos decir como Jesús: “Todo se ha cumplido”


jueves, 13 de agosto de 2020

“TODO DOLOR Y SUFRIMIENTO TIENE SENTIDO”

 Hay muchas circunstancias en la vida que nos producen dolor y sufrimiento pero ¿qué hacer con eso que sentimos?

Hay quienes optan por resignarse. Si son creyentes lo justifican con un “será que así lo quiere Dios”. Esta actitud nos encierra en el mismo dolor, tal vez nos tranquiliza, pero no nos ayuda a crecer. Esta actitud habla de un “dios” sádico, que se ensaña y disfruta haciendo sufrir.

Hay otra alternativa, otra actitud que tomar, y ésta sí que es cristiana. Es la de quien encuentra en ese dolor y sufrimiento un sentido, un para qué. La de quien tiene esperanza de que “eso que le sucede” va a dar fruto, se va a concretar en algo que va a revertir en bien de los demás.

¿Qué es aquello que en este momento te causa dolor y sufrimiento? ¿Perdiste a alguien por COVID? ¿Tienes algún familiar enfermo o eres tú quien padece alguna enfermedad? ¿Te asaltaron? ¿Perdiste el trabajo? ¿Todavía estás pasando el duelo por el fallecimiento de alguien próximo? ¿Asesinaron a alguien a quien querías? ¿Tuviste un accidente? ¿La soledad o el avance de la edad te asustan? ¿Eres madre de un hijo con algún tipo de discapacidad o enfermedad “rara”? ¿Sientes que no te entienden, que no te valoran, que te rechazan…? ¿Crees que Dios es bueno con todos y les escucha pero a ti no?...

Todo dolor y sufrimiento tiene sentido… sí, TODO. Búscalo… pero si no lo encuentras, no te desesperes… a veces las respuestas a nuestras dudas o preguntas no llegan cuando queremos. Lo importante es que ante todo no te resignes… Acepta eso que sientes como parte de ti… abrázalo… tiene algo que enseñarte y te va a abrir nuevos caminos. Confía.


Dios no nos ha creado para sufrir sino para ser felices. Dios no manda el sufrimiento. Los acontecimientos se suceden y con ellos se despiertan emociones que no son siempre gratas. Lo que hagamos con esos sentimientos y con lo que nos pasa, depende de nosotros.

El dolor y el sufrimiento nos hacen más humanos, más iguales, más hermanos… si logramos verlo así ya habremos obtenido un gran fruto.

lunes, 10 de agosto de 2020

“¿POR QUÉ A MÍ?”

 

Cuando sucede una desgracia en nuestras vidas podemos caer en la tentación de preguntarnos: “¿Por qué me tenía que pasar esto a mí?”… Sí, sí… he dicho tentación porque lo primero que surge es encerrarnos en nuestro dolor y victimizarnos y lo segundo echar la responsabilidad a Dios, reclamarle y enojarnos con Él. Pero piensa…

¿Cúantas veces te has quejado a Dios porque otros mueren de hambre mientras tu comes varias veces al día? ¿O porque otros viven en casas de cartón, láminas de cinc y unas cuantas maderas mientras tu casa es de bloque y reúne las condiciones mínimas de habitabilidad? ¿O porque otros nacieron ciegos, o perdieron un brazo, o padecen una enfermedad incurable mientras tu gozas de buena salud?...

En este caso tal vez tendrías que cuestionarte la parte de responsabilidad ante quienes son menos “afortunados” que tú.

¿Por qué puede pasarles a los demás y a ti no? ¿Por qué los otros se pueden enfermar o incluso morir de COVID y tú no? ¿Por qué alguien puede perder a un hijo y tú no? ¿Por qué otro puede sufrir un accidente, quedarse sin trabajo, ser asaltado… y tú no?... ¿Acaso te crees con más gracia, o que has ganado más puntos para poder evitar ciertas situaciones? ¿Quizás has hecho más méritos o sacrificios para merecer algo mejor? ¿O tal vez crees en un “dios” que te va a evitar las situaciones difíciles?


Convendría cambiar el enfoque y, cuando acontezca un suceso desagradable, preguntarte: “¿Por qué a mí no?”. Eres tan human@ como los demás, tan querid@ por Dios como los demás… ¿Por qué a ti no te habría de suceder? ¿Acaso el sol no sale para buenos y malos? ¿Y no es que la lluvia cae sobre justos e injustos? Para Él somos iguales, no hace distinciones… todos especiales, únicos, insustituibles y amados por lo que somos… SUS HIJ@S. No es cuestión de tener o no tener fe. Lo que le pasa a otro te puede pasar a ti ¿por qué no?.

domingo, 9 de agosto de 2020

“MERECES SU AMOR Y SU MISERICORDIA”

 

Seguramente alguna vez te han hecho un regalo que no esperabas. ¿Cuál ha sido tu reacción?: “Ay, no se hubiera molestado”, “!Ay qué pena!”, “!Qué barbaridad, yo no tengo nada que darle!”, ¡Ay no!, ¿cómo va a ser?”… Si te has identificado con alguna de estas expresiones u otras parecidas, es porque no crees merecer lo que te dan

Así te puede pasar con el amor y la misericordia de Dios. Él te quiere hacer este gran regalo y tal vez no se lo aceptas porque, por tus pecados, por no responderle como espera de ti, por no darte lo suficiente, por tus apegos, por enredarte en las cosas del mundo… o a saber por qué más razones, no crees merecerlo

Te quiere regalar su amor y su misericordia no por tus méritos, no por ser buena gente, no por el número de tus compromisos, no por el cargo que ocupas en la iglesia, no por tus renuncias, no por… Te quiere regalar su amor y su misericordia porque sí, porque quiere.

¿Nunca has regalado algo a alguien porque sí, simplemente porque amas a esa persona? ¿Qué sientes cuando es bien recibido? ¿Y si es rechazado?

Dios tiene el mejor y mayor regalo para ti… tan solo porque te quiere. ¿Cuánto tiempo más te vas a seguir resistiendo? Está esperando que abras tu corazón y lo recibas



jueves, 6 de agosto de 2020

“DIOS TE ABRAZA AMOROSAMENTE”


Dios abraza tu pecado, tu debilidad, tu pequeñez, tus sombras, tus imperfecciones, tu tristeza…

No te quiere perfect@ porque no le necesitarías, no le buscarías, no te abrirías a su amor y misericordia, te perderías…

Te quiere de barro porque así te hizo:

-      disponible y confiad@

-      vací@ para poderte llenar de su amor


A pesar de tu presente y tu pasado, del daño que te has hecho y has causado, de tus errores y caídas, de tus fallos y fracasos, de tus defectos y debilidades… eres su hij@ amad@ y…

Te abraza en tu soledad

Te acaricia con su ternura

Te protege con su providencia

Te fortalece con su Espíritu

Te perdona con su misericordia

Y te restaura y sana con su amor


“NOS QUIERE DÓCILES, NO PERFECT@S”

Hay quien en el camino del Señor se afana por ser perfecto, por no cometer errores, por cumplir los mandamientos y no caer, por… dedicando tiempo, esfuerzo y todo lo que esté a su alcance por conseguirlo. El problema es cuando no se logran las expectativas deseadas. Con el fracaso viene la condena, la autolesión por medio de mensajes o hechos, el odio que se revierte hacia sí y hacia los otros, y la consiguiente culpabilización. ¡Qué mal rollo!. Cuanto sufrimiento y cuanto dolor en vano.

¿A qué se debe el afán de perfección? ¿Será en la creencia de un “dios” exigente, que nos pide cuentas de nuestras obras, que nos tiene preparado un premio o un castigo en función de lo que tengamos que ofrecerle? ¿Quizás se cimenta en los argumentos de algunos líderes religiosos que sufren del mismo mal? ¿O tal vez es un medio aprendido desde la infancia para buscar el cariño, el reconocimiento y la valoración de padres o profesores?

Sea como fuere… Dios no quiere personas perfectas. Nos sabe imperfect@s, rot@s, herid@s, endurecid@s, rencoros@s, soberbi@s, engreíd@s… ¿acaso podemos engañar a quien nos conoce mejor que nosotros mismos?

Dios no quiere personas perfectas porque ahí no puede hacer su obra. Quiere personas dóciles:

  1. Que reconozcan su verdad, su pobreza, su miseria, su pequeñez…
  2. Que estén disponibles y dispuestas a todo, que lo acepten todo
  3. Que confíen en que están en buenas manos y se dejen llevar
  4. Que acojan y se dejen abrazar por su amor y su misericordia


La perfección nos aleja de Dios, es un bloqueo a su acción

La docilidad nos acerca a Dios y le permite ser y actuar

¿Con qué actitud vives tu día? ¿Con qué actitud te presentas ante Él?

Nos quiere dóciles, no perfect@s.


martes, 4 de agosto de 2020

“¿CÓMO AYUDAR A QUIEN TIENE NECESIDAD”


No podemos ayudar desde la actitud soberbia de quien todo lo tiene, lo sabe o lo puede porque miraremos a quien necesita como un ser inferior e indefenso a quien poder rescatar y salvar. Seguramente será una obra muy buena y la conciencia se quedará muy tranquila pero ¿hemos visto en esa persona a un/a herman@ o nos hemos servido de él/ella para alimentar nuestro ego necesitado de valoración, reconocimiento, admiración… o urgido por el hacer, por el dar fruto…?

Ayudamos realmente cuando servimos desde la humildad de ver en esa persona a una criatura amada como tú y como yo por un Padre Bueno pero también tan pobre, herida y necesitada como tú y como yo. Solo desde esta óptica podemos comprenderle, ponernos en su lugar, tener compasión. Solo así podemos empatizar. Solo así podemos ayudar

Pero… ¿Cómo puede un ciego guiar a otro ciego? ¿Cómo puede quien no sabe nadar salvar a quien se está ahogando?. Hay que convencerse de que sólo somos instrumentos. Debemos estar disponibles para que Dios actúe y haga su obra. Así es como realmente podemos servir al Señor de manera que quien nos mire, le vea a Él.



domingo, 2 de agosto de 2020

“MIRA LA CRUZ… MÍRALE EN LA CRUZ”


Cuando te sientas sin fuerza o creas haber tocado fondo… mira la cruz

Cuando te quejes por tu mala suerte… mírale en la cruz

Cuando te enfermes… mira la cruz

Cuando tengas problemas económicos o laborales… mírale en la cruz

Cuando pierdas a un familiar o una amistad… mira la cruz

Cuando sientas la soledad… mírale en la cruz

Cuando la angustia y la preocupación por el mañana te ahoguen… mira la cruz

Cuando necesites un abrazo… mírale en la cruz

Cuando pierdas la esperanza… mira la cruz

Cuando creas que Dios no te escucha… mírale en la cruz

Cuando todos te abandonen… mira la cruz

Cuando tus heridas te duelan… mírale en la cruz

Cuando tus deseos no se cumplan… mira la cruz

Cuando estés triste… mírale en la cruz

Cuando no te puedas perdonar… mira la cruz

Cuando no puedas perdonar a otros… mírale en la cruz

Mira la cruz… porque la cruz no es el final sino el inicio de algo nuevo

Mírale en la cruz porque nadie como Él para comprender lo que estás pasando y abrazarte también en tu desolación

Porque tú eres su hijo/a amado/a