lunes, 31 de octubre de 2022

“HAZME TU ROSTRO VER EN LA AFLICCIÓN”

 

De vez en cuando alguien me dice que rece por la situación que está viviendo. Creo en la oración de intercesión porque es una forma de amar a aquellos a quienes les deseas lo mejor.

¡Cuánto dolor y sufrimiento hay en el mundo!. ¡Cuánto dolor y sufrimiento podríamos evitarnos o evitar a otros!. Nos movemos de un lado para otro, seguimos funcionando como si nada pasase, sonreímos, decimos que todo está bien cuando nos preguntan, pero en el interior de muchos se está librando una fuerte batalla.

Me acuerdo de la niña del otro día, es necesario estirar el brazo y pedir la ayuda necesaria a quien solo puede dárnosla. Pero también el bueno de Pedro nos habla cuando ahogándose y viendo su pequeñez, pide auxilio a su querido Jesús. En definitiva… fijar la mirada en quien es nuestra paz, en quien nos sostiene y provee, en quien nos ama más allá de cómo nos vayan las cosas.

Qué dulces las palabras de Jesús cuando dice: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré”. ¿Quién sino Él?. Se nos recuerda en el salmo 23: “El Señor es mi pastor nada me falta… nada temo porque Él va conmigo…”. Y mi querida Santa Teresa insistía en no turbarnos, en no espantarnos, porque quien a Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta. Bienaventurados... felices... dichosos...



Pero si con todo, las palabras y oraciones solo quedan a nivel de la cabeza y no llegan a tocar el corazón porque está lleno de demasiadas preocupaciones, solo cabe la rendición total. Abandonarse en el amor y la misericordia del Señor. Abandonarse en un profundo acto de fe que confía sin ver y sin entender. Y expresarle con palabras nuestros deseos más profundos. Esta noche en la Eucaristía una canción, que tantas veces he escuchado y cantado, parecía reflejar lo que más anhelo en este momento, seguro que a ti también te habla. Me quedo con la primera parte y te la comparto para que te sirva como oración antes de terminar el día.



Cerca de Ti, Señor, yo quiero estar.

Tu grande y tierno amor quiero gozar.

Llena mi pobre ser, limpia mi corazón.

Hazme tu rostro ver en la aflicción.

Mi pobre corazón inquieto está.

Por esta vida voy buscando paz.

Más solo Tú, Señor, la paz me puedes dar.

Cerca de Ti, Señor, yo quiero estar.

domingo, 30 de octubre de 2022

“¡BAJA, DATE PRISA…!”

Cada vez que recordamos el encuentro de Jesús con Zaqueo me acuerdo de un queridísimo amigo que se identificaba con él. Es chaparrito pero bendito él que se reconoce pequeño de estatura y en todo lo demás porque, ahora que no me oye, tengo que confesar que su vida es una entrega constante y total al Señor y eso solo es posible cuando un corazón está conquistado por su Amor.

Y a los demás ¿Qué nos dicen Jesús y Zaqueo?. Después de tanto tiempo veo que seguimos trepándonos a donde sea para descubrir o encontrarnos con Jesús. Y no es en las alturas donde lo vamos a hallar sino abajo. Por eso a Zaqueo le invita a bajar de la higuera en la que se había encaramado.

Difícil encontrar a Jesús en los puestos de arriba, en el éxito, en el poder, en el bienestar… en definitiva en todo lo que nos lleva a creernos autosuficientes, mejores que otros, con más capacidades o cualidades, imprescindibles, importantes…

¡Baja!... Porque está con los pies en la tierra en todo lo que nos habla de debilidad, de pequeñez, de fragilidad… también de belleza, de armonía, de paz, de esperanza, de amor…

¡Baja!... A las profundidades del corazón porque también ahí está solo que abrumados por “lo que nos pasa” olvidamos que “solo Él basta”, que “solo en Él podemos encontrar la auténtica paz”, que no vamos solos, que nos movemos y existimos gracias a su Presencia que es real, viva y nos habita.

Jesús quiere que bajemos porque está interesado en encontrarse con nosotros, porque quiere colmar nuestra vida. Y además quiere que lo hagamos en seguida. Se acabó el perder más tiempo buscándolo por otros derroteros. Tal vez cumplimos, rezamos mucho, hacemos grandes y maravillosas obras, ayudamos a mucha gente… pero ¿A quién buscamos con todo ello?.

Jesús no termina con un “Baja, date prisa” sino que además expresa su anhelo más profundo: “Necesito quedarme en tu casa”. No solo no obliga sino que nos lo pide. Y su amor es tan grande que no solo respeta nuestra libertad sino que como sabe que es lo que más feliz puede hacernos, desea que seamos conscientes de que habita en nuestro corazón y ser el centro de nuestra vida.

¡Cuánto mensaje en una frase tan corta!. Ahora es tiempo de escuchar a Jesús y revisar qué es lo que nos falta a cada uno: Bajar… No perder el tiempo y ubicarnos con nuestro hacer, nuestra forma de ser y estar… Darle el protagonismo en todo lo que hacemos, decimos...

¿Quién se ha encontrado con el Señor sin bajar?. Si no ponemos los medios, la vida se encargará de ofrecernos mil y una oportunidades de poder descender hasta nuestra pobreza y miseria, hasta nuestra fragilidad. Siempre es doloroso porque al ego le cuesta disminuir y teme desaparecer. Y cuando no es por propia voluntad el sufrimiento es mayor porque no entendemos, nos revelemos contra “eso” que sucede… Sin embargo es lo mejor que nos puede pasar porque solo reconociendo la pequeñez y desde abajo podemos encontrarnos con quien lo es Todo para nuestras vidas.


martes, 18 de octubre de 2022

“UNA IDEA QUE NO ES MÍA”

 

El otro día nos compartió un sacerdote en la homilía una idea que quiero compartirte. Hizo alusión al sol y a cómo nos ofrece su luz y su calor sin ni siquiera pedírselo, tan solo necesitamos ponernos delante para sentir sus efectos. Un ofrecimiento totalmente desinteresado y gratuito, como tantas otras cosas que se nos ofrecen en la vida y de las que ni somos conscientes.

El sacerdote nos invitaba a cuestionarnos sobre esta realidad: “Si eso hace el sol ¿Qué hará Dios cuando nos ponemos delante de Él?”. Y ahí dejé de seguir la homilía… necesito poco para distraerme y que mi imaginación comience a volar. Me encantó la reflexión. Me acordé de una muy buena amiga religiosa que siempre habla de la importancia de “ponerse a tiro”. Y pensé en los efectos tan grandes que tiene en nosotros el hecho de buscarle, de estar en su Presencia. Y entonces me dije y me pregunté: “Si con tan solo disponernos recibimos tantas gracias, ¿De cuántas más saldremos beneficiados cada vez que comulgamos?, ¿Qué no hará el Señor cada vez que, reconociendo nuestra pequeñez y miseria, le abrimos la puerta de nuestro corazón para que habite en Él?

Lo dejo ahí para que tú también te interrogues.



viernes, 14 de octubre de 2022

“VALES PARA QUIEN TE QUIERE”

 


Llevo días dando vueltas a eso del “valer” y cómo en este momento se considera valiosa a la persona que “hace” (cuanto más haces más valioso eres). Es así como vamos deformando la imagen de Dios al proyectar nuestras propias ideas. Acabamos convenciéndonos de que para Él valemos si hacemos. Conclusión: Hay que hacer, hay que estar comprometido porque de eso va a depender mi valía y el amor que Dios me va a tener. Y si por tiempos se ha adorado al “dios” justiciero, ante el que había que ofrecer sacrificios y someterse a penitencias (un “dios” todavía enquistado en muchos corazones), hoy prima el “dios” del “hacer”, de las obras… Condicionamos el amor de Dios a nuestro esfuerzo cuando es totalmente gratuito. Por eso nos cuesta acogerlo, porque no nos terminamos de creer que Alguien pueda amarnos simple y llanamente por ser quienes somos, por estar como estamos.


Hoy me encontré con alguien al que hacía más de una semana que no veía. Casi a diario nos cruzamos pero rara vez intercambiamos una palabra. Lo más curioso es que le quiero mucho y creo que él también a mí. Estaba preocupada, pensé que le habría pasado algo, y como tantas otras veces no me equivoqué. Se me alegró el corazón cuando le volví a ver y no pude evitar expresárselo con palabras y con un abrazo. Cuando caminaba de regreso a casa me preguntaba: ¿Por qué le quiero tanto?. ¿Qué valor tiene esta persona para mí?. Y llegué a la conclusión de que no quiero a las personas por lo que valen, sino que para mí son valiosas porque las quiero. Así entiendo el amor de Dios por nosotros. No valemos para Él o nos ama por lo que hacemos, sino que “porque nos ama somos valiosos, especiales e importantes para Él”. Y como no: “También se alegra de encontrarse con nosotros”.



Esas personas “descartadas” o “desechadas” por la sociedad porque “no son productivas”, “son una carga”, “no hacen nada”… estoy segura de que para quien las quiere, son valiosas. Y aunque nadie las quisiera, el Señor sí las quiere y para Él todas son valiosas, importantes, especiales, únicas…

Nos distanciamos de las personas porque tomamos caminos diferentes pero a veces hay quien se aleja porque ya no te considera valioso, ya no saca provecho de ti, ya no satisfaces sus necesidades. Si es éste el caso, no te lamentes, nunca te quisieron. Para quien realmente te quiere: Siempre serás valioso, independientemente de lo que hagas, de donde estés, de que no te comuniques… Siempre se alegrará de tu bien… Siempre te acogerá, te perdonará… Siempre estará esperándote y dispuesto para acompañarte, levantarte…

“Jesús no espera de ti que lo hagas todo perfecto, ni que hagas grandes hazañas… confía en su amor y espera todo de Él” – Mensaje de whatsapp de hoy del grupo Lluvia de Rosas – Comunidad “Santa Teresa de Jesús” de Carmelitas Descalzos Seglares de Madrid – Plaza de España. ¿Casualidad o providencia?

domingo, 9 de octubre de 2022

“¡ES EL SEÑOR!”

 

No sé si a ti te pasa pero hay días en los que parece que se tiene una sensibilidad más a flor de piel. El otro día, cuando apenas había pasado el mediodía, ya me quedaba con dos situaciones que se presentaron:

  • Una niña de unos cuatro años sentada en el bordillo de un portal. Faltaban minutos para las nueve de la mañana. Parece que le costaba, más que en otras ocasiones, ir al cole. Su madre a unos metros le llamaba y le decía que caminara pero ella no se movía. Solo fue necesario que la niña estirara el brazo hacia su madre para que ella acudiese a darle la mano y así se solucionó todo. Me hizo sonreír. ¿Cómo se iba a resistir la madre a esos “ojazos” azules y a esa mano extendida pidiendo ayuda?. Y me dije: “Eso es lo que tengo que hacer yo, cuando necesite algo del Señor: le miraré y le acercaré mi mano. La respuesta está asegurada
  • La mañana fue un tanto difícil y complicada. De regreso a casa caminaba entre refunfuñando, quejándome, tratando de justificar comportamientos, queriendo confirmar mi valía… en una palabra: enredada. En un momento pensé en cambiar de calles e ir por otro camino a casa, y así lo hice. Al mismo tiempo me decía: “Quizás es que me tengo que encontrar con alguien”. Continué caminando con mi tran-tran en la cabeza, y un señor me sacó de mi ensimismamiento. Me detuvo y me preguntó, con un racimo de uva en la mano, si me gustaba la uva. Le contesté que me encantaba y me regaló un racimo. Y de ahí otro. Y como me veía emocionada y agradecida, y además le reforcé lo generoso que era, acabé con cuatro racimos en las manos que tuve que llevar colgando. Si me llega a dar otro más hubiera tenido que sacar una bolsa. ¿Quién era ese hombre? A saber. Me dijo que se llamaba Benito. Le prometí mi oración y se sonrió.  Me pasó como a los de Emaús. Seguí caminando con una alegría… porque sabía que no había sido Benito, sino el Señor quien salió a mi encuentro para sacarme del enredo en el que andaba. Y lo consiguió. “Pero si yo no había alargado mi mano pidiendo ayuda…” pensé. Definitivamente este Dios nuestro, que nos ama tanto, sabe lo que nos conviene y por eso a veces se nos adelanta.

Si hubiera acabado todo ahí… No voy a seguir contando anécdotas porque esto sería muy largo, solo una más. Después de un fin de semana largo fuera de casa y en compañía de Santa Teresita, mi último compromiso era ir a la Eucaristía en la noche porque me tocaba leer. Al ir a salir a la calle vi en el portal dos pétalos de rosa roja y me sonreí: “No puede ser”. Y solo dije: “Sí Teresita, entendido, vas conmigo para la Iglesia”.

Y con ¡tantas cosas! ¿Cómo no regresar una y otra vez, y las veces que haga falta a agradecer al Padre, como el leproso sanado, por tanto y todo?

martes, 4 de octubre de 2022

“¿CON QUIÉN TE IDENTIFICAS?”

 

Marta pasa inquieta y nerviosa por ¡tantas cosas que tiene entre manos!. Quiere quedar bien, lucirse ante el Señor. Le estresa y enoja no cumplir sus expectativas, fracasar, ver que pasa el tiempo y queda mucha tarea pendiente, la actitud de su hermana… Además le preocupa la valoración que haga Jesús de su trabajo. El centro es ella: Quiere ofrecer sus obras. Su confianza está puesta en su “hacer”, en los resultados, en dar una buena imagen.


Mientras tanto, María está tranquila,  disfruta del momento con Jesús. No necesita la aprobación o un premio de Jesús, se sabe y siente amada en Su Presencia tan solo por lo que es. Su confianza está cien por cien puesta en Él, en su amor y misericordia. No se siente comprometida a “hacer”, a realizar obras, porque toda su vida es ofrenda que se entrega a Jesús. En la vida de María el centro es el Señor.

ENTREGA. Podemos, como Marta, entregar unas horas, migajas de nuestro tiempo, unas obras, un dinero… O entregar la vida… como María.

CONFIANZA. Podemos, como Marta, confiar en lo que hacemos, en lo que podemos, en lo que sabemos, en lo que tenemos, en personas determinadas, en la salud, en las cualidades, en los conocimientos adquiridos… O confiar en el Señor… como María

 

Padre, me pongo en tus manos.
Haz de mí lo que quieras,
sea lo que fuere,
por ello te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo,
con tal de que se cumpla Tu voluntad en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.
Te encomiendo mi alma,
te la entrego
con todo el amor de que soy capaz,
porque te amo y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque tú eres mi Padre.

Carlos de Foucauld

sábado, 1 de octubre de 2022

“LLUVIA DE ROSAS”

 

Hay quien dirá que es una casualidad o quien lo considerará simplemente curioso. Cuando te sientes hija amada, cuando crees en un Padre providente, descubres su Presencia donde menos te lo imaginas si eres capaz de dejarte sorprender y ver más allá.

Hoy es el día de Santa Teresita del Niño Jesús. Llevo una temporada bien enganchada o conectada con ella. Me fascina lo fácil que hace que sea, lo humanamente complicado de alcanzar. Me encanta su “caminito”. Pues bien… ya hace días que estoy especialmente pidiendo su intercesión. Su deseo era “Pasar su cielo haciendo el bien en la tierra”. ¿Cómo va cerrar sus oídos a quiénes le invocan?

No voy a decir que me ha resuelto la vida porque no es cierto. La verdad es que no pido nada concreto porque lo quiero todo. Pero hoy me hizo un guiño a primera hora de la mañana. Para mí fue un “Estoy contigo, no estás sola, yo también te acompaño…” y muchísimas cosas más. A las 9am me regalaron un ramo de seis rosas blancas. Tal vez si hubieran sido otras flores no me habrían hablado pero eran rosas

Estoy en un grupo de whatsapp que se llama “Lluvia de rosas”. Todos los días envían unas frases de Santa Teresita y una reflexión e invitación. Pues bien, rebuscando en internet encontré esto: A Santa Teresita le encantaban las rosas. Su vida se estaba consumiendo y sabía que su misión no había hecho más que empezar mientras se disponía a entrar en la vida eterna con Dios. Ella explicaba que "Después de mi muerte, haré caer una lluvia de rosas.", es decir, que proporcionaría una lluvia de favores y beneficios, para que la gente amara más a Dios.”

A mi no me regalan flores todos los días, y menos rosas, y no era una sino seis. Y solo celebramos a Santa Teresita el 1 de octubre. Y es la patrona de los misioneros. ¿Cómo no voy a creer en que ha sido uno de los tantos detalles y gestos de amor de Dios, que se ha servido esta mañana de ella para recordármelo?

Conoce a esta pequeña gran Santa que encontró un camino muy corto y derecho para llegar hasta Dios.