sábado, 22 de abril de 2017

MIS "TRES YOES"


Tras leer un artículo en estos días he hecho la siguiente reflexión. En mí hay tres “yoes”:
a)      Mi “yo real”. Mi yo en su totalidad: mi parte de luz, cualidades, virtudes, fortalezas, dones, talentos… y mi parte de oscuridad, sombra, defectos, culpas, pecados, fallos…
b)     Mi “yo ideal”. La imagen que he creado de mí, la imagen que deseo tener de mí y que los demás vean en mí. Es una ilusión de la que soy esclava. Y gastamos demasiado esfuerzo y energía en alcanzarla y mantenerla
c)      Mi “yo verdadero”. Mi ser, mi yo profundo, mi centro… aquello que estoy llamada a ser… bondad, belleza… aquello que grita en lo más profundo de mí a expresarse a manifestarse…
 
¿Cuáles tendrían que ser nuestros objetivos o nuestro trabajo respecto a nuestros “yoes”?
ü  Descubrir nuestro “yo real” en su totalidad… conocer nuestra verdad y aceptarla con humildad para poder amarla y poder ser tolerante y amar a otros
ü  No sucumbir a los deseos del “yo ideal” ni perder nuestra vida respondiendo a sus exigencias o expectativas.
ü  Escuchar la “música” y danzar al son de ella. Escuchar la voz interior que nos invita a ser, a vivir, a desplegar alas. Vivir respondiendo a los deseos más íntimos de nuestro corazón que son los mismos deseos de Dios.
Conclusiones:
v  Podemos negar nuestra parte oscura del “yo real” pero eso solo servirá para vivir enojados, amargados y hacernos jueces de los otros
v  Podemos pasar la vida tratando de responder a nuestro “yo ideal” pero nunca lo alcanzaremos. Es más conveniente sentarlo delante, desenmascararlo y desmontarlo
v  Podemos vivir desde nuestro “yo verdadero”. Entonces seremos nosotros mismos. El testimonio surgirá sin esfuerzo. No va a caer bien a todos pero estaremos siendo fieles a la misión que hemos venido a realizar y a Dios que quiere ser a través nuestro

¿A qué “yo” alimentas? ¿A qué “yo” respondes? ¿Para qué “yo” vives? Desnúdate y contempla tu “yo real”… tu “yo ideal”… escucha a tu corazón… y deja que el “yo verdadero” tenga la última palabra en todos tus pensamientos, palabras y acciones 

viernes, 21 de abril de 2017

"DIOS EN EN LOS NIÑOS"



Estuve en el viacrucis de la comunidad “Cristo Salvador”. Los jóvenes llevan representándolo 11 años. Se recorren las calles de la comunidad. Después de la escenificación de la Última Cena en la iglesia, fuimos caminando detrás de Judas, hasta el parquecito. Allá Judas fue a entregar a Jesús. Pedro le cortó la oreja al soldado. Jesús le sanó. Y fue entonces cuando comenzaron a golpear y a dar patadas a Jesús. Lo hacen tan real que un niño de unos cuatro años comenzó a llorar desconsoladamente, le rodaban las lágrimas por sus mejillas mientras clamaba: “No quiero que golpeen a Dios”. Me impactó. Tuve que contenerme para no llorar con él. ¡Tuvo una vivencia tan real!… que luego mientras caminábamos hasta el lugar donde se iba a desarrollar la siguiente representación, continuaba suplicando que no le golpearan a Dios y que él mejor quería irse a casa. Su dolor era tal, que no soportó las escenas. Y me cuestionó la sensibilidad de ese niño. ¡Qué cierto lo de “si no os hacéis como niños…”!. Ojalá tuviésemos esa sensibilidad para responder a las situaciones que se nos presentan en la vida, a tantos hombres, mujeres y niños que sufren de tantas maneras.

Caminando por las calles, y cuando toda la multitud seguíamos a Jesús con la cruz a cuestas, escuché a un niño de unos 7 años cantando. Me acerqué a él. Caminé agachada para tratar de reconocer lo que cantaba. El niño se dio cuenta de que le escuchaba pero no por eso dejó de cantar. Y en un momento le pregunté: “¿Qué canta?”. “Es una canción a Dios” fue su respuesta. “¿Ah si, y cuál es el título?”. Y me contestó: “Hoy Jesús muere en la cruz”. Me dejó helada. Estaba muy centrado en lo que íbamos viviendo. Segundo niño que me tocaba el corazón.

Terminamos en la iglesia dos horas y media después de haber comenzado. Al final el coordinador pidió a alguien del público que diera su testimonio de lo vivido. ¿Y quién salió? Una niña de 7 años. Estaba sentada en la primera banca y fue la primera en levantar la mano. Y dijo: “Me ha gustado mucho. Y quiero dar las gracias a todos los que han actuado”. Sin palabras…

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Y el Viernes Santo caminando al encuentro del Santo Entierro me encontré con unos cuantos niños de las escuelas pero me llamaron la atención dos:
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       * Un alumno de quinto grado que es tremendo, muy agresivo y violento. Pasan reportándolo a dirección a cada rato y ningún profesor lo soporta. Para mí estos niños como Jean Piere son mis preferidos. Cuando me vio pasar por la calle salió corriendo de la casa diciendo: “Gloria ¿me puede dar un abrazo?”. No le dije nada… solo me sonreí y le abracé

-          * Un alumno de cuarto. Su madre me contó que el día anterior le dio una buena fajeada (golpes con el cinturón) porque estaba peleando con su hermano menor. En tal momento la madre le levanta la camiseta. Tuve que girar la vista. Le dejó bien marcada la espalda, hasta moretes (cardenales). ¡Eso tiene que doler!. Tenía delante a Jesús azotado. Desde lo más profundo de mi alma me salió decirle: “Grosera”. La mujer bien apenada (avergonzada) me contó lo que lloró después de golpearle y que estuvo a punto de ir a la policía a que la detuvieran. ¡Cómo muchos adultos se desquitan con los menores sus problemas sin resolver, sus heridas sin sanar, sus conflictos de pareja!

Si queremos escuchar la voz de Dios y sentir su presencia busquémoslo en lo sencillo, en lo simple, en lo que pasa desapercibido a los ojos del mundo, en lo que aparentemente no vale o no sirve, en lo despreciado, en los maltratados, en los abandonados, en los ignorados… ahí está… escondido y a la vez deseando ser encontrado para que se produzca el milagro: el cambio, nuestra transformación y conversión.


miércoles, 12 de abril de 2017

"EL CUARTO REY MAGO"





“El cuarto rey mago” es el título de una película que pasaron ayer en mi comunidad de “San Lucas”. Habla de un rey mago “Artagán” que pasó la vida buscando a Jesús. Cuando llegó a Belén, José y María ya se habían ido con el Niño. Lo encontró al final de sus días camino ya de la cruz. Llevaba para regalarle un diamante rojo y una perla. En su búsqueda de más de 30 años, regaló el diamante rojo a un soldado para evitar la muerte de un bebé cuando Herodes mandó asesinar a todos los primogénitos varones. La perla se la entregó a un soldado que iba a asesinar a una joven mientras lloraba de dolor. Al mismo tiempo que entregaba la perla que salvaría la vida de la joven, Jesús iba camino de la cruz. Pudiendo haber evitado con la perla la muerte de Jesús, se inclinó por la salvación de la muchacha.
En su lecho de muerte Jesús se encuentra con Artagán. Artagán le pide disculpas, le cuenta que pasó la vida buscándole y llegó demasiado tarde. Jesús le dice: “Me encontraste cada vez que me diste de comer, cada vez que me diste de beber…”. Y es que efectivamente así fue la vida de este cuarto rey mago. Vivió su vida entregada a leprosos y excluidos por la sociedad de su tiempo, olvidándose de sí para entregarse a los demás

Así es nuestra vida, una eterna búsqueda. El problema es que buscamos en lugares confundidos. Y cuando estamos junto a Él no nos percatamos de su presencia. Artagán lo buscaba al principio entre los ricos y los poderosos hasta que alguien le dice que solo se le puede encontrar entre los marginados, entre los despreciados, entre los excluidos.

¿Le buscamos? ¿Dónde?
 ¿Le encontramos? ¿Dónde?
¿En qué actividades, en qué personas, en qué situaciones sentimos su Presencia?
¿Qué actividades, qué personas, que situaciones nos alejan de Él?
No todo lo que es bueno o aparentemente bueno o que creo que no me daña es de Dios, ni me acerca a Dios.
¿Vivimos conscientemente o superficialmente?
¿Vivimos movidos por su Espíritu o por el espíritu del mundo?

El que busca: encuentra. No busques entre los muertos al que vive. No busques en los placeres del mundo al que vive. No busques en el poder, en la fama o en el éxito al que vive. No te canses de buscar y no pierdas el tiempo ni te distraigas buscándolo o tratando de encontrarlo en lugares en los que nunca va a estar, en personas que te pueden alejar de tu sueño, en actividades que llenan parcial y temporalmente tu vacío… Se sabi@. La vida es demasiado corta. Artagán no perdió su vida. Desde muy temprano lo encontró en su darse, en su entregarse, en su salir de sí… lo que pasó fue que no tuvo consciencia de ello hasta el final. Si nosotros no lo buscamos donde está, nunca vamos a tener motivos de alegrarnos por habernos encontrado con él. Sentiremos que perdimos el tiempo, que nuestra vida no tuvo sentido. Todavía estás a tiempo. Busca y encontrarás. Él está vivo y está deseando encontrarse contigo.

sábado, 8 de abril de 2017

“¿CÓMO LLENAR NUESTRO VACÍO EXISTENCIAL?”

Ayer por la tarde, antes de los exámenes, pasaron ocho muchachos de séptimo grado por mi oficina para hablar conmigo. De los ocho, cuatro se habían cortado. Solo a uno no le vi los cortes porque según me contó se los hizo en las piernas. Las otras tres tenían el brazo izquierdo bien rayado. Lo común en todos ellos: la falta de estima personal, el no sentirse queridos y valorados en el hogar, el no sentirse escuchados, importantes… Casos de estos todas las semanas. Una de ellas me contó que ahora quitan el tornillito del sacapuntas y con esa cuchilla se cortan. Otros optan por las pastillas. Una alumna de octavo de otra escuela ha estado ingresada dos semanas por intoxicación. Ahora está con tratamiento psiquiátrico y psicológico. El año pasado me contó que a su mamá la mataron cuando ella tenía tan solo ocho años y vio cómo ocurrieron los hechos, es algo que todavía no ha superado. Hace dos domingos me acerqué a las 4pm a una alumna que se estaba durmiendo sobre el pupitre, a mí me pareció que estaba drogada porque no sabía dónde estaba, su mirada estaba totalmente perdida y no era capaz de responder cuando se le preguntaba… este domingo tras hablar con ella, me confesó que después de comer, a eso de la 1pm se había tomado dos tabletas de pastillas… Dios Santo…
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Hoy volvía a orar con el texto de la samaritana. Ella le dice a Jesús: “Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed…”… y al final Jesús dice a los discípulos: “mi alimento consiste en hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra”. Una sed y un hambre que se sacian como Jesús saciaba su hambre y su sed: haciendo la voluntad de Dios y llevando a cabo su obra.

Buscamos calmar nuestra sed o nuestra hambre en lo superficial, en lo externo, en tener poder o posesiones, en la fama o el reconocimiento, en personas, en lugares, en el hacer… ¡Qué equivocados estamos!. Buscamos el agua en pozos que están casi secos o ya secos, buscamos alimentos que satisfacen nuestra hambre de forma temporal porque nos vuelven a dejar vacíos.


A Jesús le llenaba el hacer la voluntad del Padre. Solo el hacer su voluntad sacia, el dejarse hacer, el permitirle ser… y para eso tengo que dejar de ser yo para que pueda ser Él, tengo que dejar de moverme por mi ego y dejar que sea su Espíritu quien me mueva. Y previamente tiene que haber un trabajo de caer en la cuenta e interiorizar el gran amor que nos tiene para así responder a ese amor con nuestra vida. Que el amor con el que nos ama nuestro Padre no solo lo creamos, pidamos la gracia de sentirlo y experimentarlo para de ahí ponernos a trabajar por su Reino