martes, 29 de noviembre de 2022

“MIRAR DE FRENTE LA FRAGILIDAD”

 

Hay una realidad que no podemos obviar: Somos seres finitos, vulnerables, heridos.

Hay que ser valiente para ponerse de frente y reconocerse en quienes son dependientes, necesitados, frágiles. Desgraciadamente el sistema capitalista tiene poco de humano. Nos invita a mirar a otro lado, a evitar esas situaciones que hablan de nuestra limitación y pequeñez. Es más sencillo manejar a robots porque no piensan y son fácilmente manipulables, tan solo es preciso dar al botón del spot publicitario y comienzan todos la carrera por el tener, el ser más que, el conseguir… Se convierten también el vivir muchos años y la salud en ídolos a los que dar culto invirtiendo tiempo y dinero.

Tarde o temprano llega el día en que te encuentras con el dolor y el sufrimiento, en los otros o en tu propia vida y ya no se le puede dar largas. ¿Qué hacer entonces con eso?. ¿Te hundes?. ¿Te enojas con la vida o con “dios”?. ¿Buscas desesperadamente soluciones que te alejen cuanto antes de eso que estás sintiendo?. ¿Niegas lo que es?. ¿Huyes?.¿Buscas culpables?...

No esperemos a que la vida nos sorprenda. Podemos acercarnos a nuestra verdad a través del encuentro con la humanidad de los otros, a lo más vulnerable y frágil de los otros. Esto está al alcance de todos. Y podemos hacerlo de varias maneras:

  • El salvador cree que es imprescindible y que cuenta con las herramientas para aliviar o ayudar al otro impidiendo muchas veces su propio crecimiento, y ofreciéndole lo que quizás no le sirve. Su posición es de superioridad y, aunque tiene buenas intenciones, no deja de ver al otro como “el pobrecito”.  
  • Hay quien tiene la teoría muy aprendida, también sus propios patrones e ideas, y llega imponiendo sus formas, sus tiempos. No respeta a la persona, sus ritmos. No entiende la realidad que vive y tampoco lo pretende. Se desquicia y trata de ejercer su autoridad para que respondan a sus deseos mediante gritos, comentarios despectivos, e incluso fuerza física.

Ninguna de estas maneras ayuda al que sufre ni al que se acerca. El otro es tan solo “otro”, alguien inferior. Su realidad no interpela, no refleja nada de la propia verdad.


El excluido, el dependiente, el abandonado, el marginado, el enfermo… nos habla de nuestra propia vulnerabilidad, fragilidad, finitud. Acercarnos, abrazar todo eso, es acoger también nuestra condición débil. No caben entonces posturas autoritarias ni salvadoras para que la relación de ayuda sea efectiva. Es preciso descubrirse en el otro, verse en el otro como si de un espejo se tratase y en consecuencia tratarle como nos gustaría ser tratados. Encontrarnos con lo corporal pero también con lo que hay de misterio y de divino en cada uno. Se nos ofrece la posibilidad de trascender esa realidad limitada, herida, frágil, sufriente... porque no somos solo cuerpo físico, porque estamos habitados por una realidad mayor.

Es increíble cómo en estos cuerpos frágiles puede encarnarse y habitar un amor tan grande pero así es, así lo quiere. Desde esta verdad podemos encontrarnos. Desde ahí no hay diferencias. Desde ahí aprendemos a relacionarnos, a entendernos, a tratarnos.

lunes, 28 de noviembre de 2022

“AGRADECER SIEMPRE, SIEMPRE”

 

Desde ayer se nos recuerda el estar atentos, el no perder la capacidad de asombro, y es que "nos acostumbramos” a lo que tenemos, lo sentimos como un derecho o como nuestro, lo consideramos como algo que nos pertenece, y se nos olvida lo que tiene de don inmerecido, y el amor que hay escondido en todo eso que hay de bueno en nuestro haber.

Escuchaba hace un rato que el Papa Emérito Benedicto XVI dijo una vez que tendríamos que ayunar de comulgar para que lo valoráramos más. Ni él podía llegar a imaginar que sus palabras se cumplirían un día al enfrentarnos a la dura realidad de una pandemia que vino sin avisar a nuestro mundo. Cuando algo que se vive como algo cotidiano y “normal” te falta, no hay duda de que caes en la cuenta de lo que significaba para tu vida.  

Son muchas las razones por las que dar gracias cada día: un trabajo, la salud, la memoria, cualidades, personas (familiares y amigos), una casa, una oportunidad de crecer, un encuentro, una llamada, una buena noticia, el descanso, la comida… la fe, el perdón, el amor… Tristemente, y como decía al principio, “nos acostumbramos” y caemos en la cuenta de su valor cuando nos faltan. Tal vez algo de eso podamos volver a recuperarlo pero otras cosas, con las que creíamos contar, se irán de nuestra vida para siempre.

Escribo esto justo ahora que me falta algo que me ha impedido hoy hacer cosas que para mí son importantes. Precisamente por eso, quizás por esto. No quiero caer en el fatalismo quedándome en lo negativo o quejándome sino ver lo positivo de esta experiencia, el amor del Señor, el que me ha servido para reflexionar y escribir, el caer en la cuenta una vez más de lo bendecida que soy y la invitación a cultivar la actitud de agradecimiento. 

Todo momento es bueno para comenzar a agradecer. Quizás ya hayamos perdido o dejado ir ciertas realidades pero hoy nos quedan otras muchas por las que dar gracias, y mañana surgirán otras nuevas por las que también dar gracias. Ojalá tengamos la capacidad de abrir los ojos y la lucidez para estar atentos y valorar cada pequeño regalo envuelto de amor que se nos ofrece. Y volvamos a vivir, y a contagiar la alegría que brota de un corazón agradecido y amado. Porque aunque todo nos faltara, siempre nos quedará el amor de quien habita en nuestro interior y cuida de nosotros.

No nos anclemos en el pasado, en lo que fue y ya no está, si no es para agradecerlo y dejarlo ir. Abramos los ojos a lo que es y vendrá y agradezcamos todo lo bueno que tenemos y llegará a nuestras vidas compartiéndolo con los demás.

domingo, 20 de noviembre de 2022

“ACUÉRDATE DE MÍ”

 

¿Cuántas veces hemos implorado ayuda a Dios como el buen ladrón crucificado junto a Jesús?. En lo personal no recuerdo que alguna súplica haya dejado de ser escuchada y respondida. Un grito a veces profundo expresado a un Dios débil, frágil… a un Dios que se abaja y se hace pequeño, que está herido, golpeado, que está clavado en la cruz… a un Dios que siempre escucha, que cuida, que provee, que va haciendo su obra, que lleva de la mano… Porque siempre necesitaremos esa mano, porque siempre seremos dependientes, pequeños, frágiles… ¡Pobres de nosotros si no nos vemos así!. ¡Pobres de nosotros si creemos que todo lo podemos y que por nuestros propios medios conseguiremos lo que nos propongamos!. ¡Pobres de nosotros si creemos que tenemos el control de algo!.



Al escuchar ese “acuérdate de mí” me viene la imagen de la niña que aquel día estaba sentada en el bordillo y estiró el brazo a su madre que se acercó a darle la mano para ayudarle a levantarse. Qué importante tener la humildad de reconocerse chiquito, de pedir ayuda, de confiar en esa Presencia, en esa Mano que nos tomará para llevarnos a... ¡Cuántas veces he expresado con éstas u otras palabras mi necesidad!. ¡Cuántas veces he pedido ser rescatada de situaciones que me asfixiaban, que me quitaban vida!.

Revisando mi historia solo puedo dar gracias por tantas veces que mis peticiones han sido escuchadas, porque su misericordia ha salido siempre a mi encuentro, por guardarme en su corazón, por ir transformando mi vida, por tanto amor manifestado de tantas maneras, porque le importo, porque me sigue llevando aunque a veces no entienda su forma o sus caminos me parezcan extraños, por siempre tenderme la mano.

“Hoy estarás conmigo”. Este Dios en el que creemos está pendiente, escucha. La respuesta siempre llega en su momento, cuando lo considera mejor, de la manera que cree más conveniente.

Está, estará conmigo… Hoy, mañana, pasado… Cada día de una forma, respondiendo de maneras distintas, haciendo sentir su amor y su misericordia a través de los acontecimientos y de las personas… En la dificultad, en la prueba, en la angustia pero también en la alegría, en los éxitos. Conoce el dolor, el sufrimiento, las heridas de nuestro corazón, la debilidad y fragilidad humana, la miseria…

Ese “Hoy estarás conmigo” nos habla de su compañía, de su cercanía, de su preocupación por cada uno…  de su Presencia permanente. Y ante todo eso solo cabe el abandono (porque estamos en buenas manos) y la confianza ciega y sin límites (porque quien es la Verdad no puede dejar sin cumplir sus palabras y promesas).

viernes, 11 de noviembre de 2022

“ENCUENTRA TU PROPIA CALCUTA Y SERÁS SU TESTIGO”

 

Siempre he admirado a Santa Teresa de Calcuta, siempre he soñado con ir a la India y conocer más de cerca esa realidad que interpeló y transformó la vida de esa sencilla y pequeña mujer pero el avión, o más bien el Señor, me llevó en dirección contraria.

Conocí a  las hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl y a las hermanas del Buen Samaritano, que eran lo más parecido en modelo de entrega a lo más desechado y excluido de la sociedad, pero también tuve la dicha de conocer a las hermanas de la Madre Teresa de Calcuta en San Pedro Sula (Honduras) e incluso a la sucesora de la Santa cuando viajó a visitarlas.


Todo esto para contar que el otro día escuchando un pregón del DOMUND se compartió algo que decía la Madre Teresa y que en ese momento y por lo que estaba a punto de comenzar a vivir me venía como anillo al dedo (la providencia de Dios siempre haciéndose presente cuando más la necesitamos): “Se puede encontrar Calcuta en todas partes si tienes ojos para ver, y no solo para ver sino para mirar. En todos los lugares del mundo hay personas no amadas, no deseadas, rechazadas, personas a las que nadie ayuda, personas marginadas y olvidadas y ésta es la mayor de las pobrezas”. Y terminaba el pregón con una frase de esas que se te graban hasta lo más profundo: “Encuentra tu propia Calcuta y serás su testigo”.



Hay algo que atrae en “Calcuta” pero también algo que se resiste a enfrentarse a esas realidades. Por un lado el deseo de amar y servir al Señor en los más pequeños, por otro la fragilidad manifestada en los miedos, la inseguridad, la búsqueda de lo cómodo y lo fácil, lo que no supone esfuerzo o riesgo… Solo con Él es posible ser testigo de su amor. Estar disponible y dejar que Él sea, que Él haga, que sea el protagonista de lo que ahí pase.

Humanamente contando solo con las propias fuerzas no es posible estar en “Calcuta”, hace falta la gracia del Señor, o en palabras de San Juan de la Cruz “una inflamación de un amor mayor”. Y sobre todo no olvidar la confianza de que su Espíritu dará la luz y la sabiduría a la hora de obrar, y la confianza de que en el Señor encontramos nuestra fuerza. A partir de ahí dejarse hacer, dejarle ser. Es en la debilidad donde está llamada a manifestarse la gloria de la resurrección.

Por dura que pueda parecer a veces la misión que estamos desempañando, independientemente de los habitantes de nuestra “Calcuta”, no olvidemos las palabras de San Pablo que invita a seguir caminando con paso firme y la mirada orientada siempre hacia Jesús. Y sobre todo no perdamos nunca el ánimo porque “Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece”.

lunes, 7 de noviembre de 2022

“EN MEDIO DE LA OSCURIDAD DE LA NOCHE”

No voy a ser santa por mi propio esfuerzo, ni por mis capacidades, ni por mis cualidades, ni por mis obras… Cada vez me siento más pequeña, más necesitada, más dependiente, más frágil…

Caigo, huyo de las dificultades, tambaleo cuando pierdo el control… Hay heridas en mi corazón que siguen doliendo y por medio de las cuales hiero a otros.


En medio de la oscuridad de la noche. ¿Qué puede hacerse?. ¿Acaso el encender alguna lucecita artificial o un gran foco nos va a librar de ello?. Para quienes tenemos fe solo nos queda abandonarnos y confiar sabiéndonos sostenidos y amados, y mantener la esperanza porque la muerte no tiene la última palabra. La muerte, en cualquiera de sus formas, solo es el paso doloroso por el que es necesario atravesar para poder ver la luz, para renacer a una vida distinta. Por fe reconocemos que es un tiempo de purificación, de vacío interior, para dar espacio al único que puede llenar nuestra vida de sentido y plenitud.