sábado, 28 de enero de 2023

“QUE VUELVA LA CALMA A MI VIDA”


Todos pasamos por momentos de oscuridad o por situaciones en las que la tormenta hace tambalear nuestras seguridades o proyectos. ¿Dónde o a quién nos agarramos?.

No faltan las veces en las que gritamos o alargamos el brazo pidiendo ayuda pero, cuando conseguimos lo anhelado, nos colgamos las medallas como si todo hubiese sido obra nuestra. Realmente, ¿A qué o a quién atribuimos el mérito de que la luz vuelva a brillar y la calma llegue a nuestras vidas?. ¿A nuestro esfuerzo y determinación, a nuestras capacidades…?. ¿Acaso no es el Señor que con su Amor providencial está atento a nuestras circunstancias y busca encontrarse con nosotros por medio de ellas?.

Si el sol comienza a abrirse camino entre las nubes, si la tormenta se va calmando, es porque así lo quiere, es por el amor que nos tiene.

La barca que tememos que se hunda, la vida que nos asusta perder, los hemos convertido en fines pero son tan solo medios a los que nos aferramos y que bien sabemos que no lo son todo y que llegaremos tarde o temprano a perderlos. Olvidamos dónde mirar, quién es el centro, quien es el único que permanece y puede devolver la calma a nuestra vida.

Confianza plena en el corazón del Padre en el que todos estamos, que sabe lo que nos conviene y nos lo da, que no quiere que ninguno se pierda.

miércoles, 25 de enero de 2023

“VINO POR LOS ENFERMOS Y LOS PECADORES”

 

El otro día una joven me confesaba que creía en Dios y también en Jesús pero no en la iglesia. Una de tantos que un día decidieron alejarse de la iglesia entendida como institución o estructura, o por el deficiente o mal testimonio que damos los que nos consideramos que la formamos…

Me quedó resonando su compartir. Y me recordó al rechazo o aversión que sienten los evangélicos por María. Si son realidades amadas por el Señor: ¿Cómo es posible no amarlas?. ¿Cómo podrá hacerse espacio la gracia en nuestras vidas si la obstaculizamos con nuestros juicios?.

Jesús vino por los enfermos y los pecadores. Si estamos dentro es porque pertenecemos a uno de esos dos grupos, y más de uno a los dos. ¿De qué padecemos? ¿Qué necesitamos sanar?. ¿En qué seguimos fallando pese a nuestros intentos y buenas intenciones?... No hay el menor motivo para vanagloriarse ni juzgar a otros, si así lo hacemos es porque todavía hay mucho en nuestro haber que requiere curación y una gran dosis de amor y misericordia. Hemos sido llamados e invitados no por nuestros méritos, nuestra bondad, nuestras buenas obras o apostolados, nuestra inteligencia o títulos universitarios… sino por nuestra condición frágil y pecadora, por nuestras carencias, por nuestra necesidad de amor. Y no para que hagamos obras extraordinarias sino para que nos dejemos alcanzar por el amor, para que estemos con Él, para abandonarnos en Él, para sanar nuestras heridas…

Si te sientes enfermo y/o pecador, Jesús vino y viene para ti, a ti. “¿Qué quieres que haga por tí?.

sábado, 14 de enero de 2023

“NO ERA PARA MÍ, NO ERA MÍO”

 

¡Cómo nos cuesta aceptar la voluntad de Dios!. A veces creemos que lo que es bueno es para nosotros porque: “Somos especiales”, “Somos los mejores”, “Nos lo merecemos”... Incluso aquello que creemos bueno puede que lo sea para otros pero no para nosotros o a lo mejor no en este momento. Cuando no se nos da lo que deseamos o nos lo quitan nos sentimos heridos, nos quejamos, protestamos, buscamos la manera de vengarnos… ¡Pobrecitos!. Siempre las víctimas, como si todo nos perteneciera cuando en realidad nada tenemos, nada nos pueden quitar. Por otro lado los demás son libres de darnos o no lo que deseen.

Es normal que en nuestro interior se mezclen un montón de emociones sintiéndonos por ello injustamente tratados, rechazados, humillados… Podemos anclarnos ahí girando en torno a nuestras dolencias, a nuestro ego herido… llorar, patalear, gritar, desviar la atención buscando entretenimiento, hablarlo con alguien que refuerce nuestras razones y acreciente nuestro victimismo…. O podemos trascender lo que nos ha sucedido cambiando la mirada, tratando de ver la acción de Dios en eso “que se me ha quitado”, o  “que no me han dado”… Porque quizás no me convenía, o a lo mejor me estaba buscando en “eso” y no en realidad su voluntad. Porque el Señor tiene otro plan mejor que desconozco y para el cual todavía no ha llegado su tiempo.


Abandonarse es la clave. El abandono no suprime los sentimientos encontrados que habrá que aceptar como parte de nuestra humanidad pero nos ayudará a ampliar la mirada, a ver más allá y poder contemplar “eso” que estamos viviendo como un medio de crecimiento, de aprendizaje, de maduración, de conocimiento propio… En vez de mirarnos tanto el ombligo, que no resuelve ni sana nuestras heridas, fijemos los ojos en el Padre bueno que nos ama, y que sabe lo que más nos conviene en cada momento para unirnos a Él. Confiar en que todo forma parte de un proyecto de amor para mi vida, aunque no lo alcance a vislumbrar y a comprender.

martes, 10 de enero de 2023

“SOLO TE PIDO QUE LOS AMES”

 

En la vida nos vemos sorprendidos por retos, experiencias, situaciones, que escapan a nuestro control, que son superiores a nuestras fuerzas o capacidades, ante las que nos sentimos muy chiquititos, muy poca cosa, impotentes.

He vivido cosas “muy densas” y siempre he visto la mano del Señor sosteniéndome en medio de ellas, o fortaleciéndome, o consolándome, o incluso obrando. Pero la verdad es que nunca como ahora me ha tocado enfrentarme con algo que me ha hecho sentir tan poca cosa y tan incapaz, y a la vez tan necesitada. Y en medio de ello solo me ha quedado abandonarme en Él cada día expresándole mi pequeñez y confiando en su gracia. También me ha hecho caer en la cuenta de todas las veces que he creído que los frutos recogidos eran obra de mi esfuerzo, de mis cualidades, de mis virtudes… ¡Qué confundida andaba!. ¡Y encima me vanagloriaba de ello!.

El Señor no nos pide algo que no podamos hacer, no espera grandes hazañas. Nadie mejor que Él conoces nuestras cualidades, nuestras aptitudes, nuestros límites… Sabe hasta dónde podemos llegar y cuánto tenemos en nuestro haber para ofrecer. Quizás por eso se aprovecha de todo eso que escapa a nuestro control y nos ahoga. ¿Qué queda entonces?. ¿Huimos?. ¿Nos enfrentamos poniendo todo de nuestra parte para demostrarnos y demostrar a los demás que podemos?. Esta vez he optado por abandonarme y confiar en Él, en su gracia, reconociendo, aceptando y ofreciendo mi pequeñez para dejarle ser y hacer.

El Señor solo puede actuar cuando reconocemos y confesamos nuestra pequeñez, nuestra miseria, nuestra poca cosa, nuestro no poder, no valer, no ser capaces de… Ahí es cuando Él obra y realiza milagros.



Aceptar nuestra nada y dejar obrar al TODO que sólo nos pide que le amemos en las personas concretas que ha puesto en este momento delante (agradables y no tanto) y en esa realidad (difícil o no) que estamos viviendo, del resto se encarga Él si esa es nuestra fe y nuestra confianza, si en Él ponemos nuestra esperanza.