sábado, 25 de febrero de 2023

“PREGUNTAS Y MÁS PREGUNTAS”

 

Me compartía una señora esta tarde en la calle que tenía mucha fe en el Cristo de la parroquia de los Carmelitas, que todo lo que le ha ido pidiendo se lo ha ido concediendo. Yo me pregunto: “¿Qué será de la fe de esta buena mujer el día que no se satisfagan sus deseos?”.

Precisamente hoy escuchaba a un fray carmelita costarricense, comentando un fragmento de “Subida del Monte Carmelo” de San Juan de la Cruz, que pocas veces los cristianos nos movemos por lo que podemos amar o dar a Jesús. Lo que nos mueve a servir o a encontrarnos con el Señor en la oración o en el servicio es más bien nuestro propio interés, llenar nuestros vacíos, satisfacer necesidades, experimentar consuelo o gustos.

Este fray hacía también alusión a que seguir a Jesús supone cargar con la cruz y cómo tendemos a evitarla o incluso pedimos en nuestras oraciones que se nos retire. En vez de identificarnos con Jesús cuando necesitamos consuelo, compañía… y acompañarlo en su desolación y soledad, luchamos para que esa situación que nos causa sufrimiento pase cuanto antes, o pensamos o hacemos otras cosas para que nos afecte lo menos posible, o pedimos al buen Dios que acabe con ellas.

¿Le busco o me busco?. ¿Quiero compartir su camino y destino o prefiero que mi fe se reduzca a unos rezos y algún compromiso en la iglesia?. ¿Practico las virtudes como medio de unión con el Señor o me conformo con no hacer mal a nadie pero que a mí tampoco me molesten?. ¿Pienso en los otros, en sus necesidades, o primero soy yo y luego otra vez yo?. ¿Dónde está mi centro?. ¿Quién es mi centro?. ¿Dónde busco?. ¿Qué busco?. ¿A quién busco en todo lo que hago?

martes, 21 de febrero de 2023

“CAMBIO DE ENFOQUE”

 

Otra vez llega el tiempo de Cuaresma y oiremos aquello de la conversión, dejar atrás “el hombre viejo”… Pienso en todas las buenas intenciones que año tras año tenemos, en los intentos frustrados por lograr nuestro objetivo. Al final caemos en la cuenta de que todo sigue igual, que no tuvimos éxito, con lo que aparece una carga sobre añadida de culpa, impotencia, tristeza…

¿Será que no hacemos bien el enfoque?. Jesús vino a liberarnos no a poner más peso a nuestras vidas. A lo mejor no tenemos que centrarnos tanto en cambiar eso que calificamos de negativo porque de esta manera lo que hacemos es pasar el tiempo girando sobre nosotros mismos y haciendo de nuestro yo el núcleo del universo. ¿No será más conveniente volcarnos en descentrarnos?. ¿No es más fácil enfocarnos en amar y no fijarnos tanto en todo lo “malo” que poseemos o hacemos y que nos cuesta tanto modificar o erradicar?.

¿Acaso el amor a Dios y al prójimo por encima de intereses particulares, apetencias, quereres y gustos no es el camino de la conversión?. ¿Y cómo es posible?. Por supuesto que la conversión es un don de Dios que no debemos dejar de pedir pero también podemos poner de nuestra parte determinándonos cada día y haciendo todo por amor, desde las grandes obras hasta las más sencillas, humildes, insignificantes y escondidas a los ojos de los otros.

Y es que… ¿Hay un solo día en el que no surjan oportunidades de amar, de atender y responder a las necesidades de los otros, de dejar a un lado nuestro pequeño yo… para entregarnos por amor y así servir a Dios y al prójimo?.

¿Por qué no dejar de mirar tanto lo negativo, lo feo, los fallos, los pecados… y comenzar a mirar más a los otros?. ¿Por qué no vivir desde el amor respondiendo con nuestra presencia, o los medios a nuestro alcance, a quienes nos necesitan en este momento?

¿Qué nos va a unir más a Dios: El luchar e intentar cambiar todo lo que no nos gusta y nos aleja de Él, o el amor que podamos expresar, dar, compartir con otros?.

“El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo”. Si ya lo dijo Jesús… No vivir auto centrado. El centro de la vida: El Señor, el Amor. Nuestro fin: El Amor. Ese es el camino, ya lo predicó Jesús con su palabra y su ejemplo. No hay otra ruta para quien se diga creyente y se llame cristiano.

sábado, 18 de febrero de 2023

“DESCANSA EN LA PAZ”

 


El otro día me repetía un sacerdote: “Tu abuela descansa en LA paz del Señor”. Y me compartía su reflexión. Descanse en paz lo decimos muchas veces cuando alguien fallece. Parece un deseo que no sabemos en qué momento se hará realidad. Nosotros como creyentes tenemos la esperanza de que quienes se nos han adelantado están ya descansando en LA paz del Señor. Cómo anhelamos esa paz mientras estamos aquí en la tierra, cómo añoramos esa vida en plenitud, y sin embargo nos aferramos muchas veces a la vida, a las cosas, a lo que creemos tener… como si fuera lo más.

Me siguió hablando del bebé que va a nacer. Está tan a gusto y tan cuidado y tan protegido en el vientre de su madre que… ¡Vaya miedo salir ahí afuera!. Pero bebé, ¿qué temes?. Al otro lado te están esperando con gran alegría tus papás, tus abuelitos, tus primos, tus hermanos… Y me habló del anciano que apegado a sus seres queridos, a sus recuerdos, a sus posesiones… también está asustado porque no sabe qué encontrará después. Realmente es un misterio pero la fe y la esperanza cristiana nos animan a confiar en que volveremos un día a encontrarnos con los familiares y amigos que ya partieron a la casa del Señor.

Voy a cambiar de tema pero es que me parece importante también contar esto. Terminó leyéndome una hojita que sacó del bolsillo de su camisa. Y al final me la dio. “Toma, te la quedas, eso te pasa por haber venido”. Yo solo dije: “Era para mí, es para mí”. El Señor se vale de nosotros para hablarnos, para expresarnos su amor, para consolarnos, para hacerse presente, para decir: “Aquí estoy”.

No quiero quedarme esa oración para mí solita. Es por esto por lo que voy a compartirla en el blog junto con este escrito. Espero que pueda serviros a más de uno.

miércoles, 15 de febrero de 2023

“REGALOS QUE SON UN TESORO”


El otro día, en el funeral de mi abuela, mi hermana compartía el tesoro que son las personas que te quieren. Y estoy totalmente de acuerdo. El amor de los otros habla del amor de Dios, son expresiones “pequeñitas” de su amor. A veces nos conformamos con eso, y lo agradecemos como no podía ser de otra manera, pero aspiramos y anhelamos un Amor más grande que fue el que nos creó y hacia el que caminamos.

Expresamos nuestro cariño a los otros por medio de una llamada, un encuentro, un abrazo, un regalo…

Yo no soy muy de regalos. No me emociona que me regalen algo pero sí valoro mucho los pequeños detalles y será por eso que a mí también me gusta ofrecer lo que a mí me hace tanto bien.

Quiero hoy hablar de uno de los últimos regalos que he recibido y que me partió en dos, me quebré. Era de un inmenso valor por lo que significaba para la persona que me lo dio. Estaba en el tanatorio y llegó una compañera de trabajo. Es la profe de música y es un ángel. Además de hacer muy bien su trabajo está siempre pendiente de todos y dando mucho ánimo. Pues bien, me abrazó y en lo que me tenía abrazada me acercó a la mano algo, que yo rápido sentí que era un rosario. Lo acompañó con estas palabras: “Es un rosario. Me lo trajo mi hermana religiosa desde Jerusalén, la que falleció hace tres años. Me latía que te lo tenía que dar a ti”. Se llamaba Blanca y murió con 44 años. Rompí a llorar y seguimos abrazadas un rato, sabía lo que significaba para ella, ese rosario no tenía precio. Generosidad, desprendimiento, amor, entrega, gratitud… en un ratito se movieron un montón de cosas bonitas.

Qué poco cuesta amar, hacer felices a los otros… Como decía el otro día una amiga: “Para cuatro días que vivimos ¿qué necesidad tenemos de hacernos tanto mal?”.

Continuemos regalando vida, cariño, esperanza, consuelo, alegría… Continuemos sembrando cada uno con lo que tiene… Juntos podemos lograr construir ese Reino que tanto anhelamos.

Gracias Leo por inspirar este escrito.


sábado, 11 de febrero de 2023

“MI PRIMERA LECTORA”

 

No podía dejar de escribir sobre mi abuela ahora que ha partido a la casa del Señor. Cuando este blog se creó, ya hacía más de dos años que había comenzado a escribir. Siempre se lo leía a la yaya o se lo imprimía para que lo pudiese leer las veces que quisiera. Ponía mucha atención y todo le gustaba, no podía ser de otra manera, para los abuelos los nietos son lo mejor del mundo y todo lo hacen bien.

Sabemos lo que mi abuela sufrió en su infancia al quedarse huérfana de padre y al tener que desprenderse su madre de tres de los cinco hijos porque no podía hacerse cargo de todos. A la yaya le tocó con unos parientes que desde los seis a los dieciocho años le hicieron la vida imposible. Se tuvo que hacer cargo desde que llegó de los niños de la casa, y la trataron como a una criada. Lo único que la fortaleció era la presencia en esa familia de un tío cura que la quería mucho y la defendió en muchas ocasiones. Quién sabe si eso no avivó su fe y su confianza y esperanza en el Señor de que todo un día cambiaría.

Estos últimos días pensaba en cómo Dios la sostuvo durante esa experiencia y a la vez en lo querida que ha sido después pero sobre todo en el amor que ella ha dado cuando apenas lo recibió en esos primeros años tan cruciales en el desarrollo de la persona.

Su relación con el Señor, su devoción a la Virgen, su encuentro diario con Jesús Eucaristía… fueron agrandando su corazón. Su fe era muy, muy grande. Su mayor deseo era que yo estuviera con la familia pero siempre terminaba diciendo: “Si es voluntad de Dios que te vayas a Honduras…”. Y callaba porque ante la voluntad del Señor ella sabía que sus palabras y su querer no contaba. Y aunque le costaba, y aunque lloró mucho (como me lo confesó hace un par de meses), nunca se opuso ni me lo hizo difícil. Los primeros años, cuando ya nadie se comunicaba conmigo (porque entonces solo cartas), ella seguía escribiéndome, enviándome algún fax de vez en cuando para que llegaran antes, y cómo no, no dejaba de mandar sus letras a Monseñor pidiéndole que me cuidara.    

¡Era tan fácil quererla…!. Se robó el corazón de muchos a lo largo de su vida. Yo le decía: “Yaya te salen niet@s por todos los sitios”. Y es que… ¡Cuántos le decían “yaya”!.

Lo último que me dijo fue: “Reza por mí”. ¡Dice tanto de ella esta frase…!

Ahora ya está gozando de la paz y del amor del Señor. Siento la tristeza de la despedida pero me queda la esperanza de volver a encontrarnos un día con todos los que se nos adelantaron.

La yaya siempre ha estado ahí. Ahora continua estando pero de otra manera. Tengo un ángel más en el cielo, o una estrella, o una intercesora, o… que ahora me va a ayudar más y de la forma que más necesito.

Te quiero yayita bonita.

viernes, 3 de febrero de 2023

“DE REPENTE LA VIDA TE SORPRENDE”

 

Crees hacer la voluntad de Dios y estar cerca de Él porque haces lo que piensas que es su voluntad, porque estás en el templo o comprometido en sus pastorales, porque… Pero permanece alerta y vigilante porque de repente la vida te sorprende y el castillo se desmorona o cuando menos comienza a tambalear.


Puede que te suceda lo del buen Pablo. En medio del camino una gran luz te ciega para comenzar a ver, estar, relacionarte con todo/s de otra manera. Te encuentras de pronto ubicado en otro lugar y viviendo situaciones que ni por cerca hubieras imaginado. Es entonces cuando te toca dejar “eso” que era o creías que era voluntad de Dios. Es momento de dejar “las redes”, aquellas seguridades, aquellas ideas, aquello que te hacía sentirte bien o a gusto por lo gratificante que resultaba. Sientes una sacudida que te lleva a parar, a cuestionarte, a abandonarte al descubrir y reconocer tu pequeñez, tu fragilidad, que nada puedes y que no controlas. Parece como si Dios se hubiese ausentado, como si las tinieblas lo hubieran cubierto todo, y sin embargo no puedes hacer lo más mínimo para sentir su Presencia, para que el sol pueda brillar de nuevo. Toca mantener la calma, perseverar, ser fiel, con la confianza que da el saber que es tiempo de purificación y que no hay resurrección sin muerte en cruz. Y es que en el fondo hay una seguridad en medio de la confusión que la da la paz interior sentida, certeza clave de estar en el camino, de ser algo querido por Dios, de tratarse de su voluntad en este momento de tu vida.

Este “dejar” abarca rutinas, compromisos, creencias, formas de hacer… y también personas. A Jesús le reclamaron familiares y amigos por andar con otros y en otras cosas, en el fondo solicitaban lo que necesitaban: su presencia, su compañía, su amor. Así que no te extrañe si tus más cercanos no entienden o comienzan a criticar el cambio que ha dado tu vida, el que estés más distante de ellos… Quienes te acepten, así como eres y así como te encuentras, serán los que realmente te aman. Permitirán que el Señor siga manifestándose en tu vida a través de lo que vaya aconteciendo, te acompañarán en la distancia con su cariño y oración, y sabrán esperarte.

No podemos vivir la vida que otros quieren sino la que el Señor ha soñado. La mirada siempre fija en Él para no desorientarnos (aunque cueste, aunque haya que dejar, aunque los otros no comprendan, nos juzguen o nos persigan por ello).

Que el Señor nos de la gracia para llevar su obra a buen término haciendo su voluntad siempre y en todo momento.