lunes, 27 de enero de 2025
“TAMBIÉN SE ABAJA HASTA TU MISERIA”
A veces se nos presentan situaciones adversas que nos hacen revolvernos
en nuestro propio lodo. Tocamos muy de cerca nuestra pobreza, nuestra miseria,
nuestra realidad más humana.
Lo lógico es que aparezca la desolación a través de múltiples emociones:
Rabia, tristeza, deseo de venganza, odio… Todo eso es normal, y reconocerlo y
aceptarlo también debería serlo. Todo eso también es necesario para avanzar,
para crecer.
Podemos caer en el victimismo y en la desesperación y enredarnos ahí, o
mirar hacia otro lado. Santa Teresita recuerda poner la mirada y el corazón
solo en Jesús, porque es lo único importante, es lo único real, es lo único que
permanece… Todo lo demás es secundario y termina pasando.
Si estás viviendo una de esas etapas de densa oscuridad, no olvides que
todo un Dios se abajó para encarnarse en un Niño (la vulnerabilidad y
fragilidad más extrema) y eligió para nacer un lugar muy pobre (seguramente
desagradable). Hasta ahí se abaja nuestro Dios, hasta nuestra podredumbre, ahí
también podemos encontrarnos con Él. Se abaja hasta lo más miserable y ruin de
nuestra humanidad y existencia para dárnoslo todo, para acompañarnos en nuestra
desolación y recordarnos que nos sigue queriendo así como estamos.
Sí… podemos también encontrarnos con Él en nuestra miseria, en el
fracaso, en las críticas y humillaciones que recibimos, en el rechazo de los
más cercanos, en los fallos que cometemos, en los tropezones que damos o en las
caídas. Ahí también se hace presente para abrazarnos e invitarnos a enfocar de
nuevo nuestra mirada y corazón sólo en Él.
En nuestra pobreza y miseria también está Él. Cualquier circunstancia es
idónea para encontrarnos con Él, solo basta orientarnos a Él.
No te resistas a la desolación, no luches contra ella, acéptala, acógela,
abrázala y agradécela. Ten la fe y la confianza de que saldrás más fortalecido
cuando haya pasado. Y ten paciencia y espera porque se te presenta una
oportunidad que te permitirá dar un paso de gigante en el crecimiento espiritual
y en el camino hacia la unión con el Padre.
lunes, 6 de enero de 2025
“SE FUERON POR OTRO CAMINO”
Los Reyes Magos no regresaron por el mismo camino tras encontrarse con el
Niño. ¿Y nosotros?.
En la vida volvemos por el mismo camino cuando nos obstinamos en “hacer
lo de siempre” o en replicar lo que un día aprendimos, sin tener en cuenta que
las personas, el momento y la realidad, no son los mismos. No nos estancamos
porque creemos que “eso” que hicimos o hacemos sea lo mejor sino porque en
“eso” nos sentimos cómodos, seguros, controlamos. El camino ya lo hemos andado
así que conocemos muy bien los atajos, las piedras, las cuestas… pero nuestro crecimiento
se ve paralizado. Quizás no somos conscientes de que en nosotros reina el miedo
a lo desconocido, a fracasar, a lo que vayan a decir. Tristemente lo que en
realidad hacemos es regresar por el mismo camino para ir a rendir honores a
Herodes. Nos olvidamos del Niño.
Los Reyes Magos siguieron adelante después de aquel encuentro con el Niño.
No conocían el nuevo camino que se abría en el horizonte, ni las consecuencias
de seguir avanzando por él. Continuaron con una fuerza que hasta entonces no
habían descubierto. Ese valor, esa esperanza, esa determinación, solo es
producto del encuentro con Jesús.
A lo mejor si seguimos empeñados en seguir acomodados haciendo “lo de
siempre” o no arriesgamos abriendo nuevos caminos, es porque todavía no ha
habido un encuentro verdadero con Él.
Hay que hacer frente a las voces que nos dicen: “Regresa por el mismo
camino”, o lo que es lo mismo: “Haz lo de siempre”. Para eso hay que renunciar:
“A cosas, a la disposición de nuestro tiempo, a nuestros proyectos, incluso a
personas que hasta ahora marchaban a nuestro lado”.
Hay un refrán que dice: “El que no arriesga no gana”. En las cosas del
Espíritu hay que arriesgar, avanzar, seguir adelante, abrirse a la novedad, dejarse
sorprender, estar atento a nuevas invitaciones, responder con la vida… Tal vez
el camino sea incierto y hasta puede que las noches sean muy oscuras pero nos
queda la certeza de que no vamos solos.
¿Vas a regresar por el mismo camino o, como los Magos, te vas a decidir
por seguir la ruta que te indique el Espíritu de Jesús?.
sábado, 4 de enero de 2025
“AGÁRRATE”
Estuve el otro día en Cascante, un pueblo de Navarra a una hora de
Logroño en coche. Allí vivió y creció Vicenta María, fundadora de las Religiosas
de María Inmaculada. Si no conoces la historia de esta santa te recomiendo que
veas la película “La sirvienta”. Recoger la vida de una santa en una película
es complicado pero al menos te ayuda a hacerte una idea de quién fue y qué
camino recorrió. De ti depende después el querer profundizar un poco más.
La acogida de las hermanas, Concha y Adoración, insuperable. Tras un café
de bienvenida, llegó el momento del tour por cada una de las estancias de la
casa con todo tipo de explicaciones.
Al ir a subir las escaleras de la casa de Vicenta María, la hermana
Adoración, señalando la barandilla me dijo: “Agárrate”. Me sorprendió, quizás
porque subo y bajo todos los días las escaleras de casa sin agarrarme.
Al rato, subiendo a otro piso, volvió a repetirme: “Agárrate”. Esta vez
me dio risa pero yo bien obediente hice lo que se me pedía. Y por supuesto que
hubo una tercera vez. Me pregunté qué es lo que habría detrás de tanta
insistencia .
Cuando subo y bajo las escaleras sin agarrarme es como cuando me muevo en
la vida apoyada en mi propia fuerza, en mis capacidades, en… El confiar solo en
mí, me lleva a tropezar y a veces a caer.
Ahí estaba la hermana Adoración para recordarme que no soy nada, que
necesito apoyarme en algo sólido y fuerte para no caer, que mi confianza sólo
debe estar puesta en Él porque sin Él… nada soy, nada puedo.
Necesito apoyarme en lo que realmente me da seguridad, en lo que
permanece, en lo que me ayuda a avanzar y crecer.
“Agárrate”… Tú también: “Agárrate”. Agárrate de esa Mano de Niño, de esa
Mano que quiere acariciarte, de esa Mano que se ofrece para dártelo todo, de
esa Mano que te acoge tal y como eres… o si prefieres, de esa Mano atravesada
por un clavo… pero “Agárrate de esa Mano”.
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