Supuestamente el otro día en el cole los profes nos íbamos
a organizar para almorzar juntos en la sala de profesores en la hora del
recreo, así que hubo quien no llevó comida. Una de ellas fue “M”. A la hora del
recreo y en vista de que no se iba a hacer nada, se dirigió a la cafetería del
colegio para comprar algo pero llegó tarde y ya no quedaba nada. La única
alternativa era ir a la caseta y comprarse un fresco y unas galletas, eso o
aguantar hasta las cinco de la tarde que llegara a la casa. Optó por la primera
opción.
Con sus galletas y un jugo de melocotón se fue
para la sala. No había comido ni la mitad de su primera galleta cuando el
compañero que estaba sentado a la par, evangélico, le ofreció su comida
asegurándole que no tenía hambre. Se trataba de un gran pedazo de "lasaña" que su
esposa había cocinado con todo cariño. Ella se quedó asombrada mirando la
comida, no podía creerlo, era la primera vez que no llevaba comida y le estaban
regalando algo que comer. Se acordó de la escena del Evangelio “tuve hambre y
me disteis de comer…”. Ella que pasa regalando comida o dinero a quienes se le acercan contándole que
no han comido en todo el día, hoy se colocaba en el otro lado de la historia,
Se dejaba querer y agradecía a Dios y a su compañero este gesto tan hermoso.
Algo que predico habitualmente es: “Así como
trates a los demás te tratarán”… “Cosecharás en función de lo que siembres”…
¿No es este ejemplo una muestra del resultado de nuestros actos? ¿Acaso no es
también signo de la providencia de Dios?
¡Qué difícil saber qué es lo que es tener hambre
cuando en nuestras casas hay comida o tenemos el dinero para poder comprar lo
que se nos antoje!
¡Qué triste que unos se harten mientras otros no
tienen lo mínimo!
¡Qué duro ir al colegio por la tarde sin haber
comido en todo el día y sin dinero en los bolsillos!
¡Qué dolor tener que atender a una madre y no
contar con dinero suficiente para darle de comer muchos días!
Si todos compartiéramos lo que somos y tenemos no
habría tanta necesidad en el mundo.
¿A qué te invita esta historia: a dar al que tiene
necesidad, a dejarte querer, a confiar en Dios…? ¿En qué lado de la escena
estás?
No hay comentarios:
Publicar un comentario