Otra vez Navidad… luces,
adornos, comidas, trajes de fiesta, regalos, diversión… Nuestro mundo nos trata
de seducir haciéndonos creer que en todo ello está la felicidad: jugamos a la
lotería porque deseamos tener más, preparamos banquetes, hacemos regalos caros,
cenas de empresa… y mientras tanto millones de personas mueren de hambre,
sufren enfermedades, son víctimas de la violencia o de la extorsión, no tienen
techo… ¿Y decimos que son nuestr@s herman@s? Aunque creamos que todo lo podemos
y lo tenemos estamos mucho más perdidos que ellos. Los tentáculos del poseer,
del poder, del prestigio, de la imagen, de la superficialidad, del hacer… nos
enganchan y enredan y no somos capaces de verlo
Jesús quiere hacerse
paso entre tanta superficialidad y tanto ruido y ¡cómo le cuesta!. Y es que en
definitiva Él no obliga, Él invita y nos recuerda que quiere nacer en nosotr@s,
que quiere ser en nosotr@s.
¿Cómo voy a escucharte
si no bajo el volumen de lo que me preocupa o me inquieta, de lo que me
interesa, de “mis cosas”?
¿Cómo puedo dejarte
entrar si “lo otro” lo ocupa todo?
¿Realmente quiero que
nazca en mí, deseo que llene mi corazón y sea el motor y el centro de mi vida? ¿o prefiero seguir
como estoy por comodidad, por seguridad, por miedo, porque creo que todo lo
puedo, porque no le necesito…?
·
Amar como amaba Jesús. Tener los mismos
sentimientos de Jesús ante las personas y las cosas
·
Mirar como miraba Jesús… con amor, sin rencores,
con misericordia, sin juzgar, con compasión, sin miedo…
·
Escuchar como escuchaba Jesús con atención, sin
prisas, sin invadir, con respeto…
·
Gustar de lo que hacemos y vivimos como gustaba
Jesús… estando presentes en lo que en cada momento acontece.
No nos confundamos… no
andemos buscando fuera lo que nos puede ayudar a vivir de forma plena y
dichosa.
Abramos los ojos, los
oídos y el corazón… despertemos… Él nos ama, nos quiere con Él pero de nosotros
depende el que nada ni nadie nos separe de su amor.
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