· Poner a Jesús en el centro de nuestras vidas… que sea él el motor que nos mueva, quien motive nuestro hacer
· Lanzarse al vacío sin paracaídas
· Emprender un camino que no sabes a donde te va a llevar y “contracorriente”
· Vivir el día a día diciendo “sí” a aquel que nos ha creado y nos sostiene
· Exponernos a la incomprensión, a los juicios, a mil y una tentaciones que nos ofrecerán otros caminos “con apariencia de bien” pero que no nos van a conducir a la verdadera felicidad a la que nos invita Jesús… exponernos a la cruz consecuencia del seguimiento
· Dejar ir, soltar, desprendernos de seguridades de cualquier tipo
· Liberarnos de todos aquellos apegos que nos atan y esclavizan
· …
“Te seguiré adonde
vayas”… El deseo de seguirle lo pone Dios en nuestro corazón, la fortaleza para
responder también… entonces, ¿qué ponemos de nuestra parte en el seguimiento?
Solo la voluntad fruto de la libertad que Él nos da para responder como
queramos. Y si solo ponemos la voluntad ¿qué mérito podemos atribuirnos en el
seguimiento? ¿acaso no es Él el quien pone todo de su parte?. De nosotros solo
depende la respuesta… de lo demás se encarga Él, lo demás nos lo da Él, el
resto lo hace Él…
Y Jesús le
responde: “Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del
Hombre no tiene donde reclinar la cabeza”
Jesús deja claro
que no ofrece las seguridades que propone este mundo. Si dices “sí” que seas
consciente de ello. Jesús advierte que no es fácil pues es una misión contraria
a los caminos que se nos invita a recorrer… te lanza a un camino incierto del
que solo ves su inicio y del que desconoces lo que te ofrecerá o los obstáculos
que hallarás
Es de locos decirte
hoy “sí” en un momento en el que todos buscamos todo tipo de seguridades.
Seguridades que en el fondo, más que darnos tranquilidad, nos inquietan porque
tememos perderlas. Pero ponemos nuestra confianza en ellas porque creemos que
es lo único que tenemos y con lo que contamos.
Y es que Jesús solo
nos asegura algo y es que pase lo que pase, en todo momento y circunstancia, en
la salud y en la enfermedad, en los tiempos de gloria o de fracaso, cuando nos
alaben o nos critiquen… Él va a estar con nosotros.
¿Se puede pedir
algo más cuando sabes que cuentas con un Dios que te sostiene como a un niño en
brazos de su madre? Hoy escuchaba una frase que quiero compartir: “Nadie más
débil que un bebé… pero nadie más seguro que un bebé en brazos de sus padres”.
Y Jesús dijo: “Si no volvéis a ser como niños,
no entraréis en el reino de los cielos”… débiles sí… pero a la vez seguros
porque sabemos quién nos sostiene y nos protege. Los niñ@s ponen su seguridad y
su confianza en los adultos cercanos que les dan amor… nosotros cristianos
estamos llamados e invitados a poner nuestra seguridad y confianza en quien sabemos
que no nos va a fallar, en quien sabemos que permanece aún en nuestras noches
de oscuridad.
Es de locos decirte
hoy “sí” porque la mayoría de la gente no nos va a entender. ¿Y cómo podríamos
explicarlo para que lo entendieran? No hay palabras suficientes… solo quien ha
vivido la experiencia de sentirse llamado… quien ha sentido la fortaleza y la
paz de fondo que le mueve a hacer cosas que por sí solo uno no sería capaz…
quien se ha dejado atrapar por el amor de Jesús y ha respondido… puede llegar a
comprender una decisión así. Hay cosas del corazón que la razón no entiende y
no se trata de quebrarse la cabeza… “Dios ha ocultado estas cosas a los sabios
y entendidos y se las ha rebelado…”. Cuanta menos razón… más claridad, más
sabiduría… más le dejaremos ser en nosotros. Mientras sigamos queriendo buscar
a todo sentido desde la razón, más dudas tendremos, más difícil se nos hará
creer. No sé por qué hacemos tan difícil lo que es tan sencillo. “Si no volvéis
a ser como niños…”
Es de locos decirte
hoy “sí” pero sabiendo que Él está contigo y conmigo ¿cuál es el miedo? ¿qué
podemos temer? ¿qué es lo realmente importante o aquello a lo que damos
importancia? Solo contamos con la libertad para decidir qué hacer… de lo demás
se encarga Él… Sigamos adelante respondiendo a nuestros deseos más profundos
que no son otros que los que Dios pone en nuestro corazón… Más allá de las
pruebas, de las dificultades… miremos hacia adelante y no nos detengamos…
abandonémonos y confiemos en que ahí
estará sosteniéndonos.
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