¿Cuántas veces nuestro estado de ánimo
se altera en función de los acontecimientos externos? Cuando las cosas van bien
nos alegramos y tal vez inconscientemente nos vanagloriamos de nuestra
capacidad y nos creemos pequeños dioses que todo lo pueden. Sin embargo cuando
los planes no se ejecutan tal y como deseábamos, o cuando las personas no
responden como esperábamos, o cuando surgen imprevistos con los que no
contábamos… nuestras seguridades se caen, aparece la duda, no entendemos… y si
creemos en Dios hasta podemos rebelarnos y culparle por permitir que sucediera
lo que no estaba en nuestros esquemas.
¿Cómo poder ser indiferente frente a
los acontecimientos externos? A San Ignacio le plantearon una vez sobre qué es
lo que haría en el caso de que la Compañía de Jesús desapareciese… y él
contestó que tan solo necesitaría quince minutos. ¡Quince minutos!... ¿para
qué? podríamos preguntarnos… la respuesta es clara… quince minutos para hacer
silencio, para conectarse con el Dios que le habitaba y experimentar la paz en
su interior. Pero a eso no se llega de la noche a la mañana. Él era un hombre
de oración, él se conocía… se trabajó mucho a nivel psico-espiritual para poder
llegar a alcanzar tal indiferencia frente a los hechos, para ser capaz de
depositar toda su confianza en Dios
Nosotr@s tenemos un problema… nos
creemos que todo depende de nosotros cuando en realidad de nosotros solo
depende poner los medios… nos creemos que todo lo podemos y que somos
inmortales cuando en realidad somos tan frágiles y limitados que la vida se nos
podría ir en un instante… nos creemos que contamos con la gracia de Dios
mientras la vida nos sonríe y no somos capaces de descubrir la gracia de Dios
cuando aparecen las dificultades…
Hay algo que nos puede ayudar. Es un
caso extremo pero en él se ve con claridad cuál tiene que ser nuestra actitud
si no queremos sufrir ante las adversidades. Jesús en sus últimos momentos
tampoco entendía nada y elevó sus ojos al cielo pidiendo al Padre que apartara
de él ese cáliz… ¿Cómo recobró Jesús la paz en su corazón? Poniendo la
confianza en Dios y ofreciéndole la vida: “Que no se haga mi voluntad sino la
tuya”
Jesús nos lo recuerda una y otra vez:
“No tengáis miedo… confiad en Dios… es nuestro Padre… Él cuida de nosotros…
Tened fe en Él”
Sus caminos no son nuestros caminos…
dejémosle actuar con la confianza puesta en Él… dejémosle hacer… Él sabe lo que
más conviene… no nos empecinemos en nuestros planes y proyectos cuando tal vez
no sean los suyos… permitámosle ser en nosotros… seamos dóciles y hagamos su
voluntad y no la nuestra.
En la adversidad volvamos nuestros ojos
a Dios… busquemos el encuentro con Él para recobrar la paz que hemos permitido
que nos arrebaten… y con un acto de humildad e ilimitada confianza, soltemos
amarras, dejemos de forzar o resistirnos o de pelearnos con nosotros mismos o
con el mundo, permitámonos descansar en sus brazos y dejémonos llevar.
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