Hay quienes humanamente creen que nuestro destino ya está
establecido desde antes de nacer, otros que religiosamente creen que Dios tiene
un plan y Él dirige nuestras vidas encaminándolas hacia donde desea
Estos días estoy viviendo de cerca el caso de una persona que
está terminando su viaje en nuestro planeta. Me ha cuestionado sobre todo esto.
Y todo para concluir que…:
a) No
existe el destino y tampoco un “dios”
que manipula y dirige nuestras vidas a su antojo como si fuésemos marionetas
b) Nosotros
vamos construyendo nuestra vida, nuestro futuro con las pequeñas y grandes
decisiones que vamos tomando cada día
c) El
que nuestras decisiones sean acertadas o no, influirá en nosotros y en quienes
nos rodean
d)
Somos
libres para elegir el camino del bien, del amor, del salir hacia el otro, de la
compasión… o escoger el camión del mal, del egoísmo, del girar en torno a uno
mismo, de la soberbia, de la vanidad…
e) Somos
responsables de las decisiones que vamos tomando
f) Con
madurez debemos tomar las riendas de nuestra vida y encaminarla hacia aquello
que realmente nos llena, nos da plenitud y dicha
A menudo, principalmente cuando las cosas no van como
esperamos, nos consolamos diciendo: “Lo habrá querido dios así”. Preguntémonos sobre nuestra responsabilidad en eso que
nos sucede y en caso de que no haya responsabilidad alguna y se trate de un
mal, podemos estar seguros de que el Dios de Jesús, que es el Dios de la vida,
no quiere ese mal. ¿Por qué entonces esa dificultad, problema, enfermedad…? No
hay respuesta o yo al menos no la encuentro pero no responsabilizo de esa
desgracia al Dios que quiere la vida y mi felicidad.
No sabemos lo que puede venirnos o lo que nos podemos
encontrar en nuestro camino, pero en lo que a nosotros respecta nuestra tarea
es ir avanzando tomando decisiones que nos ayuden a crecer y estén orientadas
al bien común. Sembrar para dar fruto.
Y ojalá al final de nuestros días podamos mirar con serenidad
hacia atrás y tengamos la satisfacción de que nuestro camino mereció la pena
recorrerlo, de que nuestra existencia hizo mucho bien a otros.
Nuestro destino lo vamos configurando:
-
Seamos
prudentes y sabios a la hora de dar pasos. - Asumamos nuestra responsabilidad
- Recordemos que siempre podemos levantarnos si caemos e incluso cambiar de ruta
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