Nos
podrán arrebatar las cosas, un trabajo, quizás nuestros sueños… podrán tratar
de desacreditarnos… podremos perder la salud o incluso a alguien querido, como
en el caso de Ceci que a sus ocho años unos asesinos mataron a su madre. Pero
hay algo que nada ni nadie nos podrá robar jamás y es el amor que Dios nos
tiene
Aunque
todo nos faltara, aunque todos nos volvieran la espalda, aunque nos quedáramos
solos en el mundo… siempre contaremos con el amor de Dios
Más
allá de nuestros miedos… de nuestros complejos… de nuestras enfermedades… de
nuestros fallos, caídas o pecados… más allá de nuestras cualidades, éxitos y
triunfos, más allá de… hay una realidad que no podemos obviar ni olvidar y es
que Dios nos ama. El amor de Dios es siempre más que… porque es ilimitado, infinito.
La Buena Noticia es que el amor de Dios es siempre más que… todo lo positivo y
negativo que haya en nosotros… Nuestra existencia es microscópica comparada con
el amor que Dios nos tiene.
Nos
ama no por nuestros compromisos, por nuestra respuesta, por nuestra fidelidad,
ni siquiera por lo que hacemos… nos ama no por cómo vivimos, ni por dónde
estamos, ni por nuestro servicio… nos ama porque sí, porque es amor, porque
somos obra suya y fruto del amor que nos tiene
Lo
importante no es saberlo… lo que realmente libera es experimentarlo. Haz la
prueba… sea lo que sea lo que estás viviendo en este momento, dite una y otra
vez: “Todo es relativo, lo verdaderamente importante es que Dios me ama”. Y tu
preocupación, aquello que te inquieta, te perturba o te distrae… aquella prueba o dificultad que estás enfrentando pasará a
segundo plano, perderá fuerza y te devolverá a tu centro, a conectar con tu
verdadera esencia, con lo que realmente eres, con el amor que te habita.
Recuérdalo
y repítelo una y otra vez hasta que la frase te transforme... “Lo más
importante de todo es que Dios me ama”
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