martes, 17 de octubre de 2017

"GRACIAS POR ENCONTRARTE CONMIGO"

Salimos temprano para Santa Rosa… cuatro días por occidente disfrutando del feriado morazánico con mis compadres y sus dos hijas. Jensy hizo la oración el primer día cuando nos pusimos en carretera y yo añadí: “… y que podamos encontrarte”. Y le encontramos.

Llegamos a Santa Rosa a las 2pm… descansamos, tomamos un café y a las 4.30pm fuimos a conocer el parque y la iglesia del pueblo. Entramos en la iglesia. Raúl se sentó, yo me senté en la banca delante de él. Jensy junto a Raúl. Las niñas conmigo. De pronto Jensy dice: “¿No estarán pensando que nos quedemos en misa porque si es así yo me voy a San Pedro?”. Yo me giré y contesté: “Pues mi hija, usted misma, puede agarrarse el bus porque nosotros nos quedamos con el carro”. Y ahí nos quedamos los cinco. Y yo pensando ¿y qué hago yo en misa si ya fui a misa en la mañana y ayer también celebré a San Francisco? Pero como no creo en las casualidades me dejé llevar, me relajé y decidí disfrutar de la eucaristía.

Iniciando la homilía las niñas quisieron ir al baño y Raúl salió, lo curioso es que ya no regresaron porque Raúl iba con “shorts” y se sentía incómodo en la iglesia. ¡Qué homilía! Ese sacerdote mantuvo la atención de todos los feligreses de principio a fin. Al terminar la homilía, Jensy pasó a mi lado y agarrándome solo dijo: “Mereció la pena quedarse”. Dios ya le había hablado y a mí también. Nos encontramos con él en esa eucaristía. Todo ayudó… la iglesia, el sacerdote, el montón de feligreses, los cantos, la cantidad de jóvenes, la espiritualidad franciscana que se respiraba… Ahí estaba San Francisco y también la Madre Teresa de Calcuta en una gran foto. Dos de los santos que me acompañan siempre en mi oración de la mañana. Jensy y yo estábamos “tocadas”. Y yo terminé de experimentar la presencia y el amor de Dios con el canto de salida. Lo curioso es que esa canción yo la había cantado en la mañana en catedral, yo misma la elegí y no tuvo la menor resonancia en mí. Fue hasta esa tarde en esa eucaristía que, como en ocasiones anteriores, esa canción tocó lo más profundo de mi alma y mi corazón. Solo unas notas de la guitarra sonaron y yo ya tenía mis ojos aguados. Jensy me conoce muy  bien, vivimos cuatro años juntas así que no es para menos. Cuando ella se percató de lo que iban a cantar solo dijo: “No se vaya a poner a llorar”. Demasiado tarde, yo estaba ya lágrima tras lágrima y no hice nada por parar… seguí llorando y llorando y dando gracias a Dios por Todo y Tanto.

Gracias porque en una humilde iglesia y rodeadas de gente sencilla te hiciste el encontradizo y pudimos experimentar tu cercanía y tu amor

No hay comentarios:

Publicar un comentario