Muchas veces, o la mayoría de las veces, nuestro hacer
está enfocado en ayudar de una y mil maneras a los otros… “pobrecitos los otros
que necesitan ayuda y qué bueno que yo les puedo ayudar”. Después, podemos dar
gracias a Dios por haberse servido de nosotros o, peor aún, crecernos
creyéndonos que somos maravillosos, geniales y especiales.
Y tal vez si somos cristianos hasta pensamos en nuestro
hacer el llevar a Jesús, que los otros se encuentren con Jesús cuando nos
vean... Puede que nos enfoquemos en convertir a los demás cuando somos nosotros
los que necesitamos que Dios convierta nuestro corazón y lo transforme
Todos en alguna ocasión hemos salido a la calle deseando
encontrarnos con alguien. Ese deseo nos anima y alegra y nos permite estar más
atentos a todo lo que sucede y a cada una de las personas que se cruzan en
nuestro camino. Con Dios pasa igual, el hecho de desear encontrarnos con Él
aumenta nuestra esperanza, y nuestros sentidos se activan permitiéndonos estar
presentes en lo que vamos viviendo.
Haz la prueba… levántate hoy con el firme deseo de querer
encontrarte con Él, mantén alerta tus sentidos, se consciente de lo que
acontece en tu día, déjate sorprender… y luego me cuentas.
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