“El que quiera seguirme
que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga” Evangelio de Mateo 16,
24
¿Cuántas veces has
tenido ganas de tirar la toalla, o te has sentido decepcionad@, frustrad@,
ignorad@, humillad@, infravalorad@...? ¿Cuántas veces ante esos inconvenientes,
unidos a una gran desolación, has deseado apartarte de tus compromisos?
Dice San Ignacio que es
importante “no hacer mudanza de los propósitos anteriores”, permanecer…
Y es que… ¿Acaso dijo
Jesús que el camino fuera fácil? ¿No dijo que quién quisiera seguirle tenía que
cargar la cruz? Solo hay que contemplar su vida para ver qué camino le espera
al que se decide a seguirle
El problema es cuando
buscamos el triunfo, que nos aplaudan el trabajo bien hecho, que nos alaben…
vivir una eterna entrada a Jerusalén
Seguir a Jesús es ser
fiel hasta el final y a pesar de oprobios, humillaciones… aunque no nos tengan
en cuenta, aunque no nos valoren, aunque no nos agradezcan, aunque nos
critiquen por el trabajo realizado o la forma de estar o ser, o por no
responder a las expectativas de unos pocos.
Quien se deja guiar por
el Espíritu es capaz de enfrentar todo tipo de pruebas. Humanamente podremos
sentir la frustración, la decepción, el dolor y la tristeza fruto de la
incomprensión y de los miedos de los otros pero eso no nos puede desviar del
camino y renunciar a la misión que se nos ha encomendado
Si en vez de mirarme, le
miro a Él… recuperaré la fuerza, el entusiasmo y dejaré que su Espíritu me siga
guiando
Si quiero seguir a Jesús
me expongo a esto… y en esas pruebas es donde se confirma mi fe y se purifica
mi imagen de Dios
El camino no es fácil
pero, teniendo los ojos fijos en Él, podremos ser fieles al Amor hasta el final
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