Dicen que de lo que habla nuestra boca es de lo que está lleno nuestro
corazón. Así ocurre también con nuestras miradas. Miramos en función de lo que
hay en nuestro corazón. Y así hay veces que a través de nuestra mirada
expresamos amor, odio, indiferencia, tristeza, enojo, inseguridad, miedo,
dureza, paz...
¿Cómo miramos? ¿Qué hay
en nuestro corazón?
¿Qué vemos cuando
miramos a las personas: lo que hacen, cómo visten, su apariencia física, con
quienes se relacionan, en qué ambientes se mueven, cuál es su ideología, cuáles
son sus creencias, qué piensan…? ¿Nos quedamos con lo que únicamente ven nuestros
ojos físicos, con las ideas que nos hacemos de ellas, o por el contrario
sabemos mirar más allá y descubrir su bondad y su belleza interior? ¿Qué
obstáculos nos impiden ver a los demás como realmente son: miedo, prejuicios,
desconfianza, rencor…? ¿Te has parado a pensar la cantidad de gente interesante
a la que no te das la oportunidad de conocer por tu ceguera? ¿A cuántas
personas tratas de cambiar porque te incomodan, porque no son o piensan como
tú, o porque no te gusta lo que ves en ellas?
“El más
excelso acto de amor que puedes realizar no es un acto de servicio, sino un
acto de contemplación, de visión. Cuando sirves a las personas, lo que haces es
ayudar, apoyar, consolar, aliviar su dolor… Cuando las ves en su belleza y bondad interiores, lo que haces es
transformar y crear”
Anthony de Mello
¿Qué vemos en los ojos de los demás? ¿Qué nos transmiten con su mirada?
¿Qué sentimientos provoca en nosotros esas miradas? ¿Cómo respondemos?
¿Alguna vez te has detenido a reflexionar sobre la forma de mirar de Jesús?
Realmente expresaba con su mirada aquello que habitaba en su corazón. ¿Cómo
sientes que Jesús te mira? ¿Qué se despierta en ti ante esa mirada? ¿Qué te
dice esa mirada? ¿A qué te invita esa mirada? ¿Cómo respondes?
*
Mateo 9, 9. “Jesús vio a Mateo… y le dijo: “Sígueme”. Mateo se levantó y lo
siguió”.
¿Qué seguridad y confianza le daría a Mateo esa mirada para dejarlo todo y
seguirle?.
Tan solo una mirada… tan solo una palabra… y Mateo responde
¿Nos hemos sentido alguna vez mirados así por Jesús? ¿Nos hemos sentido
invitados a través de su mirada de amor incondicional a seguirle, a colocarnos
en su bando?
¿Cómo hemos respondido o como respondemos a esa mirada?
*
Lucas 22, 61-62. “El Señor se volvió y fijó la mirada en Pedro…”.
Una mirada llena de amor, de ternura, de misericordia… una mirada que
descolocó y desbarató a Pedro… ¿Cómo una mirada así después de traicionarle y
negarle tres veces?. Y Pedro ante esta mirada se siente pecador, pero pecador
perdonado y amado.
A veces nos ocurre como a Judas que, ante la mirada de amor y perdón de
Jesús, cerramos nuestro corazón culpabilizándonos y torturándonos, comenzamos a
girar en una espiral enredándonos más y más. Lo sano y liberador es acoger esa
mirada como Pedro, reconocer nuestra debilidad y fragilidad, y con humildad y
renovados: ponernos de nuevo en pie
Jesús…
* Que tu mirada transforme nuestras pobres
vidas
* Que nos sintamos mirad@s con ese amor para
ver a las personas en su belleza y bondad interior… para seguirte… para amarnos
y ser misericordios@s con nosotr@s mism@s
* Que nos llenemos cada vez más de Ti para que
seas más Tú en nuestras vidas y de esta manera nuestras palabras y nuestras
miradas hablen de amor, de paz, de bondad, de misericordia, de esperanza…
Amén
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