Aquellas mujeres “corrieron a
anunciarlo” y es que, cuando tienes experiencia de Cristo vivo y resucitado, no
te lo puedes callar. Las palabras no son suficientes para explicar lo que
sucede, no son capaces de describir lo que se siente… Tú les saliste al encuentro
y sigues saliendo al encuentro de cada uno de nosotr@s, el problema es que la
mayor parte de las veces ni nos damos cuenta. Y hasta nos podríamos preguntar:
¿realmente deseamos que ese encuentro se produzca o preferimos evitarlo por
miedo a las consecuencias que de ello se puedan derivar?
El encuentro con Cristo
resucitado es personal, es algo entre Él y tú y te lleva a anunciarle en el día
a día con tu propia vida.
Sí… Cristo vive allá donde hay un corazón...:
·
Que se conmueve ante el dolor y el sufrimiento
ajeno
·
Que renuncia a si mismo por entregarse a los
otros
·
Que ama incondicionalmente
·
Que es transmisor de paz y esperanza
·
Que está disponible a construir el Reino
·
Que es fiel a la voluntad de Dios cueste lo que
cueste
·
Que es misericordioso
·
Que ve en el otro a un/a herman@
·
Que se deja amar
·
Que se arriesga a amar
·
Que comparte lo que es, lo que vive, lo que
siente y lo que tiene
·
Que no se cansa de partirse y repartirse
·
…
Por eso es posible que, en
lugares, ambientes y situaciones en los que impera la muerte, la violencia, la
desesperanza y la desolación, Cristo siga viviendo
“Alegrémonos”… “no tengamos
miedo”… Cristo resucitado sale a nuestro encuentro para recordarnos que vive,
que el amor triunfa sobre la muerte, que el amor todo lo puede, que está con
nosotr@s y también en nosotr@s.
-
Que te descubramos y llenos de gozo “corramos a
anunciarte” con nuestra forma de ser, de estar y de hacer
-
Y que los demás puedan verte resucitado a través
nuestro para que tengan vida y vida en abundancia.
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