Día
tras día suceden acontecimientos que nos estremecen y escuchamos o tal vez
caemos en la tentación de preguntarnos: “¿Dónde estaba Dios?”: “Un copiloto
estrella un avión en los Alpes: 150 muertos”, “Cristianos perseguidos,
torturados y asesinados en Irak”, “Setecientos inmigrantes africanos fallecidos
en aguas del mediterráneo”… y lo último: “Terremoto en Nepal: miles de muertos”
¿Y
qué tiene que ver Dios con tanta desgracia? ¿Acaso Él es responsable de que
todo eso ocurra? ¿Desde cuándo el Dios de Jesús y de la vida es un “dios
sanguinario” al que le fascinan las tragedias y desea el sufrimiento, el dolor
y la muerte? ¿Y es que unos padres que aman a sus hijos no sueñan lo mejor para
ellos? De la misma manera que unos padres no pueden evitar el sufrimiento, el
dolor y la muerte de sus hijos… el Dios de Jesús que nos ama incondicionalmente
tampoco puede evitar nuestro sufrimiento, nuestro dolor y nuestra muerte o la de aquell@s que más
queremos y tampoco que tanto desastre suceda en el mundo. Y si no… miremos a
Jesús… contemplemos la Pasión…
El
problema surge cuando creemos en un “dios omnipotente”, un “dios que pudiendo
evitar que sucedan las desgracias, se ensaña con los seres humanos a su
antojo”... creyendo en un “dios” así no es de extrañar que surjan las dudas e
incluso que la gente opte por no creer
El
Dios de Jesús es el Dios que se encarna… es el Dios de lo escondido presente en
cada víctima (aunque seamos incapaces de descubrirlo), en el que sufre, en el
que colabora con los más desfavorecidos. Nuestra ceguera muchas veces se debe a
nuestro afán de quererlo controlar y entender todo. La tentación de buscar a
todo respuestas y de querer encontrar explicación a todo desde la razón, solo
nos conduce a aumentar nuestra incomprensión, a la cerrazón… Y es que la mente
humana es incapaz de dar soluciones a todo y es precisamente en esos momentos
en los que especialmente hay que abandonarse y confiar… como Jesús en la Pasión
El
Dios de Jesús es el Dios encarnado y escondido… es el Dios Amor que se conmueve
ante la tragedia, el dolor… es el Dios Amor que moviliza los corazones para que
se pongan en movimiento y sean portadores de consuelo, esperanza y de otras
ayudas que necesiten l@s afectad@s.
¿Todavía
te preguntas dónde estaba Dios? Estaba y sigue estando… y estará siempre que
haya un corazón abierto y dispuesto a amar, a acompañar, a alentar, a
colaborar, a responder a las necesidades ajenas… a compartirse
Ahí estaba, está y estará.
Gracias por estas reflexiones.
ResponderEliminarPero al leer el tercer párrafo en donde dices: "El problema surge cuando creemos en un 'dios omnipotente'," Y yo me pregunto ¿es un problema aceptar el Credo que comienza con "Creo en Dios Padre Todopoderoso"?
Tengo serias dificultades para aceptar de verdad el Credo. Pero si además me dices que Dios no es Todopoderoso, que no tengo que creer el Credo... Ya no sé qué creer.