martes, 7 de febrero de 2017

"JESÚS ESTÁ ROTO"

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Hace un par de meses, en una eucaristía de diario en catedral, Monseñor Rómulo Emiliani decía algo así en su predicación tras leer el Evangelio: Cuando pregunto a la gente: “¿Cómo están?”, contestan que bien. Yo me molesto y les cuestiono porque: ¿cómo se puede estar bien viviendo en una realidad como la de Honduras?. Entonces concretan la respuesta de la siguiente manera: “Pues sí Monseñor, pero espiritualmente estamos bien”. Monseñor Rómulo continuó haciéndonos tomar conciencia de que espiritualmente tampoco se puede estar bien en un país como éste. Y el que dijera que estaba bien era porque vivía como en una burbuja, ajeno a la realidad y sin enterarse de la situación. ¿Cómo un cristiano puede “estar bien” cuando hay tanto dolor y sufrimiento alrededor?. Si vemos en el otro a un hermano y nos conmovernos hasta sentir el dolor ajeno, difícilmente podremos “estar bien”

No ha dejado de resonarme esa homilía un día tras otro. Hoy más que nunca le doy la razón, estoy plenamente de acuerdo con él. El pasado martes por la noche, le sucedió algo a una familia de mi comunidad de San Lucas. Yo me di cuenta hasta el miércoles a las 6am cuando salía de casa para celebrar la eucaristía en catedral porque me contó la señora de la casa en la que vivo. Me fui con una mezcla de sentimientos: tristeza, dolor, enojo, impotencia, indignación… Llegué a catedral y tras saludar a Jesús en el Santísimo me senté junto a las claretianas. Un señor se acercó a saludarme. Al verme me dijo: “¡Ay hermanita, ¿está con gripe?”. Le contesté solamente con un “No”. No hizo falta más palabras, se dio cuenta que no era algo físico lo que me tenía así. Me pidió que leyera el salmo. Con mi mirada quise decirle que no era el mejor día pero antes de que pudiera articular palabra argumentó: “No se preocupe hermanita, el Señor le va a dar fortaleza”. ¡Para qué me dijo!. Ni qué decir tiene que acabé leyéndolo.
Llegó el momento de la comunión. El sacerdote me dio un pedacito ¡tan chiquito!... que sería como un décimo de la forma grande o tal vez menor. ¡Con la de formas que había!. Me senté… y pensando en ese pedacito caí en la cuanta de algo. Jesús me estaba diciendo: “Yo también estoy roto, roto de dolor por tanto sufrimiento y por tantas tragedias que hay en este mundo”. Sentí que estaba conmigo, con esa familia de mi comunidad, con todo el que sufre. Que Él también sufre cuando sufrimos, que llora cuando nos ve tristes. Esa mañana Jesús compartía conmigo la tristeza, la indignación y la impotencia que sentía

Jesús está roto pero con nosotros.

Jesús está roto pero tiene el poder para darnos en cada momento lo que necesitamos para hacer frente a las situaciones que se presentan

Jesús está roto y se sirve de nosotros para transmitir su apoyo, su amor y su esperanza a los que solo ven oscuridad cuando la adversidad llama a su puerta

Jesús está roto pero VIVE y nos regala su Espíritu

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