sábado, 8 de abril de 2017

“¿CÓMO LLENAR NUESTRO VACÍO EXISTENCIAL?”

Ayer por la tarde, antes de los exámenes, pasaron ocho muchachos de séptimo grado por mi oficina para hablar conmigo. De los ocho, cuatro se habían cortado. Solo a uno no le vi los cortes porque según me contó se los hizo en las piernas. Las otras tres tenían el brazo izquierdo bien rayado. Lo común en todos ellos: la falta de estima personal, el no sentirse queridos y valorados en el hogar, el no sentirse escuchados, importantes… Casos de estos todas las semanas. Una de ellas me contó que ahora quitan el tornillito del sacapuntas y con esa cuchilla se cortan. Otros optan por las pastillas. Una alumna de octavo de otra escuela ha estado ingresada dos semanas por intoxicación. Ahora está con tratamiento psiquiátrico y psicológico. El año pasado me contó que a su mamá la mataron cuando ella tenía tan solo ocho años y vio cómo ocurrieron los hechos, es algo que todavía no ha superado. Hace dos domingos me acerqué a las 4pm a una alumna que se estaba durmiendo sobre el pupitre, a mí me pareció que estaba drogada porque no sabía dónde estaba, su mirada estaba totalmente perdida y no era capaz de responder cuando se le preguntaba… este domingo tras hablar con ella, me confesó que después de comer, a eso de la 1pm se había tomado dos tabletas de pastillas… Dios Santo…
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Hoy volvía a orar con el texto de la samaritana. Ella le dice a Jesús: “Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed…”… y al final Jesús dice a los discípulos: “mi alimento consiste en hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra”. Una sed y un hambre que se sacian como Jesús saciaba su hambre y su sed: haciendo la voluntad de Dios y llevando a cabo su obra.

Buscamos calmar nuestra sed o nuestra hambre en lo superficial, en lo externo, en tener poder o posesiones, en la fama o el reconocimiento, en personas, en lugares, en el hacer… ¡Qué equivocados estamos!. Buscamos el agua en pozos que están casi secos o ya secos, buscamos alimentos que satisfacen nuestra hambre de forma temporal porque nos vuelven a dejar vacíos.


A Jesús le llenaba el hacer la voluntad del Padre. Solo el hacer su voluntad sacia, el dejarse hacer, el permitirle ser… y para eso tengo que dejar de ser yo para que pueda ser Él, tengo que dejar de moverme por mi ego y dejar que sea su Espíritu quien me mueva. Y previamente tiene que haber un trabajo de caer en la cuenta e interiorizar el gran amor que nos tiene para así responder a ese amor con nuestra vida. Que el amor con el que nos ama nuestro Padre no solo lo creamos, pidamos la gracia de sentirlo y experimentarlo para de ahí ponernos a trabajar por su Reino

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