“El cuarto rey
mago” es el título de una película que pasaron ayer en mi comunidad de “San
Lucas”. Habla de un rey mago “Artagán” que pasó la vida buscando a Jesús.
Cuando llegó a Belén, José y María ya se habían ido con el Niño. Lo encontró al
final de sus días camino ya de la cruz. Llevaba para regalarle un diamante rojo
y una perla. En su búsqueda de más de 30 años, regaló el diamante rojo a un
soldado para evitar la muerte de un bebé cuando Herodes mandó asesinar a todos
los primogénitos varones. La perla se la entregó a un soldado que iba a
asesinar a una joven mientras lloraba de dolor. Al mismo tiempo que entregaba
la perla que salvaría la vida de la joven, Jesús iba camino de la cruz.
Pudiendo haber evitado con la perla la muerte de Jesús, se inclinó por la
salvación de la muchacha.
En su lecho de
muerte Jesús se encuentra con Artagán. Artagán le pide disculpas, le cuenta que
pasó la vida buscándole y llegó demasiado tarde. Jesús le dice: “Me encontraste
cada vez que me diste de comer, cada vez que me diste de beber…”. Y es que
efectivamente así fue la vida de este cuarto rey mago. Vivió su vida entregada
a leprosos y excluidos por la sociedad de su tiempo, olvidándose de sí para
entregarse a los demás
Así es nuestra
vida, una eterna búsqueda. El problema es que buscamos en lugares confundidos.
Y cuando estamos junto a Él no nos percatamos de su presencia. Artagán lo
buscaba al principio entre los ricos y los poderosos hasta que alguien le dice
que solo se le puede encontrar entre los marginados, entre los despreciados,
entre los excluidos.
¿Le buscamos?
¿Dónde?
¿En qué
actividades, en qué personas, en qué situaciones sentimos su Presencia?
¿Qué
actividades, qué personas, que situaciones nos alejan de Él?
No todo lo que
es bueno o aparentemente bueno o que creo que no me daña es de Dios, ni me
acerca a Dios.
¿Vivimos
conscientemente o superficialmente?
¿Vivimos
movidos por su Espíritu o por el espíritu del mundo?
El que busca: encuentra. No
busques entre los muertos al que vive. No busques en los placeres del mundo al
que vive. No busques en el poder, en la fama o en el éxito al que vive. No te
canses de buscar y no pierdas el tiempo ni te distraigas buscándolo o tratando
de encontrarlo en lugares en los que nunca va a estar, en personas que te
pueden alejar de tu sueño, en actividades que llenan parcial y temporalmente tu
vacío… Se sabi@. La vida es demasiado corta. Artagán no perdió su vida. Desde
muy temprano lo encontró en su darse, en su entregarse, en su salir de sí… lo
que pasó fue que no tuvo consciencia de ello hasta el final. Si nosotros no lo
buscamos donde está, nunca vamos a tener motivos de alegrarnos por habernos
encontrado con él. Sentiremos que perdimos el tiempo, que nuestra vida no tuvo
sentido. Todavía estás a tiempo. Busca y encontrarás. Él está vivo y está
deseando encontrarse contigo.
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