Ya lo dijo
Jesús… “Felices los misericordiosos…”… felices serán quienes tengan
misericordia consigo mismos y con los otros… El perdón sana, salva y nos
libera.
Dios nos
perdona TODO y así lo creemos, entonces ¿por qué somos tan reacios a
perdonarnos y a perdonar a quienes nos ignoran, a quienes nos engañan, a
quienes nos hacen daño, a quienes no nos valoran, a quienes nos desprecian, a
quienes nos critican…)
¿Acaso es
justo que nos perdone TODO y nosotros seamos tan crueles, duros y exigentes con
nosotros mismos y con los demás?
Danos la
humildad para perdonarnos y perdonar los errores de los demás… para mirarnos y
mirar a los otros con misericordia. Y líbranos de la soberbia que nos esclaviza
y nos hace duros de corazón
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