Llenamos
nuestras pobres vidas de actividades, quehaceres, ruido… por miedo al silencio.
Necesitamos estar inmersos en el hacer para evadir escucharnos, escucharle. Justificamos
el no silenciar nuestras vidas con las múltiples ocupaciones y preocupaciones. Tenemos
miedo de encontrarnos con Él cuando solo quiere colmarnos con su amor
Andamos
fuera y perdidos. Pasamos todo el día corriendo persiguiendo algo que solo
alcanzaremos cuando paremos. Buscamos un montón de sucedáneos que dicen
aportarnos felicidad y no la alcanzamos. Mendigamos amores terrenales al tiempo
que cerramos nuestro corazón al Amor que permanece, que colma, que es fiel… al
Amor incondicional, gratuito, desbordante. Todo lo que aspiramos a desear ya se
nos dio y lo tenemos. ¿Cuál es la prisa? ¿Cuál es el afán?
Es
necesario parar, hacer silencio. Vaciarse para llenarse. Si a estas alturas de
tu vida ya te convenciste de que lo de afuera no termina de colmarte, ¿por qué
no miras hacia otro lado, por qué no cambias de rumbo, por qué no realizas un
viaje a tu interior? Deja de buscar afuera lo que está en ti. Sé valiente,
necesitas dar un salto al vacío, soltarte, soltar… No tienes tanto que perder y
sí mucho que ganar. El Amor que te ha creado, el Amor que no cesa de buscarte, el
Amor que desea encontrarse contigo… te espera… ¿Qué te detiene? ¿Qué te asusta?
Detente… suelta…vacíate…espera… y déjate llenar.
Bella reflexion
ResponderEliminarSiempre nos queda contestar: "Es verdad, mañana mismo me pongo a vaciar e de prisas y quehaceres; mañana, porque hoy estoy demasiado ocupado"
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