A
veces vivimos acontecimientos o nos enfrentamos con situaciones que no
entendemos e incluso despiertan emociones de enojo, tristeza, confusión,
angustia… Quisiéramos que las cosas sucedieran de otra manera, a nuestra
manera, pero ¿es lo mejor para nosotros?
“Os conviene que yo me
vaya” dijo Jesús a los discípulos. ¿Cómo
poderlo comprender con lo bien que estaban con Él? ¿Qué sería de sus vidas sin
Él?. Seguro que no faltó quien le replicase: “¡Qué cosas tienes! ¿Cómo nos va a convenir que te vayas?. Todavía
tenemos mucho que aprender, te necesitamos, eres importante para nosotros”.
Tuvo que pasar un tiempito hasta que cayeron en la cuenta de que realmente era
lo que les convenía
La
invitación es a confiar a ciegas ¿acaso no es eso la fe?. Pero ¡Qué difícil en
la sociedad de las prisas, del consumo, de las seguridades, del bienestar…!.
Todo tiene que ser como queremos, en los tiempos que nos fijamos… Y creemos que
lo que nos gusta, lo que nos apetece y deseamos, es lo que nos conviene cuando
puede distar mucho de la realidad.
Nos
centramos en nuestras necesidades y eso se refleja muchas veces en peticiones
egoístas a un Dios que, si es verdad que nos ama, tiene que responder a nuestros
caprichos o intereses particulares. A alguien a quien amas mucho ¿le darías lo
que quiere o lo que le conviene?. Si respondes a sus gustos por encima de lo
conveniente tal vez tendrías que cuestionarte si es amor o te estás buscando.
Todo
pasa por algo. Todo tiene su razón de ser y siempre para bien. Todo es medio
para crecer. Todo es oportunidad para que nuestra propia vida, apegada a cosas,
personas, formas, ideas, creencias…, se vaya transformando y liberando.
Abandonarse
y confiar… confiar… confiar… Lo que estamos viviendo en este momento es lo que
más nos conviene aunque no nos guste, aunque nos duela, aunque nos enoje,
aunque no entendamos… Créelo… eso es fe. Alguien siempre mayor que tú, te
conoce, te sostiene, te quiere, y sabe qué es lo que mejor para ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario